Melina y Luciana Terribili son hermanas mellizas y documentalistas. En 2014 codirigieron Un día gris, un día azul, igual al mar y por estos días estrenan proyectos diferentes y muy personales: Melina presenta Recuerda, un retrato sobre su padre, el artista plástico Carlos Terribili, mientras que Luciana estrena Tempus Fugit, un poema dedicado al pensamiento que su hijo Camilo tiene sobre el mundo. Ambas exploran la temporalidad y capturan esos destellos de belleza que la vida ofrece pero que, sin una mirada atenta, pueden escurrirse para siempre.

Cuando Melina empezó a filmar a su papá con la idea de hacer una película, se encontró con la vejez. Su alejamiento del arte la tomó por sorpresa. "No tengo bocetos, no me pidas nada resuelto", advierte él en la primera escena. "Yo no tenía tan claro que se estaba alejando del dibujo. Quería registrar los bocetos que iban a ser un mural sobre el bombardeo de 1955, pero nunca llegó a hacerlo. Era un deseo de años y no me entraba en la cabeza que fuese una simulación para mí y para la cámara", recuerda. Melina se quedó filmando sin saber por qué. Su idea inicial era documentar el vínculo con la creación pero terminó retratando el acercamiento paulatino hasta la muerte.

–La vejez atraviesa tu registro pero también aparece el momento de actividad artística plena, como el mural del Ángel Gris en Flores.

Melina Terribili: –La vejez es una etapa muy dura para cualquier persona, haya sido artista o no. Cuando hubo una actividad intensa como la de mi papá, el contraste es peor. En esta sociedad las personas viejas ya no sirven: van lento, no escuchan bien y se los empieza a dejar afuera. Al ir a filmar me daba cuenta de que ese momento era importante no tanto por lo que estaba filmando sino por el tiempo compartido, él quería que yo estuviese ahí. Cuando mi papá murió encontré materiales de distintas épocas: algunos filmados por mí de manera lúdica y un montón de casetes grabados por él. Corrí a digitalizarlos y me di cuenta de que él había registrado eso que yo no pude: la intensidad de la vida, el compromiso político, lo colectivo del arte popular.

Recuerda es un diálogo entre padre e hija a través de la cámara: ella registra los pasos lentos de la vejez y él captura la vitalidad de la juventud. "En esas filmaciones caseras hay un intento por desacralizar la cuestión intelectual del arte: el registro de lo cotidiano tiene el mismo nivel de importancia que el momento de la creación. Siendo joven había registrado planos muy similares a los de mi papá sin haber visto ese material. Descubrir eso fue increíble", confiesa Melina.

Luciana vive en Granada junto a su familia y empezó por la fase de acopio. Su idea inicial fue mutando varias veces hasta convertirse en Tempus Fugit. "En ese tiempo cronológico las cosas se transforman y también uno. Permití que el tiempo me afectara para que la película pudiera mutar. Cuando llegamos al montaje, nos dimos cuenta de que en las reflexiones de Camilo, en sus conversaciones y en sus escritos aparecía el tiempo como concepto", dice. El tiempo es protagonista en esas extensas charlas que el joven mantiene con amigos o familiares, pero va a contramano de la época. "Es interesante porque él pertenece a una generación que nació con el sistema neoliberal ya instalado, donde el tiempo es lineal, avanza y se organiza en pos de la productividad y la eficiencia. Camilo plantea el tiempo desde un lugar filosófico existencial que viene a cuestionar esos conceptos e invita a volver a los vínculos, a la solidaridad, a la empatía".

–Definiste el trabajo como un documental onírico y hablás de la noción de multiverso. ¿Cómo pensás eso en términos de montaje?

Luciana Terribili: –Con Pablo, el montajista, hablábamos bastante de la idea de multiverso porque son versiones de Camilo en distintas etapas, mirándose a sí mismo. De hecho hay algunas cuestiones del raccord de mirada y también está el ojo que mira hacia un fuera de campo. También hablábamos de documental poético u onírico en el sentido de lo disruptivo del pensamiento, las derivas y los saltos. El sueño tiene algo de eso pero nunca es totalmente arbitrario, pasás de una escena a otra porque hay pequeños conectores que permiten conectar elementos con un sentido distinto a la lógica racional.

¿Cómo fue la infancia compartida y su vínculo con las imágenes?

L.T.: Nuestros padres son artistas plásticos entonces siempre pintamos, dibujamos y observamos eso como algo natural. Con el apoyo del FNA tuvieron una primera grabadora portátil de cinta abierta y una cámara de fotos con varios objetivos. Arriba del taller de pintura estaba el laboratorio de fotografía donde todos revelábamos y copiábamos; ahí se acumulaban negativos, pruebas de fotografía, papeles. Nuestros padres se interesaron desde muy jóvenes por viajar y registrar los gestos culturales de las comunidades originarias; hacían documentales con fotografía, sonido y locución, los proyectaban en varios lugares y creo que ahí ya había un germen. Todo lo que hacían estaba atravesado por un fuerte compromiso social. El documental no es la única forma de expresar eso, pero conectás de una forma muy directa con la realidad.

M.T.: –Para mí era una escuela de experimentación permanente, en esa casa pasaba de todo. Si no estabas haciendo escultura, había actores o actrices que venían a grabar cosas, había música, mis viejos pintaban. Hace poco recordé en una nota que nosotras hicimos la primaria en dictadura, así que imaginate la escuela que tuvimos... Era un desastre. Por eso siento que nuestra casa fue la mejor escuela que pudimos tener.

Cuando se les pregunta por los desafíos a la hora de documentar lo más cercano, Melina dice: "Fue particular porque no era cualquier persona. Siempre muy atento, curioso y hasta chusma, quería ver qué estábamos haciendo con el cine. Él era artista plástico y estaba muy contento con eso, pero también le hubiese gustado ser cineasta. Mi papá tenía un sentido del humor maravilloso y, en el fondo, lo que pasa en la película es un juego. Creo que los dos fuimos conscientes de eso". Luciana cuenta que Camilo comparte el carácter de su abuelo y también cierto sentido del humor. Hay filmaciones de él a los 3 años que hizo Melina cuando rodaron en Granada Un día gris..., pero cuando cumplió 9 su madre empezó a registrar momentos de manera consciente. "El proyecto se interrumpió varias veces a raíz de mis dudas sobre si hacerla o no, pero igual seguía filmando. El documental tiene esto de que si no registrás algo, ya pasó. Camilo fue creciendo, se hizo mayor de edad y empezó a colaborar. Hubo una interacción importante entre los dos".

En relación a la coyuntura, las hermanas apuntan a la demonización del documental y a la deformación de espectadores a partir de la producción estandarizada para plataformas, al tiempo que reivindican lo comunitario del quehacer cinematográfico. "Es el cine que no produce, que no vende, que no ve nadie. Hay muchos adjetivos maliciosos. Pero el documental creció mucho y, si bien utiliza las mismas herramientas que la ficción, hay una voz mucho más crítica, reflexiva y libre. Está bueno que haya más trabajo en las plataformas, pero hay un peligro que tiene que ver con el lenguaje, las historias que se cuentan y cómo se cuentan", dice Melina, y Luciana define el estreno en el Gaumont como un verdadero "acto patriótico".

*Tempus Fugit estrena el 5 de septiembre y Recuerda se podrá ver a partir del 12 de septiembre en el Gaumont (Av. Rivadavia 1635).