Desde La Paz
La relación diplomática entre Bolivia y Estados Unidos no deja de tensarse. Esta vez, la causa es la aparente injerencia del gobierno de Donald Trump para enfrentar una posible repostulación del presidente Evo Morales en las elecciones de 2019. “Estamos informados: el 6 de este mes, cuatro miembros de la Embajada de EE.UU., a la cabeza de su encargado de negocios Peter Brennan, visitan a un expresidente para decirle que el Evo no puede ser presidente nuevamente. Le dicen (a este expresidente) que tiene que ser candidato y ofrecen todo el apoyo”, dijo Morales el martes pasado, en un acto público en esta ciudad. Desde entonces, las aclaraciones y acusaciones van de un bando al otro, con amenazas de expulsión del país incluidas.
“Quiero que sepa el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos: si sigue conspirando, si sigue financiando a la derecha, si sigue planificando para una conspiración, no me temblaría la mano para expulsarlo”, dijo Morales. Brennan y otros funcionarios de la embajada se reunieron con el ex presidente Carlos Mesa. Según ellos, fue un encuentro ameno, en el cual se despidió el estadounidense, quien en diciembre concluye su misión diplomática. Juran y perjuran que no se habló de ninguna postulación ni de nada relacionado con las elecciones de 2019.
“Desde la Embajada de Estados Unidos han planificado atacar al gobierno, a nuestra revolución democrática y cultural, con la corrupción y el narcotráfico. La derecha no tiene idea de cómo atacarnos. ¿Quién la prepara para que nos ataque? La Embajada de Estados Unidos”, dijo Morales.
Bolivia y Estados Unidos no tienen embajadores mutuos desde 2008, cuando Morales expulsó a Phillip Golberg tras acusarlo de “conspiración” contra su gobierno. En atención a la reciprocidad diplomática, Estados Unidos hizo lo mismo con el embajador boliviano en Washington. Desde entonces, en los respectivos países son los Encargados de Negocios quienes mantienen el diálogo bajo cero.
En 2008, Morales expulsó también a la DEA, la oficina de lucha contra las drogas de EE.UU. Y en 2013, hizo lo mismo con la Usaid, la oficina de ayuda internacional de ese país. Ambas fueron acusadas de meterse en asuntos políticos bolivianos.
El martes pasado, Morales entregó el edificio donde funcionaba la Usaid al Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas. Y aprovechó su discurso para mostrarle la puerta a Brennan. Cuando se vaya en diciembre, el cargo de Brennan será ocupado por Bruce Williamson. “Saludamos que el nuevo Encargado de Negocios llegará. Pero (pedimos) mucho respeto al pueblo boliviano, respeto a nuestra soberanía y dignidad. Si viene a conspirar, como está conspirando el que se va, ese nuevo encargado de negocios se encontrará con la horma de su zapato”, aseguró Morales.
Luego de ese acto se metió en Twitter: “Brennan vuelve a su país sin trofeo. Ni dividió a la nación, ni derrotó a la revolución, gracias a la unidad del pueblo boliviano”, la siguió.
Carlos Mesa era el vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien desde 2003 se encuentra en Miami, porque en Bolivia enfrenta varios cargos por el asesinato de 70 personas en la recordada Guerra del Gas.
Mesa es historiador y tiene recursos retóricos amplios. En 2003, cuando huyó el entonces presidente, fue hábil para desligarse de la matanza ejecutada por el gobierno contra su pueblo. Logró asumir la presidencia hasta 2005, cuando el caótico clima político boliviano lo convenció de renunciar a su cargo. En diciembre de ese año ganó las elecciones Morales, con el 54 por ciento de los votos.
Advertido de su destacado manejo del arte de la persuasión, en 2015 el gobierno de Morales nombró a Mesa vocero de Bolivia en la causa que lleva contra Chile en el Tribunal de La Haya para que el país recupere su acceso al mar, que le fue arrebatado por el país trasandino en 1879.
A pesar de que Mesa nunca se mostró partidario del Movimiento Al Socialismo (MAS), Morales toleró su cercanía, fundamentalmente porque logró buenos resultados en la demanda marítima.
Actualmente, Morales evalúa los mecanismos para lograr una nueva repostulación a la presidencia, que lo mantendría dentro del Palacio Quemado hasta 2025. Se le acabaron las fichas legales, porque ya utilizó la única reelección que permite la actual Constitución. Sumado a su primer mandato, en el marco de la antigua Constitución, Morales ya lleva tres mandatos continuos al frente de Bolivia. En febrero del año pasado, Morales convocó a un referéndum para que la población diga si quiere o no otro mandato del líder aymara. El No se impuso con el 51 por ciento. Pero el presidente aún culpa por este resultado a una campaña mediática agresiva y efectiva de la oposición.
Mesa realizó su descargo a través de su blog. “Es una muy mala noticia para el país que el Primer Mandatario, en un discurso público, diga que espía a sus compatriotas y que, además, convierte en una acusación, carente del más mínimo fundamento, un encuentro legítimo e incuestionable, como las decenas de reuniones de esta naturaleza que he realizado con representantes diplomáticos y de organismos multilaterales acreditados en Bolivia, dado precisamente mi carácter de expresidente Constitucional de Bolivia y Representante Oficial de Bolivia para la Demanda Marítima”, escribió.
El comunicado de la Embajada tampoco se hizo esperar. “La Embajada de EE.UU. desea comunicar que, en efecto, el señor Peter Brennan realizó una visita de cortesía al expresidente Mesa para despedirse y presentarle a los nuevos funcionarios de la embajada. Como hemos dicho en numerosas ocasiones, la Embajada de los Estados Unidos no tiene interés en interferir en asuntos políticos internos bolivianos, ni ha participado en ninguna actividad de ese tipo”, aseguraron.
Pero estas explicaciones no alcanzan para Morales. “Ellos deben decir la verdad del contenido de esa reunión. Tienen derecho a reunirse, pero no a conspirar. No ha sido una reunión protocolar, de estilo, sino una conspiración”, afirmó.