La facción Movimiento al Socialismo (MAS) afín al expresidente boliviano Evo Morales  (2006-2019) decidió “expulsar definitivamente” del partido al actual mandatario, Luis Arce, y a su vice, David Choquehuanca. En un encuentro ampliado nacional realizado el pasado martes en Villa Tunari, Morales ratificó la decisión tomada por la militancia del MAS, argumentando que el comportamiento de ambos ya no es compatible con los principios del partido.

“El comportamiento Lucho-David ya no es de un militante. Ayer semejante represión a los Ponchos Rojos, que solo están pidiendo que se respete su sede sindical. Represión, heridos, tomados por la Policía. Creo que por demás se justifica la expulsión del instrumento político”, señaló Morales mientras leía las conclusiones del encuentro ampliado de Villa Tunari, zona central del Trópico de Cochabamba, una de las principales áreas cocaleras del país y el bastión político del expresidente, que busca su reelección.

Según recordó Morales, la idea de expulsar a Arce y Choquehuanca ya había sido respaldada meses atrás durante un ampliado en el coliseo de La Coronilla, en Cochabamba. Sin embargo, en esa ocasión, Morales optó por no incluir la expulsión en las conclusiones finales, esperando que aún existiera la posibilidad de reconciliación dentro del partido. “Pensaba que todavía podía volver, y nada, peor”, admitió.

Arce y Choquehuanca, argumentó ahora la facción mayoritaria del MAS en su resolución, fueron expulsados “por haber traicionado al pueblo boliviano y al Proceso de Cambio; por no hacer vida orgánica en el Instrumento; por haber traicionado a la Patria permitiendo el retorno de los brazos operativos norteamericanos como la CIA, DEA y USAID; por convertirse al neoliberalismo; por haber destruido la economía (...); por reprimir sañudamente al movimiento indígena originario campesino y convertir las sedes en puestos policiales”. 

Tras la expulsión, la militancia del MAS ratificó a Morales como presidente del partido y lo proclamó “candidato único” para las elecciones de 2025. Ahora resta que la justicia boliviana reconozca la validez del congreso en que se tomó esa decisión, algo que ya rechazó con anterioridad.

El encuentro del martes entre los sectores “evistas” también llamó a una caminata el próximo 17 de septiembre desde la localidad de Caracollo, en la región andina de Oruro, hacia La Paz para exigir al Gobierno que atienda sus demandas, entre ellas, la validación del congreso del MAS realizado en 2023, donde Morales fue elegido autoridad del partido. El expresidente dijo que “llegó la hora de hacer respetar al pueblo” y anunció que la marcha llegará a La Paz el 23 de septiembre para hacer un “gran cabildo” o concentración.

Morales prometió otras medidas de fuerza en caso de que el gobierno de Arce insista en su postura. “Si el Gobierno no responde (…) por demás se justifica un bloqueo nacional de caminos”, advirtió el exmandatario. 

Arce, por su parte, también  ha intentado correr a Morales de la carrera presidencial con diferentes mecanismos. “Ante los que apuestan por el odio, la mentira, la violencia y la confrontación entre bolivianas y bolivianos buscando convulsionar el país por ambiciones electorales, nuestra respuesta siempre será más trabajo y gestión en favor del pueblo boliviano”, publicó el martes, luego de que se confirmara su expulsión. 

Esta semana, además, Arce informó que insistirá en realizar un referéndum para consultar a los ciudadanos si están de acuerdo o no con modificar la Constitución para establecer que los presidentes y vicepresidentes solo puedan ser reelegidos una vez, aunque se trate de mandatos discontinuos, algo que desde el “evismo” ven como un artilugio más para impedir la vuelta de Morales. 

Actualmente, el artículo 168 de la carta magna, sancionada durante la primera presidencia de Morales, establece que el periodo de mandato de Presidente y Vice “es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”. Esto deja abierta la posibilidad de la reelección en mandatos discontinuos

Arce y Morales llevan largos meses de enfrentamiento. Uno de los cruces más fuertes ocurrió en junio pasado, cuando una facción del Ejército instaló una tanqueta frente a la sede del Gobierno bajo la amenaza de dar un golpe de Estado, lo que derivó en acusaciones cruzadas entre el exmandatario y el actual presidente.