Una vez al mes sucede un ritual que pone los cuerpos en estado de trance. En la fiesta Pop Hereje “le rendimos culto máximo al pop”, explica Fede Haro, uno de los tres Dj´s encargados de seleccionar y hacer sonar los himnos del pasado, presente y futuro. Es que esto que suena lejos de ser tan solo música es -en palabras de la host, Laurent Tropikalia- “una expansión de nuestra identidad”.

Desde su comienzos en 2017, Pop Hereje tuvo muchos formatos y casas. Ahora habita el centro cultural de la zona de Abasto (CABA) El Maquinal. La fiesta sucede en dos espacios: el de entrada donde la luz es más cálida y la música permite la charla; y el “de atrás” que consta de un pasillo coronado de gradas que al recorrerlo te conecta con los tacos y borcegos endemoniados que se mueven al ritmo de la música. En esta parte la cabina de los DJ´s guía las masas que están en distintas alturas, cada vez más lejos del suelo.

“Quiero que más personas sientan lo que yo siento cuando escucho pop. Esa felicidad, esa sensación de comerte al mundo”, dice Gonza Gorosito (Goro), productor y parte de la fiesta. Cada una de las personas que construye este espacio recuerda como en su biografía de vida este sonido era poco tomado en serio, van a repetir frases que les decían como “que era la no música”, “ya te va gustar algo en serio”, y teniendo que responder que escuchaban un poco de todo, que esto era una partecita nomás, mientras resguardaban ese volcán pop que les ardía por dentro.

 

 

 

 

Los orígenes: “Me gusta la Lambada”

Es septiembre de 2024 y la Fiesta Pop Hereje está en su clímax, aunque esta historia comienza muchos años antes. Dj Desch no está en la cabina sino que es Santi, un chiquito de unos 12 años, y su dedo le va dar PLAY por vez un millón al casette de XUXA Dance. Este disco “ya no era para niños sino para adolescentes, con bases de electrónica. Me volvía loco y yo no entendía porqué”. 

Hoy esta placa de 1996 es definido en Google con los géneros: Eurodance, Bubblegum dance y Teen pop. Necesitamos imaginar a Laurent TPK no en la tarima vogueando y dándolo todo en su tarea de host sino en una heladería de Mar de Ajó, Partido de la Costa. Está sosteniendo un helado a medio preparar y ni lo termina ni se lo entrega al cliente, no puede, está estupefacta y maravillada, en la televisión apareció una nueva deidad: Lady Gaga. En otro arco temporal Haro era un Fede muy “nene rock nacional” que de pronto fue atravesado por el sonido de la canción The Look de Roxette: “fue como si los colores de ese sonido fuesen más fuertes, brillantes y vibrantes que los de la otra música”. Dj Orque antes fue un Gabi que un día miró hacia arriba y le comunicó a sus adultos: “me gusta la Lambada”. Y al igual que muches de nosotres será testigo prudente de algún pariente escuchando a Madonna y será teletransportado automáticamente a La Isla Bonita. Todas esas historias hoy se encuentran para darle templo al pop y reparación a sus ganas de bailar en comunidad.

En Pop Hereje bailan las personas que tuvieron que domar al tiempo y al 0610 de internet para bajar la música por Napster junto con quiénes descubren en menos de un minuto 5 temas al scrollear Tik Tok. El beat de Sweet Dreams de Eurythmics abraza la misma pista que los aviones de papel de M.I.A., y esto seguirá en la piel de todes para luego recibir a Chappel Roan acelerando la moto de su canción Femininomenon. Nos encontramos en una Babel no solo de lenguas sino de estilos, tiempos y momentos. “El pop más allá de una definición musical es un espacio en el que suceden cosas y siento que eso no pasa con otros géneros”, explica Orque.

