Sorprendente, inesperada y misteriosa, la llegada a San Lorenzo del vasco Iker Muniain repite una historia notable que empezó a darse hace 85 años: el arribo a Boedo en 1939 de otros dos jugadores vascos, Isidro Lángara y Angel Zubieta, que dejaron una huella honda en la historia azulgrana. Lángara, un centrodelantero torpe y rústico pero de una grandiosa efectividad, anotó 110 goles en cuatro temporadas y es el sexto goleador sanlorencista del ciclo profesional. Zubieta, un half derecho rendidor y regular, entre ese año y 1952 disputó 353 partidos en el club y es el cuarto jugador que más partidos jugó en el primer equipo. 

Los dos formaban parte del seleccionado Euzkadi, un equipo de futbolistas vascos que recorría el mundo recaudando fondos para la causa republicana. En 1936, cuando estalló la Guerra Civil española, los vascos no pudieron volver a su país y se radicaron en México donde incluso llegaron a participar del campeonato local con el nombre de Atlético España. Intentaron hacer lo mismo en la Argentina. Pero la AFA no los autorizó. De todos modos decidieron viajar y entre 1939 y 1940 se incorporaron individualmente a varios equipos.

Zubieta y otros dos vascos, Emilin e Irarragorri, fueron contratados por San Lorenzo. Y entre los tres convencieron a Lángara de que los acompañe. El grandote había jugado el Mundial de Italia en 1934 para España (le marcó dos goles a Brasil) y un año más tarde, le anotó otros dos a Alemania delante del mismisimo Adolfo Hitler. Luego de un largo viaje en avión, Lángara llegó a Boedo en la semana previa del partido con River, previsto para el domingo 21 de mayo en el Gasómetro de la Avenida La Plata. 

Es conveniente hacer esta aclaración porque durante mucho tiempo circuló la leyenda de que Lángara había llegado en barco y que, a pedido de los dirigentes, del puerto de Buenos Aires se había dirigido directamente al estadio para entrar a la cancha sin siquiera conocer a sus compañeros. Nada de eso en verdad sucedió: Lángara hizo tres prácticas con el plantel de San Lorenzo antes de su debut.

Pero cuando entró a la cancha, los hinchas azulgranas se echaron a reir piadosamente: El vasco se calzaba los pantalones por encima del ombligo, sus muslos gordos no eran los de un futbolista profesional y corría pisando con los talones. Pero esos mismos hinchas abrieron los ojos asombrados cuando la pelota comenzó a girar: Lángara se reveló como un goleador implacable y a los 35 minutos, ya había batido cuatro veces al arquero uruguayo de River, Juan Bautista Besuzzo. El partido terminó 4 a 2 para San Lorenzo y el estreno del grandote, duro como una piedra pero astuto y oportunista, conmovió al fútbol argentino. Sólo un jugador pudo repetir su proeza: Carlos María García Cambón que el 4 de febrero de 1974 y en su primer partido en Boca le hizo cuatro goles tambien a River en la Bombonera.

Con Lángara y Zubieta cada domingo en la cancha, la colectividad española se hizo hincha de San Lorenzo y empezó a seguirlo por todas las canchas. Los dos se entregaron a pleno a los colores azulgranas. Lángara hizo 34 goles en 1939, 33 en 1940, 24 en 1941, 15 en 1942 y 4 en 1943, año en el que decidió volver a radicarse en México. Murió en Oviedo (España) en 1992, a los 80 años. Zubieta integró el gran equipo campeón de 1946, quedó libre en 1952 y después de jugar en Deportivo La Coruña hasta 1957, fue director técnico en México, Portugal y Argentina, donde tuvo a su cargo al Deportivo Español y a las inferiores de San Lorenzo. Falleció en Buenos Aires en 1985. Las campañas de Emilin e Iraragorri fueron muy fugaces:  el delantero Emilin jugó solo un partido en 1940 y el entreala derecho Irarragorri apenas cinco entre 1939 y 1940.

 ¿Y ahora qué?

¿Repetirá Muniain esta conmoción? ¿Podrá adaptarse a la intensidad del fútbol argentino? ¿O le sucederá lo mismo que el italiano Daniele de Rossi que vino a Boca en 2019 y entre las lesiones y los roces duró lo mismo que la nada? A sus 31 años parece estar en edad de seguir compitiendo en primer nivel. Pero los reportes que llegan desde Bilbao refieren a un jugador cuyo rendimiento decayó en las dos últimas temporadas en las que fue titular en algunos partidos aislados de la Copa del Rey pero ya no se pudo sostener en los de la Liga. Muniain quedó libre después de haber jugado quince temporadas en el "Aleti" que sumaron 560 partidos oficiales, 76 goles y 3 títulos: la Supercopa de España 2015 y 2021 y la última Copa del Rey.

En los últimos tres años. Muniain hizo once goles (cinco en la Copa) y colocó dieciocho asistencias a partir de su visión para meter pases filtrados y de su buena pegada desde fuera del área. Atributos que no abundan en la actualidad sanlorencista. Desde ese lugar puede resultar un aporte valioso para el plantel que dirige Leandro Romagnoli. El vasco se entrenó todo el fin de semana con la idea de tener sus primeros minutos el próximo sábado cuando San Lorenzo reciba al puntero Vélez. 

Si la idea del presidente azulgrana Marcelo Moretti era dar un gran golpe de mano que refuerce una autostima golpeada por la eliminación en la Copa Libertadores y la mala campaña en el campeonato, ese golpe ha sido dado. Muniain parece un refuerzo de categoría sin perder de vista que se trata de un jugador cuyos mejores momentos se conjugan en tiempo pasado. La multitud sanlorencista lo examinará con ojos exigentes. Sin saber todavía de donde salieron los fondos para pagar las inhibiciones y contratarlo y si ha venido a estirar las piernas en su ocaso o a transpirar la camiseta para pilotear una nueva resurrección de San Lorenzo.