Recientemente se presentó en Rosario el libro Sin estetoscopio de Sebastián Rogelio Ocampo, que reúne una serie de cuentos de médicos que trabajan a domicilio.
Dice Ocampo: "Escribí estos cuentos con la necesidad particular de contarle al mundo que los doctores nos entregamos plenos en el acto médico pero que también nos pasan cosas. Nos recorren angustias, dolores, pesadillas rencores. La vida misma. Es una tarea difícil. Dar lo mejor de sí frente a cada paciente y estar divorciándose al mismo tiempo”.
Cada cuento relata una situación diferente, de las más variadas, por ejemplo el primer cuento que se llama “El niño que lee” en el que va a visitar una casa porque resulta que había un niño que se la pasaba leyendo. La madre preocupada, como si se tratase de una situación de enfermedad que había que corregir. ¿Cómo resuelve el médico la situación?
Porque en cada uno de los cuentos se trata de resolver problemas que a veces no son estrictamente médicos, sino de otro orden, desde psicológicos, hasta sociales o de falta de recursos económicos para comprar un remedio. El médico le da un poco de dinero para que pueda ir a comprarlo, pero se siente culpable porque se va con la idea de no haberle dado lo suficiente, y piensa que a lo mejor en esa casa usan el dinero para otros fines quizás más prosaicos o más inmediatos.
También deberá enfrentar problemas insolubles de todo orden, relatados con un estilo que podríamos decir que muestra la tristeza de muchas realidades marginales y no tan marginales.
En uno de esos cuentos se lee una máxima de Ernest Hemingway que reza: “La vida matará primero a los muy buenos y a los muy valientes”, a propósito de la abnegación de muchos de estos médicos, que son también dominados por la necesidad -esa necesidad que tiene cara de hereje- y por un Superyó severo y culpabilizante. Cuanta más entrega más culpa. Esa es la dinámica de esa instancia psíquica cruel y despiadada.
Agrega en el prólogo el autor que “la mayoría de los médicos protagonistas de este libro trabajan a domicilio. Se escucha muchas veces desprestigiar a los que realizan esta labor. Es una labor ardua. Uno anda de acá para allá recorriendo barrios y en cada casa donde uno entra, entra también en un universo diferente. El médico a domicilio tiene un profundo conocimiento del lugar donde vive el paciente, de cómo vive, de cuáles son sus necesidades u opulencias también”.
Es importante destacar que es un libro publicado a pulmón, artesanalmente, a pedido.
Hay que escribir desde las tripas, si no uno repite bibliotecas, dice Sebastián Rogelio Ocampo.