Los doce viajes internacionales, en su gran mayoría sin bilaterales con otros jefes de Estado, que realizó el presidente Javier Milei en sus primeros ocho meses de gobierno y los 50 días que pasó en hoteles en el exterior, le costaron al Estado alrededor de 2,5 millones de dólares. Algo así como cuatro mil millones de pesos (3.750.000.000 para ser exactos). La información oficial, que tanto se buscó ocultar, la entregó este miércoles el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en su primer informe de gestión ante la Cámara de Diputados.
"Se establecen gastos exorbitantes sin su correspondiente partida presupuestaria", argumentó en la tarde del miércoles Francos para justificar el veto presidencial a la reforma de la movilidad jubilatoria. Sin embargo, no se encargó de criticar los gastos en viajes internacionales que realizó Milei: primero en vuelos comerciales, luego "por razones de seguridad" en la flota presidencial y en los últimos en vuelos privados, que se habían estimado con costos por encima de los 280 mil dólares.
Viajes a la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en Estados Unidos y Brasil, para tomarse fotos con Donald Trump y Bolsonaro, reuniones privadas y conferencias con empresarios norteamericanos, reuniones de la ultraderecha española y presentaciones de libros, son algunos de los viajes privados que realizó Milei; mientras que en la agenda oficial se cuentan reuniones con los presidentes de Italia, Alemania, República Checa, Francia y el encuentro con el Papa Francisco.
Los gastos informados por Francos de los viajes del mandatario son 754.472.513,48 pesos, 1.592.973,52 dólares y 4.135,80 euros; cifras que calculadas al cambio oficial rondan los 2,5 millones de dólares. Pero la polémica que por las cifras, que el Gobierno buscó evitar todo este tipo, tiene que ver con que la mitad de los viajes del presidente fueron para engrosar su imagen pública, ofrecer conferencias en universidades norteamericanas, recibir premios de organizaciones de derecha y no por asuntos de Estado.
Al argumentar esos viajes, Francos sostuvo que fueron de "carácter oficial" y no privado, y su rol para el Estado argentino fue "el posicionamiento de la República Argentina en el contexto internacional, dando a conocer el potencial del país, el rumbo que ha tomado en materia económica y cuál es su norte".
En la última entrevista que Milei le dio un presentador de LN+ definió sus viajes sin detenerse en el rol estratégico para el Estado: "Les revienta tanto mi performance en el exterior, que algunos políticos quieren impedir que viaje", se quejó y agregó: "He estado con los empresarios más importantes del mundo. Entiendo la agenda liliputiense de políticos argentinos intrascendentes, ratas invisibles que jamás van a poder aspirar a eso". Ni acuerdos económicos, ni apertura de nuevos mercados, ni pactos políticos entre Estados.
Los primeros viajes del presidente, inaugurado por su visita al Foro Económico Mundial en Davos, fueron en vuelos comerciales como parte del mensaje de austeridad que Milei comparte con Macri, pero el resultado fue el mismo: la marcha atrás para usar una flota propiar por cuestiones de seguridad. Luego de la decisión de dejar los vuelos comerciales, tras posicionarse como aliado de Israel, el presidente retomó el uso de la flota presidencial, que rápidamente entró en un parate de mantenimiento.
Entonces, en sus últimos viajes al mandatario incrementó el gasto público en sus viajes, alquilando jets privados. En su último viaje de encuentros con empresarios en Estados Unidos que lo llevó a la Conferencia de Sun Valley en Idaho, alquiló un jet de la empresa Flyzar, propiedad del empresario Gustavo Carmona.
Su intención era subirse a otro jet privado a fines de agosto para viajar a México y volver a participar de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). Sin embargo, con las encuestas de opinión sobre la mesa, marcando que sus viajes privados molestan más a la sociedad que el caso de violencia de género del ex presidente Alberto Fernández; Milei decidió dejar de volar para ser "un rockstar" de la ultraderecha.