Además de ser conocido por sus novelas, el salvadoreño Horacio Castellanos Moya también se destaca en su calidad ensayística y como cronista profundamente comprometido con su época. Así lo demuestra la salida del libro Ensayos y cuadernos, una colección que reúne tres de sus trabajos más representativos: La metamorfosis del sabueso (2011), Roque Dalton: correspondencia clandestina y otros ensayos (2021) y Envejece un perro tras los cristales (2019), que muestran una visión multifacética del pensamiento y la trayectoria literaria del autor de El asco, Insensatez, entre otros títulos.
El primer libro de esta trilogía, La metamorfosis del sabueso, se compone a su vez de tres partes con varios ensayos que exponen las preocupaciones centrales de Castellanos Moya: la escritura como acto de resistencia, el rol del escritor en una sociedad marcada por la violencia y la construcción de memoria, y la responsabilidad inherente al oficio de escribir. En estos textos se reconoce la huella trazada por personalidades de la cultura de diferentes filiaciones y en épocas distintas, como Elias Canetti, Karl Kraus y Franz Kafka, autores referidos por su capacidad para confrontar la realidad de manera implacable.
En la primera parte, "Breves palabras impúdicas", Castellanos Moya se presenta como un narrador que no escapa a su propia conciencia crítica y por eso la idea de la escritura como proceso de transformación personal y social es central. El escritor se perfila como un "sabueso": un investigador que sigue indicios hasta dar con alguna verdad, por más incómoda o dolorosa que se presente. Esta metáfora es recurrente a lo largo del libro y funciona como zona de condensación para mirar y evaluar el rol que el escritor cumple en el tejido social.
La segunda parte, "La metamorfosis del sabueso", es una serie de ensayos que reflexionan sobre cómo la escritura puede ser una herramienta para revelar los rincones más oscuros de la humanidad.
A propósito de la obra de Kafka, con foco puesto en La metamorfosis, Castellanos Moya analiza esas políticas de la literatura que hacen visibles, sin caer en los clásicos recursos de la alegoría, cuestiones como la alienación, la desesperanza y la transfiguración del ser humano en sociedades opresivas
Kafka además de formar antecedentes, según la hipótesis de Borges, es aquí un precursor más de la literatura del siglo XX; y, esta rotulación reside en su capacidad puesta en la palabra, en la sintaxis, en la zona estrictamente material, que permiten desde ese entramado insertar al lector en las tensiones internas y externas del individuo. A partir de una fusión entre un modo de narrar cercano al hermetismo y regido por un principio de literalidad y de proliferación de sentidos, como la angustia existencial, la burocratización de la vida moderna, Kafka ofrece a Castellanos Moya una lente renovada para trasladar ese esquema al contexto convulsionado de América Central. La identificación de Castellanos Moya con Kafka, el escritor de una “literatura menor” y que se apropia de la lengua del conquistador para expresarse artísticamente, también se puede entender como un espejo de su propia experiencia de exilio y alienación, temas que resuenan sin cesar en toda su obra.
La tercera parte, "La senda de Kenzaburo Oé: del shock a la aceptación", ofrece un análisis del novelista japonés, un autor que supo transformar su dolor personal en una literatura de alcance universal. Castellanos Moya admira la manera en que Oé ha utilizado su experiencia como padre de un niño con capacidades diferentes para crear una narrativa que aborda la fragilidad y la resiliencia humana. Este ensayo se alinea con las propias luchas del ensayista salvadoreño, quien ha utilizado la escritura como forma de enfrentar tanto sus demonios internos como los males de la sociedad en la que vive.
La conexión entre Oé y Castellanos Moya se establece no solo en términos de sus experiencias personales, sino también en el modo en que ambos entienden la literatura como medio para lidiar con el dolor y la pérdida. La obra de Oé, que aborda la deshumanización y la reconstrucción de la identidad en un mundo fracturado, tiene un paralelismo claro con los temas de Castellanos Moya, especialmente en el tratamiento de la memoria histórica y las violencias. Este ensayo en particular muestra la habilidad del escritor para relacionar su propio proceso creativo con el de otros autores que han enfrentado desafíos similares, subrayando así, en la iteración de temas, la opción de esbozar, aunque desde un margen perturbador, una república mundial para las letras.
La metamorfosis del sabueso puede leerse como una forma heterodoxa de manifiesto literario: por un lado, Castellanos Moya deja asentados sus principios estéticos sobre la escritura y el escritor, pero además ejerce una política de impugnación, tan cara a las vanguardias, cuna de los manifiestos, sobre narrativas hegemónicas que intentan silenciar las voces disidentes. Y, por último, desde su vinculación con el espíritu de la guerra, es un llamado a la acción, una invitación a los lectores a no conformarse con las verdades superficiales, sino a pelear por respuestas que se esconden en las complejidades de la experiencia humana.
EL POETA DEPUESTO
En Roque Dalton: correspondencia clandestina y otros ensayos, se rescatan la correspondencia personal de Dalton y una serie de ensayos sobre la identidad, la política y la literatura en el contexto latinoamericano. Desde un análisis profundo de esos materiales, se talla un retrato complejo y conmovedor de Roque Dalton, el poeta salvadoreño cuyo compromiso con la revolución y la poesía lo condujeron a una muerte trágica a manos de sus propios compañeros de la guerrilla.
