El caso de la carta explosiva para el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA) quedó en suspenso este fin de semana. En la noche del viernes fue detenido como sospechoso Alberto Santiago Soria, un agente inmobiliario que vive en Floresta, en CABA. El individuo registra un antecedente de amenaza antisemita -le mandó un mensaje anónimo a un comerciante-, aparecía identificado por cámaras de seguridad de la zona donde se despachó el paquete y por registros de la tarjeta SUBE. Pero este sábado a la tarde, cuando el juez Daniel Rafecas le tomó declaración, Soria negó tener relación con los hechos y afirmó que no es el de las imágenes de las cámaras, al mismo tiempo que presentó una coartada. Rafecas resolvió, por ahora, mandarlo a un lugar de detención de la Policía de la Ciudad, mientras profundiza el análisis de las pruebas. Varios funcionarios se adelantaron a los hechos. Patricia Bullrich habló de terrorismo, algo desmesurado, teniendo en cuenta que el supuesto terrorista llegó al lugar del envío del paquete en colectivo y usando la SUBE para el descuento. También el gobierno porteño preparó una conferencia de prensa para quedarse con los méritos, pero razonablemente la levantó hasta que se confirme que el detenido es el autor de la agresión del paquete con explosivo. Sea Soria o no sea Soria, el móvil del hecho sigue siendo un misterio.
Detención sin estruendo
Alberto Santiago Soria vive en Chivilcoy y la avenida Juan B. Justo, en Floresta, en un sexto piso típico de clase media. Se llegó a él a partir de las imágenes de las cámaras de seguridad cercanas al lugar desde el cual se envió el paquete, en Barracas. Allí se hizo la primera determinación. Luego se estableció que llegó hasta ese centro de despacho utilizando dos colectivos y la tarjeta SUBE. Finalmente, la División Investigaciones Especiales de la Policía Federal hizo un estudio en base a sistemas antropométricos, tanto del rostro como de la postura corporal, comparando con imágenes de Soria en una librería.
Cuando irrumpieron en su departamento, a las 12 de la noche del viernes, Soria no se inmutó. Actuó con absoluta tranquilidad. En la vivienda se encontraron pocas evidencias, principalmente una Guía T en la que estaba escrito, de puño y letra, la ubicación de la dirección de la Sociedad Rural, en la calle Juncal: cuadrante 52-A5. También se detectaron unas cintas de embalar que habrá que comparar con la del paquete que llegó a la Rural.
El punto flojo es que en el departamento no estaba la ropa que supuestamente usó Soria cuando viajó a dejar el paquete y tampoco se encontraron elementos químicos que se debieron usar para hacer el explosivo.
Más allá de todo, en la Policía de la Ciudad, que conduce Diego Kravetz, y en el ministerio porteño, a cargo de Waldo Wolf, están seguros que Soria fue el que mandó el paquete.
El antecedente de 2017
En una causa que instruyó el fiscal Miguel Kessler, se investigó una llamada amenazante a un comerciante de la avenida Federico Lacroze. El mensaje anónimo fue “te voy a matar, judío hijo de puta”. Cuando se detectó el origen de la comunicación, el fiscal citó a la dueña del celular: la madre de Soria. La mujer sostuvo que el aparato estaba en poder de su hijo, con el que había roto relaciones. La señora dijo que no tenía contacto con Soria ni sabía dónde vivía.
Lo asombroso es que la justicia, o mejor dicho las fuerzas de seguridad, no ubicaron al agente inmobiliario hasta 2022, cuando el delito estaba prescripto.
Una indagatoria sorprendente
El juez Rafecas resolvió que Soria preste declaración indagatoria en la misma tarde del sábado. La sorpresa fue que el agente inmobiliario negó los hechos y presentó una especie de coartada. El magistrado decidió analizar mejor toda la evidencia:
*Se revisarán los análisis de imágenes, aunque aparentemente los registros de la SUBE coinciden con la llegada al lugar desde donde se mandó el paquete.
*Habrá que verificar lo que hay en los tres celulares y la computadora que se secuestraron.
*Está la inscripción en la Guía T.
*Están en marcha pericias y búsqueda de huellas y ADN en lo que quedó del paquete destinado a Nicolás Pino.
Mientras se avanza en la verificación de la coartada y las nuevas pruebas, Soria seguirá detenido en una unidad de la Policía de la Ciudad.
No cantar victoria
En los últimos días, la ministra Bullrich aprovechó la oportunidad para hablar de terrorismo y agitar los peligros por los cuales se derivan 100.000 millones de pesos a la SIDE. Si Soria es efectivamente el del paquete, otra vez se exageran las cosas: estaríamos ante alguien que fue a dejar el envío en colectivo, usando la SUBE y sin estructura alguna. Por el antecedente de la amenaza antisemita y la pelea con su madre, parece más bien un desequilibrado. No sería la primera vez que alguien de esa naturaleza protagoniza hechos como el del paquete con un explosivo de bajísima intensidad.
A esta altura, el móvil del envío del paquete todavía es una incógnita. Por de pronto, se mencionó que podía ser un ataque vegano, pero Soria no es vegano. Y tampoco se lo ubica en ninguna corriente política, más allá de la amenaza anti-semita.
Los próximos pasos serán la verificación de la coartada y los elementos de prueba. Si no es Soria, estaríamos ante un nuevo papelón. En ese caso, habrá que seguir buscando al verdadero culpable y los motivos del ataque. Por ahora, las celebraciones por el esclarecimiento quedaron en pausa.