El juego y el deporte son, desde sus orígenes, una poderosa herramienta para lograr armonía social. El deporte contemporáneo organizado y progresivamente reglamentado, desde hace casi dos siglos, llegó primero para complementar las expectativas lúdicas de las élites económicas y, luego muy de a poco, hacia la población toda. Pero tan de a poco que no ha terminado de llegar nunca a toda ella. A veces utilizados políticamente por diversos regímenes, sus beneficios exceden con amplitud todo reparo que se les haga, por su cercanía o manipulación desde el poder.

París mostró la irrupción de nuevas modalidades, en un esfuerzo del Comité Olímpico Internacional (COI) por acercar más a la juventud, y también para recuperar visibilidad y mercados, lo que ciertas disciplinas en permanente retroceso de participación y difusión ya no producen.

Así es que por ejemplo se incorporó el breaking, que tuvo sus inicios hace algo más de 50 años, entre los entonces olvidados y rechazados adolescentes pobres del Bronx en Nueva York. Hoy difundido en muchos países, ha escalado notablemente en cuanto al perfil social de sus practicantes, que ya no son solamente los niños y adolescentes aislados de aquellos modernos ghettos, sino jóvenes de ambos sexos y de extracción social diversa. Esto logró que no sea más visto como un sub producto cultural, desdeñado desde las alturas , sino como una dinámica y alegre actividad. Cuestionado por algunos especialistas por no ser un deporte con reglas muy definidas, quizá su punto más débil es el que le da su atractivo en una franja amplia de la juventud. 

Otros dos deportes también debutarán en Los Ángeles 2028: el Lacrosse y el Flag football. El Lacrosse tuvo su origen en pueblos indígenas de América del Norte, teniendo luego algo de difusión y práctica en colegios acomodados de Canadá y Estados Unidos. Este deporte nunca ha tenido una difusión mundial en gran escala, y se espera que su importancia crezca con el espaldarazo de su inclusión olímpica.

El Flag Football nace a inicios de los '40 en las bases militares de los Estados Unidos, como una alternativa saludable al violento fútbol americano. Al eliminarse el contacto físico por la simple toma de las banderas colgadas en la cintura de los jugadores, el número de lesionados era muchísimo menor, estando la diversión de los soldados igualmente garantizada. Paradoja terrible aquella de proteger de lesiones, a los jóvenes que luego eran enviados a morir al frente de batalla.

Estados Unidos muestra con estos cambios su poderío económico y de lobby, incluso dentro del COI, haciendo imponer estas disciplinas que aún siendo simpáticas no tienen aún ni suficiente desarrollo ni popularidad en el mundo, desplazando para ello a deportes consolidados ya por largo tiempo o disminuyendo la cantidad de futuros participantes en otros. En definitiva, nada nuevo en el manejo del poder.

* Ex Director Nacional de Deportes.