Mientras apalea jubilados que protestan por haberes miserables y la actividad económica no muestra signos de recuperación consistentes, la dupla Milei-Caputo tiene un único objetivo de cortísimo plazo: perforar la tasa de inflación del 4% mensual para bajarla al rango de 0% a 2% mensual, sin importar costos.

Para alcanzar esta meta, el Presidente ejerciendo en la práctica el cargo de ministro de Economía y el titular del Palacio de Hacienda actuando como secretario de Economía han lanzado tres medidas de riesgo:

1. Utilizar reservas del Banco Central para frenar las cotizaciones de los dólares financieros.

2. Bajar el Impuesto País para importaciones de bienes y fletes.

3. Disminuir aranceles de importación de insumos difundidos (acero, aluminio, PET, entre otros).

La jugada es arriesgada porque disminuye la cantidad de dólares disponibles del Banco Central, pierde recursos de las cuentas públicas e incrementa la demanda de dólares de las reservas.

Evitar que la brecha cambiaria se desmadre

La primera iniciativa apunta a disminuir la brecha cambiaria, que ha bajado de un pico de casi 60% a mediados de julio a 35% en la última semana. El costo fue la entrega de 400 a 600 millones de dólares del Banco Central, según cálculos de diferentes consultores de la city, para disminuir la cotización del dólar contado con liquidación.

La brecha cambiaria es un potente generador de expectativas de devaluación y, por lo tanto, de remarcaciones de precios en forma preventiva. El temor a un ajuste cambiario induce a un comportamiento de cobertura con aumentos de precios de bienes y servicios. La tasa de inflación entonces no puede seguir retrocediendo.

La diferencia entre el tipo de cambio oficial y las cotizaciones de los dólares financieros y blue también actúa como una potente variable de desestabilización. Reducir y estabilizar la brecha es un objetivo económico-financiero y, a la vez, una misión política prioritaria en el gobierno de Javier Milei.

En un régimen de control de cambios es casi inevitable la existencia de precios de dólares diferentes. La administración de este complejo cuadro financiero es fundamental para que la economía eluda la inestabilidad latente por la brecha cambiaria.

El costo es la merma de las menguadas reservas del Banco Central que, al mismo tiempo, alimenta expectativas de devaluación y de default de la deuda pública en dólares.

El Gobierno dispuso la reducción de la alícuota del 17,5 al 7,5% del Impuesto País para importaciones y fletes. Imagen: Guadalupe Lombardo.

No es seguro que bajen los precios con menos impuestos a las importaciones

La reducción de la alícuota del 17,5% al 7,5% del Impuesto País, ajuste de los 10 puntos porcentuales que Milei subió cuando comenzó su gobierno, busca disminuir el costo de los productos importados y, de este modo, obtener un retroceso de la tasa de inflación.

El supuesto impacto de esta medida, según coinciden economistas del establishment, es una caída de 0,5% a 0,7% en la tasa de inflación de septiembre. A la vez, calculan un incremento de la demanda de dólares por parte de importadores por un total de 1500 millones de dólares, puesto que existe una demanda reprimida de las últimas semanas a la espera de la reducción impositiva.

Otro efecto es la pérdida de recursos fiscales estimada de 0,73 y 1 billón de pesos hasta fin de año, equivalente de 0,13% a 0,18% del PIB. Estas cifras representan de 14% a 20% del superávit fiscal anualizado.

Economía espera que las firmas importadoras de insumos y los supermercados que compran productos en el exterior para las góndolas reduzcan precios. El índice de precios mayorista elaborado por el Indec muestra que, en julio, los productos importados subieron 222% interanual, mientras el tipo de cambio oficial más el Impuesto País lo hizo en 270%. Estas cifras no indican que necesariamente haya un retroceso de estos precios, como desea el equipo económico.

El costo probable de la medida es el aumento de la demanda importadora con el consecuente incremento de la presión sobre las reservas del Banco Central.

Apertura comercial para bajar precios

El golpe a los productores siderúrgicos (Techint y Acindar) con posición dominante en el mercado local, facilitando la importación al eliminar trabas burocráticas, transparenta un mercado distorsionado. La Secretaría de Industria y Comercio informó que modificó el reglamento técnico del acero "para simplificar y bajar los costos de importación" de este producto que, según consideró, "en Argentina es de 20% a 50% más caro que el promedio mundial".

Pese a los diversos e inmensos beneficios (impositivos, financieros y de protección comercial), el grupo de la familia Rocca vendía insumos clave para otras industrias con un sobreprecio de hasta el 50% en comparación internacional.

Situación similar arrastra Acindar, ahora en manos del grupo internacional ArcelorMittal. La medida alcanza a los principales productos de acero para la construcción como chapas (para techos, cerramientos, estructuras portantes), perfiles, hierro redondo para hormigón, mallas, vigas y tubos.

Las industrias automotriz, autopartista y metalmecánica no tendrán que tramitar excepciones para importar acero que no se destine a la construcción. Lo mismo sucederá con chapas para lavarropas y línea blanca, que podrán integrar chapas de acero sin necesidad de realizar trámites.

El interrogante de esta iniciativa es si el efecto será una baja de precios en el mercado doméstico o un incremento del margen de ganancia de las empresas, con el costo de un aumento de importaciones y la consiguiente presión sobre el stock de reservas del Banco Central.

La apuesta oficial tiene un único objetivo de cortísimo plazo: perforar el 4% para bajar la inflación al rango de 0% a 2%. Imagen: Carolina Camps.

