“El día que entraron los milicos yo tenía 11 meses y mi hermana 3 años y medio. Fuimos para la casa que estaba atrás de la nuestra, donde vivía mi tía y mi prima. Estábamos solo las mujeres. Mi mamá estaba embarazada de seis meses. Se acostó y me puso a mí de un lado y a mi hermana del otro para dormirnos. Pienso en ese momento y se me viene la imagen de la gallina cuidando a sus pollitos. La manera que tuvo de protegernos y lo que padeció cuando nos arrancaron de sus brazos y se la llevaron con mi papá.”

La voz se le entrecorta y llora. Logra salir de cada llanto con una leve risa. Lorena Battistiol relata lo que pasó el 31 de agosto de 1977 en Boulogne, partido de San Isidro. Fue el día que secuestraron a su papá Egidio y a su mamá, Juana Colayago. Lo rememora y dice que “van a pasar los años y voy a llorar como una nena de once meses al contarlo”. Hoy es la directora provincial de Sitios y Espacios de Memoria e integra el equipo de Abuelas de Plaza de Mayo. Y, como muchos, asegura estar dolida por la foto de los diputados de La Libertad Avanza junto a los genocidas y los recientes discursos de la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel.

“Es un dolor que no se cura porque nos está faltando que podamos cerrar la historia, que nos digan dónde están, que aparezca ese bebé que iba a tener mi mamá”, remarca Lorena a Buenos Aires/12.

Durante la casi una hora de charla, no insulta, no agrede y no grita. Mantiene su tono de voz sereno e, incluso, didáctico. Se escucha el llanto al hablar de su familia, pero se recompone para condenar las acciones de Villarruel y la foto libertaria en el penal de Ezeiza junto a, entre otros, Alfredo Astiz o Raúl Guglielminetti. “Ellos saben dónde están”, suelta Lorena.

Desde su mirada, no acepta el tratamiento que se le quiere brindar a los genocidas al tildarlos de “octogenarios que deben estar en su casa”. Responde, de esta forma, a los proyectos de ley que se hicieron públicos ante el estallido del bloque de LLA en la Cámara de Diputados de la Nación y los tuits de la legisladora Lourdes Arrieta.

¿Por qué? “Porque había muchas maneras de subsanar lo que ellos consideraron delitos, pero eligieron la peor”, responde la actual funcionaria provincial. “Si los hubieran juzgado o creían que debían ser juzgados, yo tendría a mis viejos conmigo, así que querer conmover o reactivar las causas como si fueran a traer una luz de calma a la sociedad, no es por ahí, es sólo marketing para la tribuna de ellos que es la peor”, señala.

La referencia radica en el anuncio de Villarruel que buscará reabrir “todas las causas” de delitos contra las Fuerzas Armadas y de Seguridad entre 1974 y 1976. “La posición que ella exclama, hablando de víctimas de terrorismo o guerrilla o lucha armada, no es para este tiempo histórico”, sostiene.

Para Lorena Battistiol, quienes se percibieron como víctimas de personas armadas deberían haber hecho las denuncias en su momento durante un gobierno democrático y pedir a la Justicia que investigue. “Yo descreo que si alguien tiene un familiar que fue asesinado en situaciones que no se pueden definir y que se acercó a una comisaria o una fiscalía e hizo denuncia, no le hayan dado importancia o interés que correspondía”, resume.

Juicio y castigo

Egidio Battistiol era empleado del Ferrocarril Mitre y militante de la Juventud Trabajadora Peronista al momento de ser levantado de su casa por la dictadura cívico-militar. “Gigio” para su familia y “Tano” para sus amigos, Egidio había nacido en 1948 en Frascati, Italia y con 29 años fue la última vez que vio a su familia. Su esposa, Juana, hacía poco más de diez días había cumplido 26 años y tenía fecha de parto para noviembre o diciembre de 1977. Los subieron a autos separados y varios testigos en los juicios a genocidas aseguraron haberlos visto en Campo de Mayo.

Para Lorena, el 6 de julio de 2022 llegó una luz de Justicia. Aquel día, el Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín condenó a diecinueve genocidas con diversas penas, todos imputados dentro de la Megacausa de Campo de Mayo. Seis de ellos fueron llevados a la Justicia a través de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo acusados por "La Caída de los Ferroviarios", la causa que investigó el secuestro y desaparición de los padres de Lorena.

