Varios indicadores de la economía de Milei muestran resultados horribles transcurridos nueve meses de gobierno liberal-libertario. Dos de ellos son especialmente preocupantes, considerando las diferentes experiencias traumáticas de la economía argentina: uno, el incremento de la deuda pública total; y dos, la rápida destrucción de puestos de trabajo.

Como era de esperar, Luis Caputo, el ministro de la deuda del gobierno de Mauricio Macri, ahora reciclado como secretario de Economía del presidente de la Nación, Javier Milei, se lanzó a una vertiginosa carrera de emitir deuda pública en pesos. En el primer semestre del año la duplicó respecto al cierre de 2023

No puede hacer lo mismo con la deuda en dólares porque, en la gestión pasada, él mismo agotó esta fuente con el mercado internacional, al colocar casi 100 mil millones de dólares en apenas dos años (diciembre 2015-abril 2018), ni con el Fondo Monetario Internacional, al rubricar y luego dilapidar gran parte del insólito crédito de 45 mil millones de dólares.

En este escenario de las finanzas públicas arrojadas a la ruta de la cesación de pagos, debido a que la economía no crece; por el contrario, se derrumba, y por la escasez estructural de dólares en el Banco Central, pese a que puede mejorar en el margen por el superávit de la balanza energética, se agrega un panorama laboral trágico.

Cristian Girard, director ejecutivo de la Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires, presentó unas cifras demoledoras del mercado de trabajo. Los primeros cuatro meses de gobierno de Milei destruyeron 650 mil puestos de trabajo y el salario mínimo vital y móvil cayó casi un 30%.

Esta pérdida acelerada de puestos de trabajo se dio tanto en formales como en informales, aunque con mayor intensidad entre los últimos, según datos oficiales publicados por el propio gobierno.

Luis Caputo, ministro de Economía, hace lo que mejor sabe hacer: emitir deuda. Imagen: Archivo.

Caputo emite deuda en pesos porque dólares no le prestan

El informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso ofrece cifras reveladoras de la segunda etapa del rey de emisión de deuda pública argentina, Luis Caputo.

Detalla que, en el primer semestre de 2024, el stock de la deuda pública pagadera en pesos ascendió a 166,5 billones, lo que representó un incremento de 98,6% con respecto a fines de 2023. Las emisiones netas ascendieron a 17 billones, y los ajustes al capital por valuación y la capitalización de intereses incrementaron el stock en 66 billones.

Para confirmar que, pese a la promesa de conseguir financiamiento del exterior (FMI, capitales árabes, fondos de inversión de Wall Street), el grifo de dólares financieros está cerrado, el informe indica que el stock de la deuda en moneda extranjera disminuyó 3,6% en el mismo periodo (9436 millones), por cancelaciones netas de capital de 8120 millones y ajustes de capital por 1316 millones.

En julio se mantuvo la misma tendencia que la del primer semestre: la deuda pública en pesos subió otro escalón, al sumar 182.535.922 millones, un incremento en 9,6% con respecto al cierre de junio, mientras que en dólares se redujo en 1125 millones hasta alcanzar los 253.920 millones.

La deuda pública en pesos aumenta a pasos acelerados

En siete meses, el total de la deuda en pesos alcanzó los 168,43 billones, equivalente en dólares a 129.511 millones a la cotización de 1300 pesos del Contado con liquidación, y un 30% más elevada calculada al dólar oficial (171.692 millones).

Si bien es cierto que la deuda en pesos es más fácil de refinanciar porque casi la totalidad de estos bonos está en manos de firmas locales, además de que es la moneda que emite el Banco Central, existe el antecedente cercano de un default doméstico: el denominado “reperfilamiento” de la deuda en pesos en los últimos meses del gobierno de Macri.

El informe de la OPC precisa que, al inicio del primer semestre del año, la vida promedio de dicha deuda era de 2,14 años. El 88% del capital vencía en el bienio 2024-2025, y 32% durante el primer semestre de 2024. A fines de junio, ascendió a 2,92 años.

Es un monstruo grande y pisa fuerte

Existe un indicador de la solvencia de países que analistas, inversores y organismos internacionales consideran clave para evaluar la fortaleza o debilidad de una economía: la relación del stock total de deuda pública con el Producto Interno Bruto.