Más importaciones

El Ministerio de Economía tiene en carpeta otra medida de apertura comercial con reducción de aranceles de tres insumos clave para la industria alimentaria: el PET (plástico utilizado para la fabricación de las botellas para las bebidas), la hojalata y el aluminio.

En el primer caso, las importaciones de PET pagan 12,6% de arancel, por lo que la reducción beneficiará a quienes quieran importar la materia prima, pero afectará a la petroquímica mexicana Alpek que produce este insumo en el país.

En mayo pasado, Economía había avanzado en este mismo sentido cuando redujo los aranceles para la importación de heladeras y lavarropas de 35% a 20%; de neumáticos, de 35% a 16%; de los principales insumos plásticos, de 12,6% a 6%, y de una amplio abanico de fertilizantes y herbicidas.

Estrategia con miras al primer trimestre de 2025

El último reporte de la consultora PxQ, dirigida por el economista Emmanuel Álvarez Agis, ofrece una esclarecedora evaluación de esta estrategia económica de Milei-Caputo. Explica que el programa del oficialismo es uno en el cual la desinflación temprana se impone como un mandato político-social, que obliga a agregar un ancla cambiaria como ayuda al recesivo ancla fiscal.

Menciona que el Gobierno prioriza una desinflación liderada por los bienes transables (y, con esto, de la inflación núcleo), en un contexto donde los no-transables (los regulados) deben liderar la recomposición de precios relativos.

Advierte que el riesgo de tal esquema es que la apreciación cambiaria impacta sobre el tipo de cambio paralelo y éste, a su vez, sobre los precios. Para agregar que con la decisión de utilizar reservas escasas para intervenir en la brecha, el Régimen especial de ingreso del Impuesto sobre los Bienes Personales y el blanqueo de capitales serán centrales para morigerar la presión sobre el dólar contado con liquidación y fortalecer reservas, respectivamente.

El informe revela cuál es la meta de Milei: bajar el paralelo y fortalecer reservas para que, finalmente, la economía llegue al primer trimestre del año próximo con una inflación debajo del 2% mensual, de manera tal de maximizar las probabilidades que el traslado a precios de la devaluación necesaria para salir del cepo sea en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI, que implica unificación cambiaria, suba de la tasa de interés y esquema controlado de intervención cambiaria.

¿Puede salir bien?

El interrogante que recorre el mundo empresarial es si la estrategia económica de Milei, que va acumulando tensiones cambiarias y fiscales, puede tener éxito en lograr la estabilidad de precios.

Una pista para evaluar esta posibilidad es identificar el marco teórico abrazado por Milei y cuál fue el resultado en otro momento político cuando fue llevado a la práctica.

Cuando Milei dice que no le importa tener dólares porque tiene superávit fiscal para comprar los dólares, está expresando, de modo confuso, que su plan tiene su base teórica en lo que se conoce como Enfoque Monetario de la Balanza de Pagos.

La idea principal de esta teoría es que la Balanza de Pagos (el saldo en dólares de la cuenta corriente -exportaciones e importaciones de bienes y servicios- y de la cuenta de capital -flujo de inversiones financieras y productivas del exterior-) es esencialmente un fenómeno monetario.

Uno de los economistas de cabecera de Milei, Ludwig von Mises, llega a la conclusión de que los mismos principios que determinan la distribución de los saldos monetarios entre las personas determinan la distribución de los saldos monetarios entre las naciones. Esto es así, según Mises, porque el saldo monetario nacional no es más que la suma de los saldos monetarios de los residentes del país.

Por este motivo, Milei dice que no le importa tener dólares porque tiene superávit fiscal para comprarlo y pagar los vencimientos de intereses y capital de la deuda pública en moneda extranjera.

Creer o reventar

Ricardo Arriazu es uno de los pocos consultores del establishment que manifiesta entusiasmo con la estrategia económica de Milei. Será una forma de probar que lo que fracasó en el pasado, siendo él uno de los protagonistas, hoy pueda tener éxito.

La historia cuenta que, a fines de 1978, hubo una reunión entre Adolfo Diz, presidente del Banco Central, su asesor Ricardo Arriazu y el ministro José Alfredo Martínez de Hoz en el Palacio de Hacienda.

Diz y Arriazu se despidieron del encuentro con el compromiso de estudiar un esquema que no dejara flotar el tipo de cambio y, a la vez, fuera capaz de detener la inflación rompiendo la indexación. Pensaron en un esquema basado en un sistema similar que había utilizado Chile unos años antes. Así nació la tablita cambiaria de Martínez de Hoz. El sustento teórico fue el Enfoque Monetario de la Balanza de Pagos. Milei lo repite con otra tablita cambiaria de ajuste mensual del 2% del dólar oficial.

Roberto Frenkel publicó en Clarín, el 25 de agosto pasado, el artículo “Un enfoque monetario convertido en una cuestión de fe, como en la religión: creer o reventar”.

Recuerda que en los albores de la globalización financiera, a fines de la década del '70 y a comienzos de los '80 existía la idea de que el equilibrio fiscal era condición suficiente para asegurar la sostenibilidad de los contratos internacionales que estaban en expansión (deuda externa).

Explica que la teoría del enfoque monetario del balance de pagos no planteaba diferencia alguna entre el origen público o privado del déficit de cuenta corriente del balance de pagos, ya que su sostenibilidad dependía exclusivamente de la política monetaria.

Indica que “nuestro gobierno convirtió esa teoría errada y sin fundamento en un dogma de fe, similar al de la santísima trinidad para los católicos”. Para concluir: “Como solía decirse, hay que creer o reventar”.

No es necesario ser un experto en materia económica para, con el aprendizaje de políticas similares aplicadas en el pasado, anticipar cuál será el desenlace del plan de Milei.