 

 

Gabriel Orqueda es el Bruno Díaz debajo de Dj Orque. En su infancia de principios de los ‘90 en el pueblo de Arrecifes, provincia de Buenos Aires, la televisión era el oasis en medio de un desierto cultural. En ese contexto el zapping era acotado, se podía pasar de Mtv a MuchMusic y no mucho más. Esto obligaba a consumir desde hard rock hasta la zona latina de la programación y a fuerza de carencia construyó un rango amplio: “Era un momento muy diferente. Ahora los algoritmos básicamente se acoplan a tu forma de ser. Esa idea tecnocrática de que te ofrecen ‘lo mejor para el oyente’ en vez de permitirle detectar lo que le gusta”, analiza muy lejos de un tono fatalista o determinante, no cree que estos algoritmos traigan el fin de la mixtura. Tal como el pop, es un constante mutar.

Entre 18 y 22 pesos salía un compact disc. Si agarrabas un tema en la televisión te anotabas el nombre de la banda y podías ir a los locales de venta de música y en esos tótem pegados a la pared con auriculares buscar el sonido codiciado. Así lo cuenta Fede Haro. A sus 21 años el amor marica lo acercó al pop. Por primera vez se enamoraba de otro pibe y este era un especialista en Spice Girls, esto lo conectó con el consumo consciente y responsable de referentes. Con todo ese picante sentir repasó sus consumos y conectó con sus colores trolos. A veces la música deja de ser sonido para convertirse en himno entra en tu ADN.

En el pop es donde las mostras dejan de ser presa para ser estrella. Así lo comprendió Santi Desch cuando pasó de los foros de la web de Miranda a las juntadas en persona en la plazoleta que está cerca de la galería Bond Street. “Fue a mis 15 o 16 años que empecé a conocer gente por fuera de mi colegio, un privado de mierda en donde la pasé siempre re mal. De pronto encontré gente abierta a otras posibilidades del universo, no solo si eras bisexual o gay sino también a que tengas un cuerpo o una cara distintos, o que te guste Miranda”.

Así como Sailor Moon tenía un dije que al tocarlo una tímida y miedosa niña se convertía en una guerrera por el amor y la justicia, Laurent encontró en un casette de Cristina Aguilera el superpoder de encontrarse marica. Y comenzó a sonar ‘Genio atrapado’ y lo que se liberó fue su identidad queer y fabulosa. “Me acuerdo que en la cama cucheta de una de mis primas ponía una sábana, me armaba como una casita, y yo ahí adentro cantaba y lo daba todo. Eso fue un momento de amor al pop”, dice esta genia liberada.

“El pop ha sido visto a veces como algo prohibido o irónico, pero para muches nos representa una forma de liberación, de ser auténtico y sentirnos libres”, celebra Goro desde este presente que sigue reuniendo títulos y canciones para nuestra liturgia bailable e identitaria.

El lore que repiten las loras

“Acá en la noche de acá hubo años muy oscuros donde la gente solamente quería perrear y si poníamos media hora seguida de pop venía alguien a preguntarte si ibas a poner algo para bailar”, documenta Haro. Explica que ese retorno comenzó durante la pandemia cuando Dua Lipa con ‘Do't Stop Now’ comenzó a pisar fuerte entre rankings que solo tenían música de esa para ir hasta abajo. Al tiempo esto se consolidaba con firmeza y mucha Disciplina, ese corte de Lali que encajó y embanderó tan bien lo que la gente quería.

En la fila dos pibas tejen y cuentan el lore. ¿Qué es esto? El lore es todo ese conjunto de conocimientos, historias y datos que constituyen el universo de una obra; pero también es el chisme convertido en potencia para bailar no solo al ritmo de música, sonidos y arreglos sino también dejarse poseer por la bio de nuestras íconas. Ya dentro me las vuelvo a cruzar pero ahora las pibas aullan cuando gritan al mismo tiempo que la cantante Lorde participó en el tema Girl, is so confusing de Charlie XCX. Porque parece que las dos creyeron que había mala onda, pero cuando una escucho el hit de la otra se contactaron y arreglaron el Feat. Con la que está todo mal parece que es con Taylor Swift porque sacó una versión medio inventada para no dejarle el camino al puesto 1 a Charlie en los charts británicos. Así que ahora bailan las pibas, Charlie, Lorde, parece que Taylor las mira medio mal desde la barra, una marica que se sumó y la que sepa el chisme que se sume.

