El jueves 5 de septiembre se realizó en Buenos Aires, en el exCentro Cultural Kirchner, el Tercer Encuentro Regional del Foro de Madrid, auspiciado por la gente de Vox. Entre el público presente, compuesto por españoles y argentinos, había además bolsonaristas con remeras que pedían “libertad a los patriotas del 8 E”, en alusión al día en que irrumpieron en Brasilia en los edificios del gobierno para evitar la asunción de Lula Da Silva,que había derrotado a Bolsonaro en las urnas.
El nivel de violencia que va adquiriendo nuestro Ceo de la nación es alarmante. En su discurso dijo, por ejemplo, que le tocaba estar en la primera fila de un movimiento mundial con una alta exposición y que esto generaba envidia de las “ratas inmundas, fracasadas y liliputienses domésticas”. Son interesantes los adjetivos que utiliza este hombre para referirse a todo aquel que vaya en contra de su pensamiento. Es admirable la valoración que tiene de sí mismo, que no solo cree estar poniendo a la Argentina al tope mundial, sino que además se autopercibe como uno de los políticos más conocidos del mundo junto con Donald Trump. Para coronar el baño de flores que se arrojaba, agregó estar convencido de estar haciendo “el mejor gobierno de la historia argentina”. Debo decir que ni Moria Casán se atrevió a tanto. El ego del presidente está por la estratósfera.
Lo que me sorprendió (y mucho) en este encuentro fue el ataque a los científicos, los nuevos enemigos del Ceo de la nación. “A los supuestos científicos e intelectuales, que creen qu tener una titulación académica los vuelve seres superiores y --por ende--, todos debemos subsidiarles la vocación: si tan útiles creen que son sus investigaciones, los invito a salir al mercado --como cualquier hijo de vecino--, investiguen, publiquen un libro y vean si a la gente le interesa o no, en lugar de esconderse canallescamente detrás de la fuerza coactiva del Estado”. Si tienen dudas, pueden buscar estas palabras en la misma página de la Casa Rosada: se registran y publican allí todos sus discursos delirantes.
La respuesta a estos dichos no tardó en llegar: Alberto Kornblihtt, investigador superior del Conicet, tildó al Jefe de Estado de “bruto” y comparó su estrategia con la del partido nazi, ya que toma a ciertos grupos sociales como chivos expiatorios de los males que aquejan al pueblo. “Tal como los nazis hicieron con los judíos, los gitanos, los homosexuales, los comunistas y los discapacitados, nos consideran población sobrante y quiere eliminarnos del mapa, para lo cual debe convencer al resto de la población de que la culpa de sus penares es nuestra”, comparó Kornblihtt.
El Ceo de la nacion también habló de “partido del Estado”, y de la necesidad de separar a la población en dos grandes grupos: los pagadores de impuestos y los consumidores de impuestos. En este último grupo, ubicó a lo que él denominó “las ratas del poder”, que serían quienes en vez de involucrarse por pura vocación de servicio, ingresan a la política para vivir de ella, para enquistar a sus familias en el Estado, como si fuera un título nobiliario. Estoy desconcertada con esta frase de Milei y me pregunto: lxsfamiliares de su gobierno, ¿qué son? ¿Entrarían en esta categoría o solo cuenta para lxs de otros partidos políticos? Somos muchxs quienes estamos de acuerdo con la necesidad de que en los cargos haya gente idónea y con vocación, y se terminen los nombramientos por lazo sanguíneo o por retribución de favores, pero que esta regla se aplique a todas las gestiones, ¿sí? Si no, no vale.
Milei también mencionóa la hipocresía política, refiriéndose a quienes dicen una cosa en la televisión y fingen enfrentamientos, y hacen otra en el recinto, votando todxs juntos para “joder a la sociedad”. Y continuó con la casta política que no termina ahí, ya que en esta larga lista podemos encontrar a los periodistas, empresarios y a los medios de comunicación que son poco más que un servicio de propaganda y venta al mejor postor, según su interpretación.
En sus predicciones, a partir de su gobierno, la gente ya no va a necesitar de los políticos y dado que el único objetivo de la oposición es boicotear su programa económico, su lectura es que no les importa cargarse a la gente en el camino. Entre metáforas e imágenes de la democracia como campo de batalla, exclamó: “Vengan, nosotros estamos dispuestos a morir con las botas puestas”. Para que quede más claro: habla de los políticxs como si él no fuera uno de ellxs.
Este sector de la política vinculado a la extrema derecha intenta ubicar al periodismo crítico, pensante y con opinión que no halaga y repregunta como rival político.
Si prestamos atención, en sus diferentes discursos a lo largo de estos nueve meses de gestión, hay algo que es recurrente a la hora de describir a todo aquel que él considere como enemigo: la casta, lxs periodistas, lxs científicxs, lxs empresarixs fuera de su línea, lxs docentes universitarios, lxs jubilados, y cualquiera que no esté a favor de su pensamiento. Es muy similar a lo que ocurre en los discursos de personas como Trump, Bolsonaro y también paradójicamente a los de Nicolas Maduro, quien se encuentra en la vereda opuesta de su pensamiento político. Venimos escuchando de Venezuela la persecución de opositores, periodistas, presos políticos en plena violación a los derechos humanos.
Todo esto me remite a la imagen del primer discurso de Javier Milei, de espaldas al Congreso de la Nación: un presidente elegido democráticamente que le da la espalda a un lugar que simboliza lo más valioso que recuperamos en esto 40 años de democracia. Se puede interpretar que él estaría más comodo gobernado sin el Congreso. Ojo con esa postal, activemos las alarmas.