En los ambientes políticos, militantes, en distintos espacios y movimientos y en ciertos sectores de la sociedad misma, o mejor dicho, se hacen la pregunta de porque no hay una reacción contundente frente a la ofensiva del régimen libertario en repuesta a los avances destructivos que llevan a cabo en diversos sectores de la vida nacional.

Hay un vacío notable en lo que respecta a la reacción que debiera existir a 8 meses de implementación de un plan de destrucción como el que ejecutan, no aparecen con decisión ni claridad propuestas, ni acciones organizadas desde la oposición.

La dirigencia política tradicional mira los sucesos y en pocas oportunidades responde adecuadamente (unos son opositores amigables, otros carecen de planteos claros) es como que no está a la altura de lo que pasa y por ende no tiene sugerencias ni ideas.

A esta altura de los acontecimientos me permito pensar en que hay un gran problema en la mayoría de los referentes del movimiento nacional y popular: no han entendido los verdaderos objetivos que se propone la gestión libertaria. Están lejos de comprender la tragedia a que nos están llevando. Están ubicados en una cancha donde no se está jugando el partido.

El proyecto destructor de la Nación a que nos conduce en poder real es decir los grandes intereses económicos especulativos, nacionales y extranjeros, fondos buitre, capitales transnacionales, poderosos intereses globales avanza sin una oposición que este a la altura de esos objetivos, la repuesta es coyuntural, táctica, anémica podríamos decir. Despegada de lo estratégico que plantean las modificaciones que ejecuta el gobierno destruyendo años de historia social y política. No se entiende que de seguir en esa dirección lo que peligra es la integridad nacional, y que estamos ante una nueva colonización a manos de los grandes intereses del capital transnacional.

Que la riqueza y el enorme patrimonio nacional está cada día más cerca de ser entregado sin encontrar oposiciones verdaderas que solo plantean alguna que otra salida limitada e insuficiente, sin ir a la profundidad de la política. Respondiendo a lo inmediato, pequeño y de momento. Sin una clara visión de futuro, del daño que causaran, de lo complejo que se tornara revertir la situación, es imposible que esa oposición se plantee alguna salida superadora. Esto es: seguimos repitiendo lo que históricamente sucede, no hay proyecto estratégico, no hay unidad de acción, y cada quien se refugia en su espacio, su quintita, su interés particular a la espera del momento electoral y nada más.

Por este camino hipotecamos el futuro de nuestras generaciones, seguimos mirando los acontecimientos como espectadores, y por supuesto lejos se está de cumplir un rol en defensa de los intereses de las mayorías que ven cómo se sigue postergando la esperanza.

Héctor Marinangeli