“No hay bienestar de una parte del sistema si todo el sistema no está en equilibrio”, dijo Jorgelina Hiba, periodista especializada en temas ambientales y coautora de “Paraná Extremo”, un informe sobre los aspectos socioambientales del río tras la bajante histórica iniciada en 2019 -combinada con quemas e incendios también trascendentes-, que se presentará el próximo miércoles en la sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Se trata de una narración coral que combina “el conocimiento científico y el relato de la gente que vive en el lugar”, que no es otro que el humedal que está ahí enfrente, tan a la vista que a veces deja de ser evidente. Sin prescindir del encantamiento que produce la belleza del paisaje, el trabajo que también cuenta con la participación de la Universidad y de la ONG “El Paraná no se toca”, se centra en “las tensiones que provocan las intervenciones humanas sobre el ecosistema, que abren un montón de preguntas sobre cómo responde el río a todo eso”, afirmó Hiba.

Una coincidencia de miradas sobre un hecho concreto motorizó el informe multimedia que se presentará esta semana: la bajante del Paraná entre 2019 y 2023 –la más prolongada de la historia, según el Instituto Nacional del Agua- desnudó los efectos de las acciones antrópicas sobre el río. Los dejó a flote, por decirlo de algún modo.

“En los últimos cuatro años, desde que empezó la bajante más prolongada desde que hay registros y que tuvimos los incendios como nunca habíamos visto, cuando hacía las notas para los diferentes medios en los que trabajo lo que escuchaba de parte de científicos y habitantes de las islas era: ‘Esto nunca lo vi, nunca estuvo tan seco, nunca se inundó tanto’”, contó Hiba a Rosario/12.

Jorge Bártoli, de la ONG “El Paraná no se toca”, lo dirá así: “El principal actor del río y del humedal, que es el agua, cuando no está deja aparecer con mucha crudeza los problemas de fondo, que nosotros sabemos que siempre están, pero desaparecido este actor sale a la luz toda la problemática”.

Viejos conocidos

La problemática, para quienes se hayan acercado al asunto, aunque sea superficialmente, es bastante conocida: expansión de la frontera agrícola y traslado de la ganadería; deforestación; cambio climático; dragado del río para la navegación comercial; construcción de represas, puentes y terraplenes, estos últimos no siempre en relación armoniosa con las normas.

Algunos de los efectos de la acción humana en términos productivos sobre el ecosistema del humedal y su biodiversidad están descriptos en el informe “Paraná extremo”.

Entre otros, enumera la reducción del tamaño de las piezas de los peces que se extraen; crecimiento exponencial de las toneladas de sábalos que se exportan; “normalización” de sequías e inundaciones que eran inhabituales; interrupción de canales naturales por la construcción de terraplenes; cambios en la composición sedimentaria del río por diques y represas y su consiguiente afección en la flora.

El informe señala que “según el trabajo ‘El Delta del Paraná’, de Wetlands International, las áreas endicadas pasaron de ocupar el 10% de la región en 2005 al 14% en 2013, una superficie seguramente mucho mayor al día de hoy”.

Y agrega que “en muchos casos, esta alteración agresiva del régimen hidrológico del territorio es consecuencia de la ganadería de islas, que de esta manera busca facilitar la circulación o evitar el ingreso del agua al interior de los campos”.

En otro tramo, el geólogo especializado en morfología fluvial de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Carlos Ramonell, explica cómo la construcción de la central hidroeléctrica Itaipú, compartida por Paraguay y Brasil, provocó que los sedimentos que aporta al Paraná el río Bermejo, pasaran del 56 al 90%, lo que afecta los nutrientes de los que se sirve la vegetación autóctona. El río arrastra más arena y menos limo y arcilla.

No tan infinito

La bajante histórica, para los autores del informe expuso también la debilidad de un mito: la infinitud de ese enorme caudal de agua marrón.

“En esta crisis quedó muy evidenciado, cuando respiramos humo y vimos el fuego, que es un ecosistema finito. Estamos mal acostumbrado a creer que es eterno y enorme, y que nunca se acaba al río”, dijo Hiba, para agregar que “nos encontramos con qué sí, y que nos afecta en la vida urbana, porque respiramos aire contaminado, porque hay poca presión de agua como consecuencia de que no se puede extraer el recurso”.

Por ese motivo, afirmó, “no hay bienestar de una parte del sistema si todo el sistema no está en equilibrio”.

Para Bártoli, el Paraná “es un río que nos está dando claras señales de que no es un recurso natural tan infinito como nosotros pensábamos, y que está atravesando una situación crítica”.

El referente de “El Paraná no se toca” aseguró que “si hay que hacer un análisis de cuál es el estado actual de la biodiversidad de los humedales en nuestra zona, es una situación catastrófica para las poblaciones de peces, para muchas poblaciones de mamíferos, ya que hay especies que están prácticamente desapareciendo de nuestra zona”, como los carpinchos y las nutrias.

“Fueron exterminadas con las bajantes y las quemas, y hubo una masacre producid por los cazadores furtivos”, aseguró.

A pesar del nombre que lleva la ONG de la que participa, Bártoli cree que se pueden equilibrar la producción y el cuidado del ambiente. “Por supuesto que se pueden compatibilizar, no somos extremos al punto de decir que el humedal debe ser una zona intangible, donde no hay que hacer ninguna actividad productiva”.

El activista aseguró que “la ganadería es compatible con la preservación, pero en determinada proporción y con determinados métodos de uso”, de la misma manera que “la pesca y la apicultura”.

El informe “Paraná Extremo” se presentará el próximo miércoles a las 19 en Maipú 1050, sede Gobierno de la UNR. Además de Hiba y Bártoli, participarán Guillermo Montero (secretario General de la UNR) y Julián Aguilar (pescador) y una de las voces del trabajo.

Sobre el nombre, Hiba señaló que “’Paraná Extremo’ no solo en lo negativo o lo malo, sino extremo por muy tensionado por las intervenciones humanas sobre el ecosistema, que abren un montón de preguntas sobre cómo responde el río y ese ecosistema, a partir de situaciones naturales como los cursos de bajante y sequías, la transformación del paisaje, etcétera. A esa variabilidad natural, le sumamos una presión antrópica nunca vista”.

El trabajo, que puede verse en www.paranaextremo.ar, cuenta con textos de la periodista, fotos y video de Celina Mutti Lovera e ilustraciones de Saskia van Drunen.

 

“Es una especie de multimedia y, el interés de que el texto estuviera acompañado por fotos, videos e ilustraciones, es porque la idea es que no fuera algo bajón, algo catastrofista, sino escapar de eso y poder entrar por la belleza de la imagen, hacer una transmisión de la belleza del paisaje y no dejar de problematizar las cuestiones que tensionan ese ecosistema”, cerró Hiba.