Durante el acto por el Día de la Industria, el presidente Javier Milei ratificó ante los principales popes de las grandes corporaciones aunadas en la Unión Industrial Argentina (UIA) lo que es y lo que será la hoja de ruta y dogma de su Gobierno: “Vinimos a achicar el Estado para agrandar el bolsillo de ustedes”.

El virtual juramento de fe expresado clara y abiertamente por el jefe de Estado fue una ratificación de que el ajuste sobre los sectores más desprotegidos, la eliminación de derechos laborales y sociales, la apertura de la economía en detrimento del desarrollo nacional, la entrega de las riquezas naturales y la represión seguirán siendo parte del día día hasta el final de su mandato.

De hecho, volvió a fustigar la “justicia social”, cuestionó la legislación laboral vigente, volvió a referirse a los legisladores nacionales como “degenerados fiscales”, habló de “periodistas ensobrados” y en tono mesiánico aseguró que su administración “vino a destruir al monstruo mitológico de varias cabezas” parecido a “un Leviatán empoderado” que es el Estado.

“Esta administración está empecinada en reducir el costo argentino en la totalidad de la vida económica para mejorar la competitividad en todos los sectores productivos. Vinimos a achicar el Estado para agrandar el bolsillo de ustedes”, le dijo a los industriales sentados delante de él.

Durante su discurso, el Presidente anticipó también que no renovará la vigencia “del nefasto Impuesto Pais”, que había sido creado transitoriamente para aplicar a las operaciones financieras en la compra de divisas. El anuncio generó aplausos, los únicos en el intermedio del discurso.

Según el mandatario, el fin de ese impuesto (que hoy se redujo en un 10 por ciento para importadores) “va a impulsar una baja en los productos importados” y ayudará “a bajar los costos operativos de las empresa”.

“Nosotros vinimos a bajar impuestos, no a subirlos”, enfatizó omitiendo la constante e incandescente suba que afecta principalmente a los sectores bajos y medios tras la desregulación de los servicios públicos.

En su defensa al establishment, Milei volvió a cuestionar la intervención del Estado en la actividad privada en función de la justicia social. “El Estado arbitró con mano férrea la relación entre sectores de la economía robándole a uno para darle a otro. ‘Justicia social’ le llaman”, afirmó.

En otra de sus singulares interpretaciones de la historia sostuvo que sigue vigente el criterio de campo vs industria y consideró que en los últimos años “para proteger a la industria se le robó al campo”, y puntualizó que para él “la mejor política industrial es tener una política fiscal y monetaria”.

“¿Cómo prefieren que sean sus compradores, familias con capacidad de ahorro que progresen o familias empobrecidas que tienen que adelantar consumo comprando lo primero que encuentren en 24 cuotas?”, preguntó de manera retórica y sin aclarar que el nivel de empobrecimiento durante sus ocho meses de gestión fue el más rápido que tuvo la Argentina en los últimos veinte años.

Por otra parte, acusó al Congreso de ser el responsable de la desconfianza de los mercados internacionales. “El Riesgo País sube cada vez que los degenerados fiscales del Congreso pasan leyes impagables sin decir de dónde sacar la plata”, dijo en alusión a la ley de aumento jubilatorio que él vetó.

“No importa cuántas regulaciones quieran inventarse para proteger a los trabajadores. Cualquier regulación que atente contra el valor de la moneda y la capacidad del sector privado de generar riqueza, genera pobreza.”

En ese sentido, habló de “leyes vetustas” que aumentan “el costo laboral”, e indicó que para él “hay una sola forma de que los trabajadores estén mejor: con un Estado que proteja el valor de su dinero y un sector privado pujante”. Es decir, el sector privado al que él prometió “llenarles el bolsillo” a costa de lo que fuere.