“La gente quiere un popstar con personalidad”, en esto coinciden les tres Dj. Explican que hoy lo valioso es la originalidad, y reconocen que lo ‘original’ en cada momento fue algo diferente, les tres son muy respetuosos de las divas originales. En la charla serán nombradas desde Diana Ross hasta Cindy Lauper, las infaltables de siempre serán Madonna, Lady Gaga y Britney, entre varias estampitas que veneran con justicia y memoria.

“La gente que ama el pop tiene eso de querer a la popstar y estar cerca de sus circunstancias”, dice Haro trayendo el ejemplo del disco BRAT de Charlie XCX y cuenta que ella dijo que lo quiso hacer como si estuviese hablando por whatsapp con sus amigas. Uno de los puntos más fuertes de la noche es cuando Desch hace sonar Joyride de la cantante Ke$ha. Y sí, el acordeón pasado de sustancia que suena al inicio merece bailar hasta transpirar todos los pensamientos de unas semanas abrumadoras en este país; pero acá también se tribaliza la celebración del regreso de una cantante que por años no pudo siquiera cantar sus propios temas por el abuso de su ex productor, Dr. Luke. Sí sí, el mismo que colabora en el huevo ¿himno feminista? de Katy Perry. 

A ella se la nombrará mucho cuando Luki LaPuti -haciendo una de sus perfo-Reels de redes- le pregunte a las mostras cuál creen que es el peor ‘flop’, fracaso discográfico, del momento. Luki recorre la pista con un look y un mood mezcla de Ruth Infarinato en la primera Mtv noventosa y Deborah del Corral en el programa El Rayo, mientras le tira la lengua a las bichas. Todo lore es bailable.
 

Lo que no está “flopeando” es el pop nacional, las pibas están copando las playlist. “Nunca pasé tanta música pop nacional como ahora”, dice Orque y explica que hay algo de la sensibilidad y la sintonía de este momento que hace que haya tanta gente consumiéndolo. Y si la patria nos da tantas pop stars, fiesta Pop Hereje no se priva de rendirles honor tal y como merecen: “Nosotros estamos en el viaje con ellas”. Es así que en algún momento de la noche lo intangible se vuelve cuerpo y lujo con un show en vivo con nombres que van desde Gattika, Hot Cereti y Galán hasta queens como Faraónika, Fiah Miau, Vera Frod y ahora en septiembre Juana Rozas. Son shows de unos aproximados 15 minutos que hace que quien les conoce esté en un cumpleañito, quien todavía no entre a un nuevo universo y quien prefiera tomar ese tiempo para una pausa pueda dar una putivuelta de teje y barra. El equilibrio del VIVO es perfecto para no ocupar más que la estrella: el pop. Este es el espíritu santo que recorre la pista amalgamando los grupos de amigues que bailan juntes, que se abren y mezclan, se chapan y separan, vuelven y siguen, mutan y bailan. En esta fiesta se respetan los santos mandamientos del pop: celebrar la diferencia, acompañarse y darlo todo, siempre todo.

