En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, cuestionó el veto del Presidente Javier Milei al aumento de las jubilaciones aprobado por el Congreso y aseguró que el nombre del mandatario ya es sinónimo de “crueldad”. Frente a este panorama, puso la lupa sobre los movimientos sindicales: “Esperamos mucho de la respuesta sindical a esta aventura alocada y absurda del Presidente”.

El editorial de Víctor Hugo Morales

Si Milei está intentando irse, algo posible en su dramática volatilidad mental, puede entenderse lo que hizo anoche. Sentarse frente a un papel que condena a mayor pobreza a los jubilados exige ser, por lo menos, un desquiciado. La crueldad empieza a perder valor como palabra. Milei, al ser mencionado, la potencia. Vos decís Milei y estás diciendo más que crueldad.

Refugiado en mentiras estrambóticas, como la suma que costaría al Estado hablar de 370 mil millones de dólares. Qué disparate. O afirmar que los jubilados le ganan a la inflación un cinco por ciento después de meterles la mano en el bolsillo desde el inicio de su gestión, torna volátil cualquier discusión. No podés ni entrara a argumentar, no vale la pena.

Dice que en dólares el poder adquisitivo de los jubilados “voló”, le pone alas a cualquier falacia. Es impune y brutal. Y los jubilados dicen que el gobierno de Milei es criminal y que no van a aceptar que esto es un gerontocidio. Y, ¿qué pueden hacer?

Los ricos beneficiarios de su administración Milei deberían sujetarlo. Los prestamistas y el Fondo Monetario Internacional tendrían que controlarse en su despiadada avaricia, decirle "no te pedimos tanto, para la mano".

Sería bueno que lo hicieran porque saben que lo que gravita el aumento es nada, no los afecta. Pero Milei se siente un prócer al representarlos, un baluarte de la derecha económica.

Se espera la respuesta sindical. Por el pueblo trabajador que representan y por los propios sindicatos, último bastión de resistencia de lo colectivo. El ataque de las derechas ahora es hacia ellos porque cuando no haya nada vivo de lo colectivo, tendremos el final de todo.

Ya no habrá nada en el mundo que pueda defender a los jubilados. Por lo tanto, esperamos mucho de la respuesta sindical a esta aventura alocada y absurda del Presidente