El PIB anual muestra el valor total de los bienes y servicios producidos en el país durante ese lapso. Si la deuda representa un porcentaje bajo en relación al Producto implica que esa economía es solvente puesto que está en mejores condiciones para administrar el pasivo público. Situación inversa se manifiesta cuando esa relación se acerca al ciento por ciento. O sea, cuando la deuda pública es igual al PIB.

El Ministerio de Economía informa que, en el cuarto trimestre de 2023, el PIB en pesos corrientes era 282.103.476 millones de pesos y subió a 414.390.781 millones en el primer trimestre de 2024 por el shock inflacionario.

En dólares, en el mismo período, al tipo de cambio oficial, el PIB se redujo de 631.454 a 496.685 millones de dólares. Si la estimación es con los dólares financieros, el monto se ubica cerca de los 400.000 millones de dólares.

En el trimestre siguiente, con una tasa de inflación mensual superior en dos o tres puntos porcentuales al ajuste cambiario oficial, estos montos del PIB variaron un poco al alza.

De este modo, la relación PIB/deuda pública total va del 77% al 85%, acercándose al umbral de vulnerabilidad, a lo que se agrega la insustentabilidad por la concentración de vencimientos en años próximos y débil acumulación de reservas internacionales en el Banco Central.

La relación PIB/deuda total (pesos más dólares) se acerca al umbral de la insolvencia.

Cómo hizo Caputo para duplicar la deuda en pesos en apenas seis meses

El incremento del stock por 82,66 billones de pesos se explica por el efecto combinado de:

* Nuevas emisiones de deuda por 89,49 billones.

* Pago de amortizaciones y otras cancelaciones de capital por 72,4 billones.

* Ajustes de valuación del capital por 64,69 billones.

* Capitalización de intereses por 0,88 billones.

Al 30 de junio, el capital adeudado por el gobierno nacional estaba compuesto por 79% de deuda en pesos ajustable por CER (inflación), 14% sin ajuste y el 7% restante está denominada en dólares estadounidenses pero pagadera en pesos (dólar linked y bonos duales).

El Ministerio de Economía publicó que la mayor parte del financiamiento obtenido en las licitaciones se utilizó para cubrir los pagos de vencimientos de títulos públicos en pesos del período y 20,6 billones del total se distribuyeron de la siguiente manera:

* 14,4 billones de pesos se depositaron en la cuenta del Tesoro en el Banco Central, de los cuales una parte fue utilizada para la compra de dólares a la entidad monetaria para pagos futuros de vencimientos en moneda extranjera (Bonares y Globales, en enero y julio de cada año, y los pagos de julio pasado sumaron el equivalente a 2551 millones de dólares).

* 6,2 billones de pesos se destinaron a la compra de títulos públicos (Boncer T5X4, AL35 y AL29) al Banco Central.

Javier Milei, presidente de la Nación, profundiza el ajuste regresivo. Imagen: NA:

Desvestir un santo para vestir a otro

La dupla Milei-Caputo arremetió con la obsesión de “limpiar” el balance del Banco Central y, para ello, transfirió al Tesoro Nacional gran parte de la deuda de la entidad monetaria con los bancos.

El problema de esta deuda encapsulada en el Banco Central fue transferido al Tesoro, que provoca una mayor vulnerabilidad de las finanzas públicas pese a que igualmente la entidad monetaria seguirá siendo prestamista de última instancia. Esto último es porque comprará los bonos si los bancos quieren venderlos por alguna circunstancia financiera crítica.

Para desarticular el rol del Banco Central como generador de pesos mediante el otorgamiento de financiamiento al Tesoro y, al mismo tiempo, “sanear” sus pasivos en pesos (remunerados), la entidad monetaria dejó de comprar títulos emitidos en pesos por el Tesoro (operaciones de mercado abierto) y de emitir pasivos remunerados en pesos (Letras de Liquidez y Pases).

Además no incrementó el stock de Adelantos Transitorios al Tesoro y vendió tenencias de títulos públicos al Tesoro. Es decir, el BCRA restringió el financiamiento al Tesoro y, a la vez, para reducir su pasivo dejó de renovar las deudas contraídas con los bancos, que además le generaban intereses y disminuyó la base monetaria.

