Podría tranquilamente Bill Wyman citar un mundo de influencias para contar de sus músicas. De dónde provienen. De por qué son así, y no de otra manera. Pero él prefiere focalizar, sintetizar tal vez, en una: J. J. Cale. “Cale es la mayor influencia en el álbum en su conjunto… su ritmo relajado siempre me ha atraído”, dijo de hecho el bajista y fundador de The Rolling Stones, a punto nieve de publicar Drive My Car, su noveno disco solista, sucesor de Back To Basics (2015).
La pertinente declaración de Bill no choca con la realidad. Es así, literal. Una sola escucha conceptual sobre los diez temas que pueblan su disco flamante –primero que edita en diez años- da con la impronta Cale. No solo por los aires cristalinos, casi “puros”, que los atraviesan en términos de fino y ataviado mosaico entre blues, country y rhythm and blues, sino justamente que Wyman –y no solo Wyman, claro- le endilgan al guitarrista californiano fallecido en 2013: su toque laid back, sereno, cálido, despejado. Tómese el tema que se tome del disco suena así.
No importa si sea de los suyos, o no. Entre los suyos, sí, claro, “Bad News”, al igual que el tema epónimo, ya se deja nutrir desde el vamos por esa argamasa rítmica de la mejor tradición yanqui, sincopada, que hace décadas es parte del patrimonio sonoro de la humanidad. Otras piezas que Wyman aporta de su propia pluma – junto a la del guitarrista y arreglador Terry Taylor- y que vienen al caso son “Rough Cut Diamond”, un calmo y acompasado rocanrolito; y “Tell You A Secret”, este último como bonus track solo incluido en el CD digital, al igual que “Sweet Baby”, atildado country blues que Bill completó, atrapando una vieja perla de Frank Stokes, legendario cantante y guitarrista negro nacido en Tennessee a fines del siglo XIX. “No es algo que haga todos los días, pero a veces simplemente veo una guitarra en un rincón de la habitación, la agarro para tocar y entonces algo encaja”, ha declarado el también fotógrafo y escritor sobre su faz compositiva, apenas salido el disco.
Entre los temas ajenos, Drive my Car contiene siete. De entre estos, hay que escuchar con suma atención cómo Wyman lleva con solidez plena una pieza de Bob Dylan (a quien el ex Stones conoce desde mediados de la década del sesenta, vía Brian Jones) perteneciente al disco Modern Times. “Thunder On The Mountain” es pues la gema, cuyos aires de Tulsa también impregnan “Storm Warning” –tremenda versión, tal vez la mejor del disco- y “Wings”, ambas del guitarrista holandés Hans Theesink, otro lúcido seguidor de la escuela Cale que, según Wyman, está aportando una renovada mirada sobre el blues.
Otro de los músicos versionados por el viejo y querido Bill es el igualmente viejo y querido Taj Mahal. La pieza que toma el blanco del negro es “Light Rain”, blues rural emblema de uno de sus mejores discos: Giant Step (1969). Y lo que le hace la versión del blanco a la del negro –se conocen ambos desde el maravilloso The Stones Rock 'n' Roll Circus, de 1968- es bajarle el tono aceroso, primitivo, a la original a cambio de un sonido menos sufriente. La tríada que completa la faz interpretativa de Wyman pasa por “Ain't Hurtin' Nobody”, del cantautor folk-country John Prine; “Two tone car”, perlita de otro músico ya fallecido adorado por Bill (Chuck Weiss), y “Fools Gold”, que no es la de los Stones Roses sino la –menos conocida- de Lloyd Jones.
Íntegramente grabado en el estudio hogareño de Wyman, Drive my Car es casi un trabajo familiar, dada la ayudita de sus amigos Terry Taylor (guitarra) y Paul Beavis (batería). El flamante disco se monta además sobre Billy In The Wars, libro autobiográfico que Bill –a punto de cumplir 88 años- publicó el pasado año, cuyas páginas relatan en primera persona fragmentos poco felices de su infancia, sucedidos entre bombardeos, gritos, evacuaciones y refugios, durante la Segunda Guerra Mundial, en el barrio obrero de Sydenham, al sur de Londres.