En este trabajo se explora la vida clandestina de los últimos años de Dalton desde las cartas que envió a su madre, María García, y a su ex esposa, Aída Cañas, durante ese período. Lucha revolucionaria, preocupaciones familiares y obra literaria se cruzan en una narrativa que asume una de las consignas de la militancia: lo personal y lo político. De este modo, Castellanos Moya nos muestra a Dalton como un hombre dividido entre su compromiso con la revolución, su amor por su familia y su insistencia en dar a conocer sus escritos incluso en medio del peligro constante.
En el capítulo "El berenjenal amoroso" del apartado sobre Dalton, emerge otra faceta que son las complicadas relaciones sentimentales del poeta, particularmente su vínculo con la actriz Miriam Lezcano, que se descubren en cartas escritas en clave. Todos estas revelaciones del libro muestran a un hombre preso de las contradicciones a que lo enfrentan el amor y la lucha armada, a un ser humano más que, si bien estaba dedicado a la causa revolucionaria, no podía deshacerse de sus pasiones sentimentales. Un punto central es el abordaje de las tensiones internas dentro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde el investigador y ensayista se detiene a reflexionar sobre cómo las intrigas personales y los conflictos del poder desembocaron en el asesinato del poeta. Desde esa trágica muerte, Castellanos Moya pone en escena los complejos mecanismos de poder que operaban en la guerrilla salvadoreña.
Las preocupaciones de Castellanos Moya sobre la violencia, el rol del escritor en la sociedad, y la construcción de la memoria encuentran un eco en la figura de Roque Dalton. Ambos autores comparten una visión crítica y lúcida del contexto centroamericano, marcado por la represión, los conflictos armados y las traiciones políticas. En este sentido, Dalton se convierte en un espejo que magnifica los dilemas del escritor latinoamericano: no solo es un testigo de las luchas sociales, sino también una víctima de las mismas.
El asesinato de Dalton a manos de sus propios compañeros de lucha en el ERP, entre ellos Joaquín Villalobos y Alejandro Rivas Mira, quienes debieron haber sido aliados, revela la complejidad y el peligro inherente al papel del intelectual comprometido en tiempos de violencia.
En este contexto, Castellanos Moya podría ver en Dalton un espejo que amplifica las tensiones entre la lealtad política y la integridad personal. Dalton encarna los dilemas del escritor centroamericano, cuya escritura es un acto de resistencia pero que, al mismo tiempo, lo coloca en una situación de vulnerabilidad extrema frente a las luchas fratricidas de los movimientos revolucionarios.
La segunda parte del libro recopila una serie de ensayos en los que Castellanos Moya reflexiona sobre la literatura, la identidad y la violencia en América Latina. De esta sección se destaca el ensayo autorreferencial "Breve historia con mi abuelo o de cuando me infectó la política", el autor narra su propio despertar político a través de la figura de su abuelo, un conservador hondureño. Este escrito ofrece una mirada íntima a la formación política de Castellanos Moya, destacando las tensiones entre su educación conservadora y su posterior inmersión en el conflicto salvadoreño.
Roque Dalton: correspondencia clandestina y otros ensayos contiene al final varios ensayos de que exploran temas como la relación del autor con El Salvador y la identidad nacional. En "Crónica de éxodos y retornos", Castellanos Moya compara sus idas y venidas del país con su evolución política y social, reflexionando sobre la guerra civil, los Acuerdos de Paz y la desilusión democrática. "La identidad trágica" aborda cómo la violencia ha moldeado la identidad salvadoreña. Otros ensayos examinan su trayectoria literaria, la relación entre violencia y literatura en América Latina, y el desarrollo de la literatura latinoamericana desde el "boom" hasta la actualidad. También analiza obras claves como Pedro Páramo y Historia de Mayta.
En el primero de estos dos ensayos, "Pedro Páramo o el quejido del muerto", Castellanos Moya destaca el genio literario de Rulfo, subrayando la capacidad del autor para capturar la esencia de la muerte y la violencia en un lenguaje condensado y preciso, que convierte a Pedro Páramo en una obra atemporal y universal. Sin embargo, remarca lo que percibe como la naturaleza casi "médium" de Rulfo, sugiriendo que la novela parece haberle sido dictada por una fuerza externa, lo que podría explicar por qué Rulfo abandonó la escritura después de su publicación. Este aspecto le lleva a cuestionar si Pedro Páramo es una obra producto de un esfuerzo consciente o si, en cambio, refleja una suerte de resignación ante un proceso creativo que Rulfo no pudo repetir.
En el segundo, “Historia de Mayta: La construcción de una novela”, el ensayista destaca el virtuosismo técnico de Vargas Llosa, subrayando su habilidad para construir una estructura narrativa compleja que explora las capas de ficción y realidad, y cómo estas se entrelazan para cuestionar la verdad histórica y la subjetividad.