El Tesoro comenzó a ofrecer títulos públicos a los bancos como alternativa de inversión para sus fondos, anteriormente colocados en pasivos del Banco Central. O sea, se traspasó deuda del Central al Tesoro, que deberá conseguir financiamiento para afrontar dichas obligaciones mediante recaudación impositiva, emisión de nueva deuda y/o venta de activos.

Peligroso pasamanos de deuda

Este enjuague financiero incrementa las dudas acerca de la solvencia de las cuentas públicas, ya que amplía la exposición de los bancos al riesgo del Tesoro en un contexto de hiperrecesión que debilita los ingresos tributarios. Un informe de FIDE advierte que es peligrosa la alquimia elegida para eliminar los pasivos remunerados del Banco Central para que sea asumida íntegramente por el Tesoro.

Evalúa que el impacto positivo de este pasamanos es limitado por la capacidad de esa medida para eliminar la necesidad de emisión/endeudamiento endógeno, recuperar plenamente el uso de la tasa de interés como herramienta de política monetaria y para preparar la salida del cepo.

Señala que la deuda del Tesoro es, en general, percibida por el mercado como más riesgosa que la del Banco Central, especialmente tras el “reperfilamiento” de la deuda en pesos de Macri a fines de 2019.

Esta medida aumenta sensiblemente el grado de exposición de los bancos al Tesoro. Para concluir que, en la medida en que el Banco Central mantenga su rol de prestamista de última instancia del sistema bancario, el riesgo de la deuda del Tesoro no debería transferirse a riesgo del sistema. Surge entonces el siguiente interrogante: ¿para qué hicieron este movimiento de pasivos públicos que sólo implica más vulnerabilidad de las finanzas públicas?

Las tres opciones no excluyentes son:

1. Por el fundamentalismo monetarista de limitar el rol del Banco Central y considerar que el déficit cuasifiscal es una fuente inflacionaria relevante.

2. Por generar condiciones para un mayor ajuste fiscal para lograr el excedente de recursos necesarios para que el Tesoro pueda cumplir con el pago de intereses y capital de la deuda.

3. Por ineptitud en la gestión básica de administración de los pasivos públicos.

Destrucción de puestos de trabajo

En este complejo cuadro financiero, como se mencionó al comienzo, se desarrolla una veloz pérdida de puestos de trabajo. En los primeros cuatro meses de gobierno de Milei se destruyeron 650 mil puestos de trabajo. Esta cifra surge de fuentes oficiales (Indec y Secretaría de Trabajo), con datos de la Encuesta Permanente de Hogares para trabajadores informales, al primer trimestre del año.

El impresionante deterioro del mercado laboral en pocos meses de gobierno no representa cantidad de personas, sino puestos de trabajo, puesto que puede haber duplicación de personas que tengan más de un empleo.

Girard consideró, en un hilo de tuits en la red social X, que “el ajuste de Milei no recae sobre ninguna casta, sino sobre el pueblo trabajador, los jubilados y las pymes”.

Para agregar que “esta destrucción de empleos se siguió profundizando durante el segundo trimestre. En base a la información del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que publica mensualmente el Ministerio de Capital Humano, a mayo, la pérdida de empleos en el sector privado registrado durante el gobierno de Milei ascendía a 123 mil ( 94 mil a marzo), y en el sector público, a 37 mil (5 mil a marzo)”.

“La destrucción de empleos entre empleadas domésticas asciende a 16 mil, algo que sin dudas potencia el aumento de la pobreza”, destacó el economista, quien consideró que “la destrucción de empleos y el acelerado proceso de precarización laboral en curso, en un marco de devaluación y desregulación, dieron lugar a una fuerte caída, generalizada, de los salarios, que en promedio están 11% por debajo del nivel que tenían en noviembre de 2023, antes de la asunción de Milei”.

El titular de ARBA concluyó que, aun frente a este desastre laboral, el gobierno nacional dejó trascender que no aprobará paritarias que establezcan aumentos por encima del 2% mensual de acá en adelante, al tiempo que continúa bajando el salario mínimo vital y móvil, que cayó 28,85% desde la asunción del gobierno libertario. 

Estas dos políticas atentan contra la recuperación del poder adquisitivo de los salarios y acentúan la redistribución regresiva del ingreso, objetivo central del programa económico libertario.