Los dólares financieros y el blue terminaron la semana pasada con nuevas caídas de precios y las cotizaciones coquetean con volver a los 1200 pesos. En el gobierno festejaron esta tendencia asegurando que es resultado de la política de emisión cero. El equipo económico sigue repitiendo en distintos encuentros con inversores y grandes empresas que la brecha cambiaria se cerrará desde arriba hacia abajo y que el plan de competencia de monedas sigue intacto.
El proceso de apreciación del tipo de cambio volvió a poner el foco del debate en los precios en dólares de la Argentina. De nuevo el país vuelve a ser uno de los más caros de la región y la dinámica parece difícil de sostener por la falta de reservas y un flujo de divisas que empezó a ser deficitario desde mitad de año.
En el mercado circularon distintos informes que marcan que, más allá de la tendencia a la caída de la brecha y la relativa estabilidad cambiaria, la situación es de completa inestabilidad e incertidumbre. Por caso, una agencia de bolsa tituló uno de sus últimos documentos “El elefante en la sala: las reservas”.
En palabras más directas: mientras los dólares financieros siguen apreciándose, el nivel de las divisas en el Banco Central se mantiene en cifras preocupantes y se suman nuevos frentes de presión. Uno de ellos es el déficit de la cuenta de servicios, con turistas que dejan de llegar al país porque los precios en dólares se encarecieron y con argentinos cada vez más a gusto en viajar al mundo.
En detalle, el rojo de la cuenta corriente de servicios fue de 561 millones de dólares en julio. Se trata del mayor desequilibrio mensual desde noviembre de 2023. Esto se debió a la salida de dólares por turismo de 840 millones, frente a una entrada 207 millones. “Si bien la estacionalidad juega en contra en julio (debido a las vacaciones de invierno), augura un mal panorama”, indica el informe.
La perspectiva es que este rojo siga en aumento hacia los meses de verano, en la medida que se sostenga la tendencia a la apreciación del tipo de cambio oficial (y el dólar tarjeta siga subiendo a ritmos por debajo de la inflación). Se trata de un fenómeno que ya empezó a impactar en el turismo emisivo neto, con más de 1 millón de personas saliendo del país en los últimos meses. La cifra contrasta con el ingreso neto de turistas de 1,8 millones en los últimos meses del año pasado.
Este déficit de la cuenta corriente de servicios es una forma sencilla de recordar el problema estructural de la economía argentina: la falta de dólares. Una situación que se potenciará en los próximos meses por la demanda de divisas para importaciones (impulsada por el esquema de pagos diferidos), una oferta del complejo agropecuario en baja y la necesidad de cancelar pagos de deuda externa.
El Gobierno no parece tomar nota de esta situación y mantiene un discurso único. Repite que la prioridad es resolver el desorden de la macroeconomía a partir de políticas fiscales y monetarias ultracontractivas. Sin embargo, los precios dejaron de desacelerarse, el mercado interno está cada vez más caro medido en moneda dura y el Banco Central no tiene reservas internacionales. Dicho de otra forma: el desorden de la macroeconomía sigue siendo el protagonista estelar. Cuando los dólares no aparecen, al final del camino la historia es siempre la misma.