"Ven con nosotres a darlo todo”

La trinidad que forman Orque, Desch y Haro es como la unión de unos templarios que asumen con total responsabilidad, cuidado y honor la tarea de proteger al Pop, ese es su santo grial. Cada uno tiene un estilo propio, inicia con la curaduría entre nerd, llena de raras avis y versiones que casi nunca suenan pero todxs necesitamos y merecemos de Orque en el Warm Up; el estallido en manos de Desch es un ir y venir constante, te lleva y trae de un lado a otro y eso se agradece; Haro tiene una alquimia impecable, esa que hace que tu cuerpo se llene de adrenalina esperando descubrir esa combinación de éxitos que arma, no importa en qué parte de la pista estés, cuando comprendes que ahora estás en manos de un tema mezcla de Vogue de Madonna con Lali y… “pará… ¿esa es Rupaul? AMO”, ahí es ley hacer contacto visual con el Dj y aprobar con un leve gesto de cabeza y todo el movimiento que pide este sonido tan pensado y logrado. Te da esa misma sensación que tenés cuando ves videos de objetos que encajan perfectamente, ahí algo en el cerebro, en la nostalgia, en el presente y el goce:“Todas las épocas pueden jugar entre sí cuando están bien enlazadas. Creo que genera también una sensación cerebral cuando combinas épocas y las madres, las abuelas y las niñitas más punkys del pop se hacen presentes”. Amén.

El génesis de esta historia se remonta las pascuas de 2012 en el mítico sótano de Flux. Ahí un grupo de amigues, en el que estaban Orque y Desch, eran habitués de hasta tres veces por semana y ahí comenzó la propuesta. Mutante y mutable tuvo ediciones solo de Madonna, inundaciones, casi clausuras, cajones de cerveza como mesa de Dj y todas las anécdotas que merecía. Orque se fue, entra Goro, se para el mundo por una pandemia, vuelve el mundo luego de una pandemia, vuelve Orque y hace un año se suma Haro de manera fija. Y para seguir estando presentes se convirtieron en playlists de Spotify para que el diálogo musical siga presentes aún post y pre fiesta.

La experiencia se completa con la anfitriona de lujo: Laurent Tropikalia. Su presencia es el nexo perfecto con la escena ballroom local, de esta manera cada fecha se suman a ella más talentos bailando en las tarimas (y la pista y la barra y dónde sea) como Michelle TPK, Toti TPK, Blasssss, Agatha Bravía y Manu Juicy. “Es la primera fiesta en la que soy host oficial, siento que las chicas me depositan mucha confianza y estoy agradecida. A su vez siento una gran responsabilidad que va desde trabajar por el público y construir comunidad dentro de una fiesta”. En sus looks y poder escénico vibra no solo la sinergía que amalgama los sonidos y la ebullición sino también es la pieza que celebra esa raíz histórica performática: “Existe una relación directa con ballroom al comprender que muchos de los momentos icónicos de esta escena nacen con himnos pop”, explica la madre Tropikalia. Su talento también es una lección histórica que nos recuerda como ayer, hoy y siempre ante los primeros beats de una de estas canciones ya todas las mostras se encontraban para celebrar y hacer lipsync. “Que la mayoría de las veces estemos personas trans en la tarima me parece algo hermoso y emocionante”, cuenta esta Little Monster y también Big Mama.

Casi una experiencia religiosa

El éxtasis es una sensación de comunión entre los sentidos y la deidad que nos guie. Es una emoción que nos eleva y produce reacciones de espasmos en el cuerpo. Es una droga. Son casi las 6am y la efusividad no para. El cansancio no le gana a los temas que siguen sonando. Se intuye el final, algún bis, pero el final. Desde el taxi se pueden ver las nuevas parejas y grupos de amigues saliendo. En el camino nos preguntamos si habrá algo que comer en casa mientras la hora de las aplicaciones de levante llega a su cumbre. El sol sigue tardando en llegar a este sudaka invierno. La ducha nos podrá sacar el olor a la noche pero nunca el aroma que la fiesta nos dejó en la biografía. Ya hablamos del culto al Pop, entonces, ¿dónde queda lo hereje? Quizás en este caso la herejía sea no divertirse, no conectar con este ritual que te invita a descubrirte y entretejerte con los afectos a tu alrededor. Pero ahora hay que dormir, ya falta menos para la próxima fiesta Pop Hereje.

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Para enterarte de las próximas fechas podés seguirles en su Instagram: @PopHereje