Esta tarde vi a Carlo, después de muchos años. Carlito para sus amigos, así sin “s” final, bien rosarino. Y recordé a Olivia, aquella norteamericana que Carlo había conocido en el cumpleaños de su prima Andrea. Olivia había llegado a Rosario a través de un intercambio cultural entre Aricana y una institución de Chicago de la que no recuerdo su nombre.

A Olivia la deslumbró Carlo desde su primera frase: don´t answer me, dont break the silence, don´t let me win (no me contestes, no rompas el silencio, no me dejes ganar). Olivia abrió sus ojos con asombro y abrió su mano derecha que apoyó en su pecho y no dijo nada. Carlo remató con don´t answer me, stay on your island, don´t let me in (no me contestes, mantente en tu isla, no me dejes entrar). Olivia lo besó para asombro del resto de los asistentes al cumpleaños. Andrea se acercó buscando tener certeza de lo que estaba ocurriendo. Olivia le dijo al oído, en inglés, por supuesto: este es el muchacho que estuve esperando toda mi adolescencia.

El mes que siguió los encontró juntos por todas partes. Carlo, lejos de ser parco, era muy afectuoso pero hablaba muy poco, tenía las palabras justas. Es que el único inglés que conocía lo había aprendido del disco The Alan Parsons Project, Ammonia Avenue, que contenía, en el interior de su tapa desplegable, las letras de las canciones. Carlo comprendía bien el inglés, lo escuchaba, lo leía, comprendía con gran capacidad de síntesis qué le decían, aunque al momento de responder no sabía expresarlo oralmente. Lo expresaba con frases extraídas de ese álbum. Era todo lo que había aprendido de su profesora de inglés en la secundaria, la señora Green.

La primera nube de lo que podía haber sido una tormenta temible asomó cuando Olivia le dijo a Carlo que sus padres venían a visitarla y querían conocerlo. Su madre era encargada de marketing en una importante editorial y su padre era un congresista de la nación por el estado de Illinois. Carlo le confió a su amigo Pedro su preocupación por impresionar bien al matrimonio norteamericano. Pedro fue contundente: ni se te ocurra inscribirte en un curso intensivo, nadie aprende inglés en una semana, andá a ese encuentro con lo que sabés. Carlo no pudo dormir bien durante las noches subsiguientes.

Hasta que llegó el día. Sólo tendría que preocuparse por el color del saco y la corbata. Pedro le había advertido que los norteamericanos, sobre todo si son conservadores, se fijan mucho en la ropa de la primera cita, lo que se llama justamente: la primera impresión. Le sugirió ambo oscuro, azul noche o negro directamente, camisa gris, corbata azul Francia y zapatos bien lustrados. Y así fue al encuentro. Carlo llegó temprano y se paró junto a la mesa reservada en el Arista hasta que llegaron ellos, cinco minutos después.

Carlo saludó con cortesía. A cada hola en inglés respondía: something in the air, maybe for the only time in my life (algo hay en el aire, tal vez por única vez en mi vida). Y, ante la mirada sorprendida de los padres de Olivia, agregó: something in the air, turning me around and guiding me right (algo en el aire, me da vuelta y me guía hacia lo correcto). La madre miró a Olivia y, sin importarle que la escuchara toda la mesa, le dijo: este chico comienza a gustarme. Olivia le guiñó un ojo a Carlo y levantó el pulgar de su mano derecha.

El padre, con gesto severo, tomó la carta con el menú, la recorrió con su mirada sin entender una palabra en castellano. Mientras simulaba leerla, le dijo a Carlo con típico sonido gutural: Carlo, cómo ve todo esto, esta noche. Carlo suspiró, pensando la respuesta, y luego de un par de segundos de suspenso dijo: it´s a prime time, maybe the stars were right, I had a premonition it´s gonna be my turn tonight (es la hora central, tal vez las estrellas tenían razón, tuve una premonición, será mi turno esta noche). Fue su manera de decir que invitaba él. La madre susurró a Olivia de inmediato: me muero, es un poeta alucinante. Olivia, a la vez, le susurró a Carlo: me encanta tu actitud. Carlo respondió ligeramente, porque vio que se acercaba la camarera: shadows pass in the night, haunted by reality (las sombras atraviesan la noche, atormentadas por la realidad).

Carlo reafirmó su invitación eligiendo la especialidad de la casa: parrillada para cuatro. La camarera tomó nota del pedido, incluso de la bebida: malbec para todos. El padre de Olivia juntó sus manos sobre la mesa e intentó transmitir autoridad: dígame, Carlo, deme una buena razón para estar junto a mi hija. Carlo miró a todos con una sonrisa, luego fijó sus ojos en los del congresista y le dijo: I can´t choose and I can´t decide gotta be a better way (no puedo elegir y no puedo decidir lo que debe ser el mejor camino). Y agregó, dejando sin palabras al padre de Olivia: the hours, the minutes seem to fly, I came a long way seem so far away now (las horas, los minutos parecen volar, he recorrido un largo camino que ahora parece tan lejano).

Llegó la camarera con la parrillada. Comieron, bebieron, los padres de Olivia elogiaron la carne, las achuras, el vino argentino. Olivia era inmensamente feliz. A los postres, flan de vainilla con dulce de leche, la madre de Olivia le dijo a Carlo: estoy muy complacida de conocerlo, vivimos una realidad diferente, sin embargo… Carlo la interrumpió amablemente: we are the same with no similarity, we talk at the same time, we believe in freedom and charity (somos iguales sin semejanza, hablamos al mismo tiempo, creemos en la libertad y la caridad). La madre le tomó las manos con ternura y le dijo con los ojos húmedos por las lágrimas prominentes: gracias, Carlo.

Carlo sentía que había calado hondo en el corazón de la madre de Olivia. La noche terminó de manera aceptable. Acompañaron a los padres hasta el hotel Presidente y se despidieron de ellos con gestos afectuosos. Olivia y Carlo caminaron por Corrientes hacia el río, tomados de la mano. En la intersección con la peatonal Córdoba, Olivia besó apasionadamente a Carlo. Antes de continuar camino, él la miró a los ojos y le dijo: my eyes with your vision, my choice but always your decision, my play with your direction, well it´s my lead but always your connection (mis ojos con tu visión, mi elección siempre tu decisión, mi juego bajo tu dirección, bueno, es mi guía pero siempre está tu conexión).

Unas cuadras más adelante, Olivia le preguntó a Carlo qué sincera impresión le causaron sus padres. Carlo, mientras miraba hacia el horizonte y apretando con ternura la mano de ella, le dijo: and who are we to criticize or scorn the things that they do? For we shall seek and we shall find Ammonia Avenue (¿Y quiénes somos nosotros para criticar o despreciar las cosas que ellos hacen? Nosotros buscaremos y encontraremos nuestra propia avenida del amoníaco). Y se alejaron de las luces del centro.

 

 

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