"Con profundo dolor despedimos al querido compañero, el actor Jorge Rivera López, histórico Presidente y Secretario General de nuestro sindicato. Su partida deja un vacío inmenso en nuestra comunidad. Enviamos un fuerte abrazo a su hijo, nuestro actual Secretario General, Luis Rivera López, así como a sus familiares y seres queridos. Su legado, su coraje y su compromiso inquebrantable con nuestros derechos, especialmente durante los oscuros tiempos de la dictadura, serán para siempre una fuente de inspiración para nuestra lucha gremial". Esto es lo que compartieron desde la web y las cuentas oficiales de la Asociación Argentina de Actores, una semblanza muy justa porque destaca el rol clave que tuvo el actor en la época más oscura de la Argentina, su contribución a la lucha gremial y a la actividad escénica.
Rivera López se formó en la Escuela Nacional de Arte Dramático y comenzó su carrera en la Comedia Nacional, bajo la dirección de Orestes Caviglia. Se afilió a la Asociación Argentina de Actores en 1954 y llegó a ser secretario general bajo las presidencias de Jorge Salcedo (1971) y Juan Carlos Gené (1972). Más adelante, en 1974, fue elegido presidente, cargo que sostuvo durante la dictadura cívico-militar. En 1998 fue elegido nuevamente para ese rol y reafirmó su compromiso con la defensa de los derechos laborales de los artistas.
Uno de sus mayores aportes a la actividad teatral fue el impulso al histórico ciclo Teatro Abierto junto a colegas de la talla de Osvaldo Dragún, Roberto Cossa, Carlos Somigliana, Elio Gallípoli, Carlos Gorostiza, Máximo Soto, Ricardo Monti, Oscar Viale, Jorge García Alonso y Griselda Gambaro, entre otros. Aquel movimiento gestado por dramaturgos fue un símbolo de resistencia cultural frente a la dictadura; a esa iniciativa se sumaron directores, actores, actrices, músicos, escenógrafos y técnicos para trabajar en las obras.
La respuesta por parte de las autoridades fue concreta: amenazas de bomba en espacios culturales y el incendio intencional del Teatro Picadero, sede del ciclo. El encargado de dar a conocer el manifiesto escrito por Carlos Somigliana en la función inaugural fue Rivera López, por entonces presidente de la Asociación Argentina de Actores. Así se inició una etapa de reafirmación de la existencia del teatro argentino y unidad entre los distintos rubros del quehacer teatral.
A lo largo de su trayectoria, Rivera López participó de numerosas obras como Tute cabrero, Locos de verano, Los mirasoles, Las d’enfrente, Príncipe azul, Un enemigo del pueblo, Mataron a un taxista y La invención de Morel. También dejó su huella en la gran pantalla, con trabajos como La Fiaca, La Patagonia Rebelde, Triángulo para cuatro, Made in Argentina, De amor y de sombra, Proceso a la infamia, Cómplices, La Mary, Apariencias, Difunta Correa, Incorregibles y Más allá del sol. En televisión, participó en ficciones como El elegido, Chiquititas, Don Juan y su Bella Dama, Rebelde Way, Micaela, Esta noche… miedo y La mujer del presidente.
En una entrevista con este diario en 2006, la periodista Hilda Cabrera le preguntó si era común que el actor improvisara o subrayara. Rivera López dejó esta reflexión sobre el oficio: "Yo soy un relojito, pero sé que algunos se tientan, sobre todo en las obras de humor y en las comedias. Es peligroso, porque uno cree que redondea su personaje y sólo consigue aflojarse y sobreactuar para que el público se ría más. Así se empasta el trabajo. El actor es demasiado sensible a la reacción del público. Su ego es muy fuerte. Por algo sube a un escenario".