Casi como una postal de época o, quizás, una puesta estratégicamente pensada por algunos de los pocos industriales que osan criticar al Gobierno, el presidente Javier Milei habló en el Día de la Industria ante un atril que de fondo tenía ventanas con persianas totalmente cerradas, y entró al edificio por la puerta de atrás. En el peor momento de las fábricas después del menemismo y ya superando en cifras negativas a la COVID 19 y el 2001, el mandatario dio un discurso donde priorizó al campo sobre la industria que crea empleo, les avisó que deberán competir con o sin herramientas para hacerlo y hasta destacó que la sustitución de importaciones no es un objetivo, sino que el perfil de apertura pondrá al país en un rol de importador neto. 

Los únicos aplausos que recibió se dieron al anunciar la baja del Impuesto País, hecho celebrado por exportadores e importadores netos; y cuando sinceró los objetivos de su modelo económico: "vinimos a achicar el Estado para agrandarles el bolsillo a ustedes", aseguró al frente de una tribuna de ceos en el salón Petiribí de la sede de la Unión Industrial (UIA) en Avenida de Mayo. El mandatario llegó allí acompañado de su hermana Karina, la gestora central de su asistencia luego de meses trabajo para convencerlo; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el vocero Manuel Adorni y el secretario de Hacienda, Pablo Quirno, quien reemplazó al ministro Luis Caputo. 

"La consecuencia es que para proteger a la industria se le robó al campo y esa protección lo único que generó fue un sector industrial adicto al Estado", les espetó a los presentes, en un gesto que no gustó. Y siguió: "durante 100 años nos vendieron el cuento de que para tener una economía pujante debía hacerse pisoteando a los sectores dinámicos y exportados, en especial al campo", dijo, y aseguró que las asistencias estatales "perjudicaron a la economía". Asimismo, consideró que "el período de mayor expansión industrial fue con el modelo exportador y no el de sustitución de importaciones. En algún momento a mitad de siglo pasado, la política decidió que para que el país se desarrollara se tenia que producir todo acá, y empezó a arbitrar la relación entre los distintos sectores, robando a uno para darles a otros... La justicia social". 

La platea de la UIA, hace meses anestesiada y sin poder de lobby para plantear la crisis que atraviesan las pymes y hasta los gigantes, no pudo creer esos dichos pero siguió bancando lo que creen que es el fondo de la cuestión: el ajuste fiscal y la reforma laboral que les prometió el Presidente. Un rato antes de Milei, la entidad atinó a dejar algo de crítica en el discurso de su presidente, Daniel Funes de Rioja, quien aseguró que "no podemos más que valorar el esfuerzo por estabilizar las condiciones macroeconómicas, pues la inflación, la inestabilidad, el déficit fiscal y la imprevisibilidad no son un buen dato para nadie”. Renglón siguiente, apuntó algo de crítica al decir que “confiamos en que el ordenamiento de la macro conduzca también a poner énfasis en la micro, ya que una no puede existir sin la otra”. Por último, Funes avisó que será dificil competir en una economía abierta con estas características. Con timidez, casi que contrastó modelos: "la industria pretende un terreno equilibrado donde nuestro costo argentino no haga inviable la competencia frente a países que no exportan impuestos, que cuentan con infraestructura que permite reducir costos, con regímenes laborales modernos adecuados a las nuevas realidades productivas y con medidas de protección ágiles frente a la competencia desleal”, deslizó. 

Una imágen que ya se vio

El abrazo más efusivo que recibió Milei, por no decir el único, fue del petrolero Alejandro Bulgheroni, uno de los dueños que tiene un vínculo fluido con el mandatario y se alista entre los fieles al modelo. No asistieron al convite ni Paolo Rocca, de Techint, ni Luis Pagani, de Arcor, pero sí coparon las sillas principales Luis Galli, ceo de Newsan; Martín Cabrales; Gustavo Weiss, de la Cámara de la Construcción; Jaime Campos de AEA, Natalio Mario Grinnman, de la Cámara de Comercio y Javier Goñi, de Ledesma. El resto, la plana mayor de la UIA en charlas constantes con dos viejos conocidos: Juan Pazo, el ex socio de De Narváez en el rubro textil y actual secretario de Industria; y el ministro de Turismo, Daniel Scioli, que pasó de los brindis con cámaras pymes a celebrar la apertura importadora en cuestión de meses, tal se comentó en los pasillos de UIA. 

Como pocas veces en su historia, la UIA dejó que un presidente les diga en su propia casa cómo hacer política industrial, mientras los números de la actividad desde que Milei es presidente marcan récords históricos por la negativa y los despidos, cierres y suspensiones son moneda corriente. "Esto ya lo vivimos con Cabrera (el ministro de Macri) y con Menem, es lo que hay", dijo a Página I12 uno de los presentes. Tan alejado de las chimeneas estuvo el Presidente que, además de hablar del campo, aprovechó para pegarles a los bancos y avisó que irá a acompañar a Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre, en una inauguración esta semana. Inédito para semejante platea, que se puso contenta cuando adelantó que "esta mañana bajamos 10 puntos del nefasto Impuesto País. Es interesante porque muchas veces se han creado impuestos, se ha dicho que eran transitorios y después nunca se bajaron". 

Para la industria, en tanto, todos fueron palos directos o indirectos. Milei planteó que el sector "quedó subordinado a la sobreprotección del Estado con subsidios, créditos y aranceles para competir", lo que generó "una relación de tutela viciosa con el Estado que arrastramos hasta hoy". En otro pasaje del discurso, aseguró que "quitarles a uno para darles a otros no es una política económica" sino "un robo" y enfatizó en que "no hay valor, crecimiento ni ganancia sin estabilidad".

En esa línea, para sorpresa de muchos, consideró que "la mejor política industrial es tener una buena política fiscal y monetaria, honrar las deudas, terminar con la inflación, recuperar el calculo económico y devolverle a los argentinos el futuro y la capacidad de ahorrar y de manejar su propia economía". Asimismo, explicó que "ningún país quebró por abrirse al comercio internacional, de hecho, todos los que lo hicieron progresaron". Y concluyó que "lo único pernicioso es tener un Estado elefantiásico montado a sus espaldas. Nosotros vinimos a reducir al Estado para mejorar la competitividad, a achicar al Estado para agrandar el bolsillo". 

Hacia el final de la charla, viendo que las caras de la platea eran de preocupación por el tema importaciones, que como develó este diario el fin de semana va a poner a la producción nacional en una crisis, Milei dejó una frase que no alcanzó para que los empresarios se vayan tranquilos: "No los vamos a dejar tirados, vamos a abrir la economía cuando estén dadas las condiciones estructurales para que las empresas competitivas sean las más competitivas posibles”, explicó. Por ahora, los industriales bancan el rumbo y el ajusto, pero el temor que tienen a una vendetta les impide decir lo que manifiestan en privado: que la situación de la industria es crítica y que, a la vista, no hay soluciones claras.