Gustavo Friedenberg es coreógrafo, director y bailarín con una trayectoria singular. Comenzó a tomar clases de teatro en la adolescencia y no paró; a los 20 años en un viaje a España se enamoró del flamenco, se zambulló en el género convirtiéndose en bailaor profesional (lo es hasta el día de hoy) y después ingresó a la Universidad Nacional de las Artes (entonces IUNA), impulsado por una amiga. “Al entrar a la carrera descubrí lo que era la danza-teatro y me partió la cabeza, me abrió un mundo desconocido”, cuenta a Página/12 el artista que se licenció en composición coreográfica. Continuó con una maestría en crítica de arte en la misma institución y esta formación diversa se refleja en su actividad. Enseña flamenco en su estudio particular, danza-teatro y crítica de arte en el Programa Arte en Barrios, crea espectáculos que cruzan lenguajes y resultan de largos procesos de investigación y también es crítico de artes escénicas en publicaciones como Balletin Dance, SobreBUE y Sintonía Crítica, su propio espacio digital.
Acaba de estrenar en el Centro Cultural de la Cooperación Habitar un pájaro, un espectáculo inspirado en el cuento “La metamorfosis del Sr. López” del español Rubén Pérez Pombo. La obra combina danza, actuación, títeres, teatro de objetos, música, una escenografía sintética en tonos grises y un vestuario sutil en sintonía con el espacio escénico que vira hacia el color. Estos elementos se ensamblan en un montaje con aires poéticos y de una gran belleza plástica, que se pasea con mucha fluidez por el humor, la ternura y la conmoción. Friedenberg es el director general y coreográfico, el protagonista junto a dos actrices talentosísimas y también el responsable de la dramaturgia junto al autor, que recibió por este relato el Premio Xuventude Crea 2015 en Galicia.
El relato narra la historia de un hombre en una aldea gallega que, a raíz de la muerte temprana de su padre, entra a trabajar en una fábrica de cemento llevando una vida monótona. Tras jubilarse y encontrarse solo (los hijos viven en el exterior, su esposa murió) desarrolla una afición por las aves al punto que su casa se transforma en una suerte de zoo con todo tipo de especies: gallinas, codornices, faisanes, garzas, flamencos. Hay quejas de vecinos, él mismo sufre el ataque de uno de sus “huéspedes” pero nada lo detiene. Formó una nueva familia, atípica por cierto pero se siente a gusto.
El proceso de creación de la versión escénica se remonta al 2021 cuando el director se juntó con la actriz y artista plástica Eliana Pereira Rejala con ganas de generar un proyecto nuevo. Enseguida surgió el recuerdo del cuento de Pérez Pombo, que Gustavo conoció en Europa en un encuentro de la compañía Odin Teatret de Eugenio Barba. “Un relato que me fascinó, el mundo de los pájaros, la transformación radical del protagonista en una edad muy avanzada, la metáfora del vuelo como libertad... Todas cosas que rondaban en mi mente. Se sumó Daniela Fiorentino, tremenda actriz titiritera egresada de la escuela de títeres del Teatro San Martín y empezamos a trabajar los tres juntos con la idea de mezclar nuestras prácticas. Hicimos una clínica de creación de obra con Fabiana Capriotti para indagar en nuestras ideas. Nos presentamos al Programa Iberescena en la línea de coproducción internacional y resultamos uno de los cinco proyectos argentinos que obtuvieron la ayuda financiera, lo que nos permitió concretar la obra”, describe Friedenberg.
Ensamblar sus propios cuerpos con los títeres y con los objetos, que son de distintos tamaños y se manejan con técnicas diferentes, fue uno de los aspectos más trabajados y que llegó a muy buen puerto. En este sentido, Fiorentino se destaca integrando y modificando su cuerpo, su voz y su rostro a los muchos títeres que manipula formando una unidad orgánica y muy expresiva. Aves diversas y hasta el padre del protagonista cobran vida con su eximia manipulación. Pereira también lo hace muy bien y logra una escena hermosa al hacer volar al protagonista de niño sobre un gran pavo real. Ella es sobre todo la narradora que lleva adelante el relato en gallego y en castellano, mientras que Friedenberg se expresa mediante el movimiento en una danza abstracta, contemporánea, potente, que coquetea con elementos del flamenco.
El título del cuento y el de la obra dan cuenta del cambio que el señor López atraviesa en la última etapa de su existencia, pero los dos materiales habilitan lecturas distintas. “Creo que en el cuento la transformación está más ligada a la muerte y en la puesta nosotros le damos otro vuelco: una mutación a una vida diferente, a un ser diferente pensando el cambio en relación a lo trans. Por eso la obra tiene un trasfondo relacionado con el género y la diversidad: son cuerpos que deciden transformarse. Es algo que deslizamos, algunos podrán leerlo o no. Y no sólo en el caso del protagonista, también el personaje de la narradora que sabe todo lo que va a pasar, deja el gris y se pone un vestido de colores, tacos, jugando un poco con la mitología de la Galicia encantada con brujas, ninfas, duendes. Con el autor del cuento trabajamos este personaje en esa línea y creo que la esencia del texto original se mantiene en la puesta”, comenta. Lo cierto es que podría pensarse que la vida del protagonista finalmente muy poco tiene de gris: desde la familia singular que creó hasta su transformación en una especie no humana siguiendo su verdadero deseo más allá del costo que implica.
“Yo no hago obras todos los años. Son procesos que me llevan mucho tiempo en el cuerpo y en la cabeza. Este año es especial porque trabajé en dos a la vez: Habitar un pájaro y Partir(se) de Belén Galain, la obra que ganó el premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia en 2023. Hicimos funciones en mayo pasado y volvemos en octubre al Rojas participando del FIBA”, adelanta entusiasmado. Es una pieza sobre el exilio creada a partir de distintas historias: la del destierro que vivieron la hija y la esposa del escritor y militante político Osvaldo Bayer que las llevó a vivir en Alemania, y la del abuelo gallego de la joven autora que abandonó su aldea y emigró a Argentina. En la obra confluyen las actrices Lilian Timisky y Camila Cobas y tres bailarines de distintos géneros (Mónica Romero, flamenco; Lucía Lacaban, contemporáneo y Flavio Zuñiga, jazz y acrobacia) con un montaje coreográfico creado por Friedenberg que sucede en gran medida en una especie de puente-escalera. “Los bailarines están todo el tiempo en escena. No quería que ilustraran las palabras, que fueran unos ‘Susanos’ y me parece que logramos llegar a ese lugar: que la danza tenga sustancia y que enriquezca la acción”, concluye.
*Habitar un pájaro se presenta los jueves de septiembre a las 20.30 horas en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543).