Completadas tres temporadas, el concepto de Slow Horses (reciente estreno de Apple TV+) es tan reconocible como las flatulencias que orgullosamente se lanza Jackson Lamb (Gary Oldman) frente a cualquier interlocutor. El modelo se compone de algún libro de la saga de espionaje de Mick Herron, el respeto por los engranajes del género, el dejo de algunas notas sobre la actual coyuntura europea y el tono zumbón propio de la comedia negra. El corazón, en definitiva, siguen siendo los “perdedores, inadaptados y borrachos”, tal como canta Mick Jagger en “Strange Game”, la pegadiza canción que se escucha en la apertura de la entrega dedicada a los agentes denigrados a “la ciénaga”. Cada miércoles habrá un nuevo episodio por la plataforma de streaming.
El primero de la nueva historia, “Identity Theft”, arrancó con un atentado suicida en el centro de Londres y el “asesinato” de uno de los miembros de la hedionda oficina londinense. Detrás de la investigación oficial del MI5, comandada por Diana Taverner (Kristin Scott-Thomas), aparece la acción por la banquina -la zanja sería más apropiado- de los “caballos lentos”. Es que la agencia de inteligencia aparece como víctima y sospechosa de los bombazos que tienen jaqueando a la ciudad. Establecido el canon, la creación de Will Smith parece haber alcanzado su máximo grado de perfección en estos capítulos basado en la novela Spook Street. El caustico Lamb, a su modo, debe estar orgulloso. La plataforma de streaming confirmó su continuación por, al menos, una temporada más.