Bueno, no sé si hay una película de la que soy “fan”. O ha cambiado mucho según distintos momentos de mi vida. A veces tiene que ver con algo que estoy trabajando, y otras es al revés, una película determinada me puede hacer trabajar en algo. Europa 51 es una de las películas por la que tuve devoción. La vi por primera vez hace muchos años y volvió a mi cuando empecé a trabajar en la adaptación de La Patota de Borrás y Tinayre. La historia la pueden conocer, pero la resumo por las dudas: Irene, una extranjera en Roma, casada con el embajador de Inglaterra, después de una tragedia familiar, comienza a acercarse a los barrios bajos de la ciudad. No se explica bien por qué –si por remordimiento por lo que pasó o por culpa de clase, o porque quiere dar el amor que no pudo darle a su hijo, o por todo a la vez– pero comienza, a través de un amigo periodista, militante comunista, primero a ayudar a un niño que no puede comprar la medicación que necesita; luego a una mujer que cría sola a un grupo de niños; luego a todos en la zona. A partir de ahí se narra el progresivo proceso de desclase de la protagonista. Y de sacarse de encima las instituciones: primero la familia, luego su clase social, después la política, la religión, todo. Rossellini quiere contar la historia de una santa atea, o de una especie de mártir de su época. Hay un momento clave en la película, en el que el personaje de Ingrid Bergman, reemplaza a su amiga Guilietta Massina, en la fábrica en la que trabaja. Cuando vuelve de su primer día de trabajo se encuentra con su amigo periodista, militante comunista, con quien habla de política, y le dice que en la fábrica tuvo la sensación de estar “viendo condenados”. Su amigo le responde que por eso mismo “hay que generarles conciencia, una conciencia de clase”. Ingrid Bergman piensa y dice, “Claro, darles esperanza”. El amigo la corrige de inmediato. “No, no. Conciencia, generar conciencia de clase”. Para Ingrid, y para Rossellini, generar conciencia de clase y dar esperanza, es lo mismo.

Otra razón por la que Europa 51 me interesa particularmente es Ingrid Bergman. Ingrid Bergman es una actriz sueca, de formación clásica, que después de trabajar un tiempo en su país, se mudó a Hollywood, y en poco tiempo se transformó en la actriz más prominente de su época y en la mimada de los estudios de Hollywood. En pocos años trabajó con los mejores directores. La nominaron al Oscar varias veces. Hizo Spellbound y Notorius con Hitchcock; la mítica Casablanca con Humphrey Bogart. Pero un día en Nueva York vió Paisa de Rossellini (algunos años antes ya había visto Roma ciudad abierta), y se decidió a enviarle una carta a su director. Algo así: 

Querido Sr. Rossellini: 

He visto sus cintas Roma Ciudad Abierta y Paisá, y las he disfrutado mucho. Si usted necesita una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no ha olvidado su alemán, que no entiende mucho de francés y que en italiano sólo puede decir “ti amo”, estoy lista para viajar y hacer un filme con usted.

Ingrid Bergman

Por alguna cuestión del azar, Rossellini recibió la carta el día de su cumpleaños. La respondió de inmediato diciendo que era un gran admirador y que tenía una película que quería hacer junto a ella desde mucho tiempo atrás. En la carta le describe el argumento de Stromboli. Una mujer extranjera en un campo de refugiados, lejos de su país, que se casa con un soldado para salir de ahí, y se va a vivir a una remota isla al sur de Italia, cercana al volcán Stromboli. El guion no existía y la idea ni siquiera pertenecía a Rossellini si no a su amigo Sergio Amidei. Igual escribieron el guion, Ingrid aceptó hacer la película, y durante el rodaje se enamoraron. Para cuando se estrenó Stromboli, Ingrid Bergman había sido declarada persona no grata en Estados Unidos y recibía el odio de todos los que fueron sus admiradores. Había abandonado no solo una carrera brillante en Hollywood sino también a su marido y a su hija. Ingrid se quedó en Italia. Se casó con Rossellini con quien filmó cinco o seis películas: Stromboli, Europa 51, Viaje por Italia, Juana de Arco en la Hoguera, La Paura… y puede que alguna más. Y tuvieron tres hijos, Robertino y las gemelas Isabella e Isotta. Una linda historia de amor.

Durante los seis años que estuvieron juntos Ingrid Bergman no filmó con ningún otro director. Hasta que casi al final hizo una de las últimas películas de Jean Renoir (que era amigo de Rossellini), Elena y los hombres. Y finalmente se separó de Rossellini cuando se fue a filmar Anastasia, otra vez en Hollywood. Los malos rumores dicen que ella estaba cansada de la vida modesta que tenía que llevar junto a él. También se dice que Rossellini era celoso, posesivo, controlador. Y no podía con ella. Ingrid Bergman es un emblema de mujer libre.

También está Simone Weil en Europa 51. Una filosofa-intelectual francesa, de familia judía-atea, en la que Rossellini declara haberse inspirado para trabajar en esta película. Simone Weil fue un personaje particular. Estudió filosofía y literatura, se movió en los ámbitos intelectuales más prestigiosos de Francia. Pero abandonó el trabajo docente convencida de que el lugar de los intelectuales eran las fábricas. Que solo así podían llegar a comprender el sentir de la clase trabajadora. Trabajó durante algún tiempo como obrera en la fábrica de Renault. También peleó en la guerra Civil española. Luego empezó a tener una relación conflictiva con la política revolucionaria, y por algún motivo que no se entiende, comienza a interesarse en el catolicismo. Aunque también por supuesto, con una relación conflictiva con la institución Iglesia. Imagino que, en ese cruce de política y fe religiosa, y en la imagen de Simone Weil en la fábrica es de donde viene Europa 51 para Rossellini. Dicen que el proyecto empezó como una biografía de Simone Weil. Hay algo en esa fragilidad (que es rebeldía) de Irene, de Ingrid Bergman, de Simone Weil, que me resulta profundamente conmovedora. Me gustan las películas que abren puertas, que llevan a otras puertas, y a otra, y que pueden volverse infinitas.


Santiago Mitre (Buenos Aires, 1980) es guionista y director de cine. Fue uno de los directores de El amor (primera parte), luego escribió y dirigió El estudiante, el mediometraje Los Posibles, en codirección con Juan Onofri Barbaro; la remake de La Patota protagonizada por Dolores Fonzi. La Cordillera es su film más reciente.