La Compañía Oblicua cumple veinte años. Un hecho poco común para un ensamble independiente, dedicado a la música académica actual. En todo este tiempo, en contrapunto con las circunstancias de la Argentina y su cultura, el ensamble creado y dirigido por Marcelo Delgado ofreció repertorios originales, diversos y atractivos, con una cantidad inmensa de primeras audiciones de compositores nacionales y de los otros, para contribuir de manera definitiva a ampliar el horizonte sonoro del público más curioso y ocupar un lugar trascendental en el universo de la música contemporánea.
En tren de celebraciones, el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) recibirá a la Compañía Oblicua, que ofrecerá dos conciertos. El sábado 7, a las 20, el programa incluirá obras de compositores argentinos especialmente compuestas para este ensamble. El domingo 8, a las 17, se presentarán la música de Escrito sobre escrito sobre escrito, el disco de la Oblicua con obras de Delgado, recientemente editado por el sello Virtuoso Records.
“Este es un año más de trabajo, que además tiene el peso simbólico de un número redondo y eso nos resulta gratificante”, comenta Delgado al comenzar la charla con Página/12. “Gratificante para esta especie de espíritu de familia que se ha creado en torno a la Compañía, que en 20 años cambió muy poco sus integrantes”, destaca el compositor y director. “Sergio Catalán, Elena Buchbinder y Fabio Loverso (flauta, violín y violoncello, respectivamente) están en el ensamble desde la fundación, Diego Ruiz (piano) hace dieciocho años que es parte, Gonzalo Pérez Terranova (percusión) quince. También Griselda Giannini (violín) y Lucía Lalanne (soprano) llevan muchos años con nosotros”, detalla Delgado que para la celebración del CETC convocó además a Pablo Boltshauser (guitarra), Mariano Malamud (viola), Matías Cadoni (contrabajo) y Daniela Cervetto (percusión), además de la notable mezzosoprano Cecilia Pastorino, músicos cercanos, en cuerpo y espíritu, a la Compañía Oblicua y a su historia.
“Son muchas las aventuras que compartimos juntos con este ensamble, un grupo absolutamente independiente, que trabaja y se compromete desde la convicción. Hemos cobrado cuando había para cobrar y cuando no había para cobrar, no cobramos. Y eso no interfirió en nuestra idea de grupo y en nuestro modo de abordar la música”, destaca Delgado. “Muchas veces pienso que este ensamble es sobre todo una construcción afectuosa, que tiene que ver con resistir y persistir en un país como el nuestro, donde los apoyos a la producción artística, cuando los hubo, apuntaban más al entretenimiento”, continua el director.
“Sabemos que las expresiones musicales por las que transitamos son más bien periféricas respecto al gusto corriente, pero no por eso son menos importantes. Al contrario, son una reserva necesaria de pensamiento, de reflexión sobre el arte, su recepción y sus modos de circulación. Pero ojo, a esta periferia la elegimos como espacio natural, porque es el lugar donde podemos hacer las cosas de una manera personal, con absoluta independencia. Quiero decir, no sólo es un espacio de resistencia, también, y sobre todo, es un espacio de alegría”, asegura Delgado.
Composiciones de José Luis Garabito, Agustina Crespo, Patricia Martínez, Juan Carlos Tolosa y Jorge Chikiar articulan el programa del sábado. “Hay dos obras que ya venimos tocando. Una es la de Garavito, un joven muy talentoso. Lo que queda de las ruinas, se llama, y crea ámbitos sonoros a partir de su lectura de Las ruinas circulares, de Borges. La otra es la obra de Patricia Martínez, Tenue brillantez, basada en un canto gregoriano”, comenta el director. “Después tendremos el estreno mundial de obras que generosamente los compositores nos dedicaron. Agustina Crespo compuso Enésima vez, una página muy luminosa y transparente; Juan Carlos Tolosa, un gran compositor, escribió Tres poemas de Roxana Carrizo, que son muy hermosos, y Jorge Chiquiar, un verdadero virtuoso de los procesamientos electrónicos, nos dedicó Persistir, Resistir, Resonar”, repasa Delgado, que el domingo dirigirá su propia música, la que está en Escrito sobre escrito sobre escrito, el cuarto disco de la Compañía Oblicua.
“Presentaremos cinco de la seis obras que están en el disco”, aclara el director. "Salvo Colores congelados (2010), son obras de la última década. Hay dos que son "gandinianas", como Escrito sobre escrito sobre escrito, en la que escribo sobre Eusebius, que es Gandini escribiendo sobre Schumann, y Cénit nocturno, un homenaje a Gerardo que se estrenó el año pasado en el CETC. Después está Ruido urbano, basada en el ritmo y la pulsación, y Ex R&C, que también tiene una cosa de mucha pulsación, pero en un ámbito armónico más claro. En fin, serán dos conciertos bien diferentes entre sí y muy representativos de la variedad que confluye en la idea de música contemporánea", anticipa.
Más allá de alegrías y resistencias, Delgado destaca dos "méritos no menores" de la Compañía Oblicua en estos primeros veinte años de trabajo. "Por un lado, apostamos una disciplina de ensayos semanales, haya o no haya conciertos en vista, y por el otro, en algún momento dejamos de pensar y tocar ese repertorio canónico, sobre el que nos formamos y que amamos -el de Salvatore Sciarrino, Franco Donatoni, Gyoygy Ligeti y otros- para habilitar un espacio que contenga la gran producción de los compositores de acá", sostiene el compositor y director. El "acá" de la Compañía Oblicua, se completa en la idea de concierto como ritual en presencia. "El concierto también es un lugar de resistencia, que es imprescindible defender con el cuerpo de los artistas y el cuerpo de los que escuchan. Un espacio de intimidad y complicidad que en épocas de algoritmos, entre otras incertidumbres, en necesario cultivar", define el director.