Hubo prisión perpetua para Santiago Omar Riveros, Luis Sadi Pepa, Carlos Somoza y Carlos Tamini. Para Hugo Miguel Castagno la condena fue de 22 años. Carlos Francisco Villanova, conocido como "El Gordo 1", se murió unas pocas semanas previas a la sentencia.

En este momento de la charla, Lorena retoma el recuerdo de su familia. Dice que visualiza un momento de años atrás, cundo su hija Kiara tenía 3 años y medio y su hijo Juan sólo once meses. “Estaba hacienda nada en casa y dije ‘puta madre’, la misma diferencia que teníamos con Flavia, mi hermana, aquel día, y me puse en el lugar de mi vieja que nos tuvo que dejar sin saber qué iba a pasar, sin saber que nos subieron a un auto y luego nos bajaron para dejarnos con un vecino”, vuelve a soltar entre lágrimas.

Hoy Kiara tiene 17. “Con ella dimos una charla junta”, cuenta con otro sonido de lágrimas. Repasa que, durante la el transcurso de la escuela primaria, su hija tuvo de compañero un nieto de militares y todos los días volvía indignada por las discusiones que tenía con él. “Hoy hay un nivel de respeto a la historia que les tocó vivir”, señala sobre el día a día actual.

A pesar de todo lo que sucedió en las últimas semanas, Lorena asegura tener muchas esperanzas en los jóvenes. “Muchas veces son criticados como conjunto por haber votado a Milei, pero los jóvenes de a pie están bien parados y bien centrados”, remarca.

“No son humanos”

Al hablar de sus hijos y cómo se desarrolla la vida de los jóvenes de hoy, Lorena cuenta el trabajo que se viene haciendo desde su dirección, la cual de depende de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia que encabeza Matías ‘Gitano’ Moreno. Habla de la visita de estudiantes de la Faculta de Artes de la Universidad Nacional de la Plata y el recorrido al Centro Clandestino de Detención “La Cacha”.

También menciona las charlas con el equipo de Antropología Forense de la Nación y el Archivo General que participaron de las investigaciones en el CCD. La cercanía con estudiantes de escuelas secundarias, con hogares de abrigo y distintas experiencias donde Lorena también cuenta la historia de su vida: “Acá no vengo a contarles un relato o una consigna, es algo que pasó”.

Destaca que la recepción es muy buena y hay un entendimiento de la historia. Anuncia que el próximo 16 de septiembre realizarán actividades con la Federación de Estudiantes Secundarios al cumplirse un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices. “En la tele se impone cierto discurso, pero eso no está en los pibes en la calle, así que vamos a ver los resultados cuando tengan que volver a votar”, apunta.

“Les decimos a los chicos que no es que inventamos ni repetimos como loros una consigna, sino que esto está fundamentado en sentencias judiciales a nivel nacional e internacional, que son los mismos organismos que nos felicitaron y nos dicen ‘es por ahí’”, señala Lorena. Por eso lamenta que Javier Milei, junto a Fernando De la Rúa, sean los únicos presidentes desde 1983 a la fecha que no mantuvieron un encuentro con Abuelas.

No quiere que se pierda dimensión de lo sucedido entre 1976 y 1983. No deja pasar por alto en ningún momento de la charla que la foto con los genocidas fue una “provocación”. Asegura que, más allá de que hoy se conocieron los proyectos ocultos para darles prisión domiciliaria a los militares condenados por delitos de lesa humanidad, “seguirán intentando por otro camino porque es una promesa de campaña de Villarruel”.

Y dice: “No dejo de pensar que cuando se encontraron con jóvenes en centros clandestinos y no tuvieron ninguna humanidad con ellos ni con mujeres embarazadas, haciéndolas parir en las peores condiciones, donde las engañaban con que iban a entregar a los hijos a las familias biológicas y les hacían firmar cartas para autorizar las entregas pero después se quedaban con sus hijos. No fueron humanos. ¿Por qué tenemos que ser humanos si nuestros abuelos y madres quisieron estar en los lechos de muerte de sus nietos e hijos y hoy están desaparecidos?".