Ayer comenzó en la escuela Francisco De Gurruchaga una experiencia singular: alumnos y alumnas, al ingresar al establecimiento, deben dejar en una caja, en la entrada, cada uno su teléfono móvil, para recuperarlo recién cuando concluyan la jornada y vuelvan a la calle. "Gurru 1.0" le dieron en llamar las autoridades de la escuela del barrio Agote, y se propone el desafío de prescindir de las pantallas, de la comunicación digital, y alertar a las familias –sobre todo de la escuela primaria, a la que acuden 400 niños y niñas– sobre el impacto de los dispositivos tecnológicos y la dependencia que generan en los más chicos.

Así funcionará la dinámica escolar durante esta semana, hasta el viernes. Incluso, los docentes se abstienen de usar el whatsapp con sus alumnos para enviar tareas o responder consultas. Todo por manuscrito y en el viejo cuaderno de comunicaciones.

La experiencia se juega entre las actividades previstas para conmemorar el 125° aniversario de la institución situada en Salta e Iriondo. “Es una escuela que usa mucho las herramientas digitales para enriquecer los aprendizajes, pero quisimos buscar una propuesta que de alguna manera le deje una huella a los chicos. Estamos atravesando una problemática: los chicos vienen con mucho sueño a la escuela por transcurrir muchas horas de la noche jugando online y a veces las familias no saben que esto esta pasando", contó la directora, Mariana Sánchez.

Por lo tanto, al menos esta semana, los estudiantes habrán de transitar las cuatro horas de clase –turno mañana o tarde– sin pantallas digitales, sean la del teléfono, la computadora o del televisor. 

 “No se va a poder dar clase con los dispositivos encendidos, pero van a estar desarmando computadoras para ver qué hay detrás", adelantó la docente. Y aclaró que los chicos pueden ingresar al establecimiento con sus celulares pero durante el turno completo deberán dejarlos en una caja.

"Procuramos reflexionar sobre la evolución de la educación y cómo la tecnología ha transformado la experiencia escolar", explica la comunicación de la escuela a la comunidad de padres. "Y generar generar un espacio para que los estudiantes vivan una experiencia diferente, similar a la que experimentaron generaciones anteriores".

Como parte del proyecto, en la escuela se dicta por estos días sendos talleres que convocan a la familia, uno sobre ludopatía digital y otro sobre ciberbullying. “Creemos que todos los actores que formamos parte de la comunidad educativa debemos hacernos cago y trabajar con medidas de prevención y acción para defender las problemáticas que nos tocan vivir en esta época", expuso Sánchez.

La docente reconoció que al principio la propuesta del apagón de pantallas generó "resistencia e incomodidad", pero luego los alumnos lo asimilaron. No tuvieron otra opción tampoco. "Hay una frustración frente al aburrimiento, pero a partir del aburrimiento surge la creatividad y el pensamiento crítico", replicó la directora.

"La escuela –concluyó– no puede estar ignorando lo que pasa en el afuera, debe trascender las puertas y también debe poder trabajar de manera conjunta con la familia porque la escuela sola no puede".