En su tercera edición, la Maratón Ecléctica de Teatro Municipal La Comedia (Mitre 958) dedica el día de hoy, a partir de las 20, a dos obras en continuado del director y actor Ricardo Arias: Apocalipsis Rosario, en donde Arias comparte escena junto a Judith Ganon, Leandro Maseroni y Javier Collet; y el estreno de Curriculum de un comunista, con protagónico de Naum Krass. La noche será ocasión especial para el reconocimiento a Krass -actor, director y docente- como ciudadano ilustre por su tarea en el teatro local.

: Apocalipsis Rosario, en donde Arias comparte escena junto a Judith Ganon, Leandro Maseroni y Javier Collet. 
 
 

 

“Son dos obras que veníamos trabajando de distinta manera y hace un tiempo. Con Naum, luego de las funciones de Dos viejos judíos; y con Judith, Leandro y Javier, a través de una puesta que veníamos gestando y pudimos estrenar en una ocasión -en El Otro Festival-, ahora con una nueva oportunidad”, comenta Ricardo Arias a Rosario/12.

-De alguna manera, se produce un diálogo entre las dos obras.

-Hay múltiples razones para que sean estas dos obras; los dos trabajos integran un momento particular mío, y ambos tienen cierto sesgo de contenido político, si se quiere ideológico. También en relación a una cuestión de revisar un poco nuestra historia y nuestra vida; en ambos casos con distintas características.

-Hay un vínculo y diálogo generacional entre los actores que integran las propuestas.

-Hay mucho de actualidad y de historia en Apocalipsis Rosario; de actualidad porque tiene que ver con nosotros, con quienes la hacemos. El grupo de trabajo está como dividido en dos: por una parte, mi generación, que comparto con Ganon; y por otro lado, Leandro y Javier que tienen 20 años menos. De algún modo, eso nos liga en el trabajo y nos hace compartir un poco nuestra historia, donde aparece nuestra bizarra constitución original, de donde provenimos Ganon y yo, y en donde, de pronto, aparece una Rosario actual, que es la que compartimos todos.

-¿Cómo llegaste al texto de esta obra?

-Apocalipsis no tiene una dirección externa, es un trabajo grupal, que comenzamos haciendo con Judith, juntándonos y armando textos e ideas, casi como si fuesen canciones, de las cuales también participó en su origen Fabián Mozzati en los arreglos musicales; después se sumó Leandro Maseroni, con quien estrenamos en Parque de España, y ahora también sumamos a Javier Collet en teclados, acordeón y percusión. Es un trabajo que se fue perfeccionando y se seguirá perfeccionando; seguramente seguiremos trabajando, agregándole cosas o cambiando.

-Una obra en construcción, ¿así como el apocalipsis que vive esta ciudad?

-Al Apocalipsis se lo toma como algo negativo, como si fuera el final de todo, pero no es así, al contrario. El libro del Apocalipsis es una visión, una profecía si se quiere, que habla del final de algo y del comienzo de otra cosa, hay algo de eso. Posiblemente sea algo que continúe cambiando, donde tal vez el final no lo sea y el comienzo tampoco. Podría ser un momento, un instante, donde aparece todo como un caos; pero el orden, indefectiblemente se lo ponemos nosotros, ¿no?

-En este sentido, me parece importante este cruce generacional.

-Es así también desde el trabajo con Naum, porque él es de la generación que a nosotros nos formó, junto a David Edery, Chiqui González, Pepe Costa, Mirko Buchín; todos ellos nos formaron.

-Al pensar en Curriculum de un comunista, no puedo evitar pensar en Lo mejor está por venir, la última película de Nanni Moretti.

-Hablamos mucho de esa película, porque, en realidad, allí se habla de otro comunismo. Si hoy volvió a estar sobre el tapete esta cosa macartista, que apunta contra todo lo colectivo, me parece que también tiene peso el hecho de decir: “A ver, revisemos un poco todo esto, cómo surge, cómo se desarrolla”, por lo menos para generar preguntas, controversias, y un poco de reflexión. El comunismo italiano no tiene nada que ver con el comunismo soviético, y gran parte de Italia estuvo, si se quiere, gobernada por comunistas; de algún modo es lo que pasó también en España, antes de la guerra civil. Son momentos de posibilidades que fueron, si se quiere, abortadas por esta lucha constante.

-¿Cómo surge la obra, y cómo fue el trabajo con Naum Krass?

-El trabajo con Naum es muy particular y entrañable. La última función de Dos viejos judíos la hicimos a principios de junio, se venía el invierno y su cumpleaños, y él ya me venía diciendo que quería estrenar un trabajo para los 90 años. Le propuse hacer un plan de trabajo, lo comenzamos a desarrollar, y luego surgió esta oportunidad en La Comedia, que nos permitió llevar adelante el proyecto. Ensayamos en el living de su casa, y es una obra totalmente de palabra narrativa, en donde justificamos un poco la narración de la historia con una situación que podría ser la de un mitin político o una asamblea constitutiva partidaria. Esa es un poco la excusa para montar una maquinaria escénica, con un actor que está solo en el escenario, sostenido por su palabra, su actuación, y por la fuerza vital que genera, justamente, el hecho de actuar.

-Me gusta que el comunismo esté en escena, y también que a Rosario se la poetice, creo que la ciudad necesita de otras miradas.

-Creo también que hay que des-romantizar, porque la mirada poética suele asociarse a cierto romanticismo, cuando también hay un cierto sesgo de crueldad en todo lo que uno ve diariamente, que hace a lo real del desarrollo de esta ciudad, de la situación política y social. Hay algo que hay que empezar a tratar de ver, y pensar en cómo lo decimos, cómo lo ponemos en palabra, cómo lo ponemos en obra.