Sin embargo, no evita señalar las limitaciones que percibe en la obra, especialmente en cuanto a las intenciones ideológicas del autor. Aunque Vargas Llosa insiste en que Historia de Mayta no es una novela política en su esencia, sino una exploración literaria, Moya critica esta postura, sugiriendo que la novela inevitablemente refleja la transformación política del propio autor, y cómo esta conversión ideológica impregna la narrativa.
La hipótesis central de trabajo en este análisis es que Vargas Llosa utiliza Historia de Mayta para explorar dos tipos de ficciones: una positiva (la ficción literaria) que permite una mejor comprensión de la realidad, y otra negativa (la ideología política) que genera confusión y violencia. En este sentido, Vargas Llosa desmitifica el idealismo revolucionario al mostrarlo como un engaño que acaba en fracaso y destrucción. Al final, el narrador se convierte en el protagonista, revelando que la construcción de la realidad es manipulada por la ficción en la misma forma en que los personajes manipulan sus creencias ideológicas.
En este sentido, Moya cuestiona la efectividad de Vargas Llosa al tratar de distanciarse de la dimensión política de su obra, sugiriendo que la novela es tanto un comentario sobre la ficción y la realidad como una declaración política disfrazada de exploración literaria.
FRENTE A LOS ESPEJOS
El tercer y último libro de la colección, Envejece un perro tras los cristales, es quizás el más íntimo y personal de los tres. Se trata de una recopilación de los Cuaderno de Tokio (Los cuervos de Sangenjaya) y Cuaderno de Iowa (Envejece un perro tras los cristales), escritos en momentos diferentes de la vida de Castellanos Moya. Estos textos, que abarcan desde su estancia en Japón hasta su tiempo como profesor en Iowa, revelan a un escritor que se enfrenta a su propia mortalidad y a la futilidad de la escritura.
El Cuaderno de Tokio escrito durante su estancia en Japón en 2009, gracias a una beca otorgada por la Fundación Japón, ofrece una visión del autor en un entorno completamente ajeno, donde experimenta una profunda sensación de aislamiento y alienación. Japón, con su cultura y su idioma, se convierte en un continuo del estado mental del escritor durante su estancia en ese país. A lo largo de estas páginas, reflexiona sobre su situación como extranjero y sobre cómo esta experiencia le ha permitido ver su propia vida desde una nueva perspectiva.
Japón, un país con una cultura rica y a menudo impenetrable para los occidentales, sirve como un telón de fondo para la auto-reflexión de Castellanos Moya. La alienación que siente en Tokio se ve exacerbada por la barrera del idioma y las diferencias culturales, lo que le permite explorar temas de identidad, pertenencia y el impacto del exilio. La figura del cuervo, recurrente en la literatura japonesa, se convierte en un símbolo potente de la desesperanza y la desconexión que experimenta el autor.
El Cuaderno de Iowa, escrito entre 2011 y 2016 durante su estancia como profesor de escritura creativa en Estados Unidos, ofrece una continuación de las reflexiones iniciadas en Tokio, pero en un contexto completamente diferente. A diferencia de los escritos en Tokio, donde la alienación proviene del choque cultural, en Iowa el aislamiento se manifiesta en la rutina, la repetición y el inevitable proceso de envejecimiento. Este cuaderno es un testimonio de la lucha interna del autor por encontrar un propósito en su vida y en su obra, incluso con la desolación que provocan el envejecimiento, la soledad, y la inevitable decadencia física y mental.
Esta dicotomía permite al lector ver cómo el entorno impacta la escritura de Castellanos Moya y cómo, en última instancia, cada lugar sirve como un reflejo de su estado interior.
Un tema recurrente en el Cuaderno de Iowa es la relación entre el autor y la escritura. Como novelista y cuentista se pregunta si seguir escribiendo tiene algún sentido, si sus esfuerzos tienen algún valor en un mundo cada vez más indiferente a la literatura. Esta duda constante sobre el valor de su trabajo es un reflejo del desencanto general que siente hacia el mundo que lo rodea. La escritura, que una vez fue su refugio, ahora se ha convertido en una carga, en una tarea que le resulta cada vez más difícil de llevar a cabo.
En estos cuadernos, el autor también aborda la relación entre el escritor y su público. En un momento dado, describe cómo cada línea que escribe le parece "como si fuese la primera en su vida", una frase que resume la dificultad y el dolor que siente al enfrentarse a la página en blanco. Esta lucha con la escritura es un tema que aparece una y otra vez en estos textos, y que refleja la profunda crisis existencial por la que atraviesa el autor.
La honestidad brutal con la que Castellanos Moya se enfrenta a sus propias debilidades y miedos es quizás lo más notable de Envejece un perro tras los cristales. Expone su franqueza, se anima a una entonación casi confesional, parece dirigirse directamente al lector. Al mismo tiempo, el libro se distingue por una prosa afilada, precisa, sin vericuetos artificiosos: un estilo que le es útil para canalizar temas de alta carga emocional sobre los que no hace falta, entonces, insistir formalmente para que cobren fuerza e intensidad.