“Gana Milei el balotaje y yo estaba viviendo en una residencia y, literalmente al otro día que ganó, me avisan de un aumento de casi un 50 por ciento del alquiler, así que banqué diciembre y enero, pero lo pensé y preferí volver.” El relato es de Lucía, quien pide no dar a conocer su apellido porque siente “vergüenza” por haber tenido que abandonar la carrera de Ciencias de la Educación en la Universidad de La Plata y volverse a vivir con sus padres en Dolores.

En una charla con Buenos Aires/12, sostiene que tomó una decisión porque la situación la “excedió”. No sólo pasó por el alquiler. También el incremento en los costos para vivir. Relata lo que significa comer todos los días para un estudiante que se va a vivir a La Plata, a quien le cuesta conseguir trabajo y que padece el severo aumento en el boleto del transporte.

Lucía afirma que su experiencia no es aislada. “Muchos conocidos de otras carreras como Psicología, están volviendo o en proceso de volverse”, advierte. En sus más de seis años dentro de la UNLP, subraya que “este Gobierno nacional es mucho peor que el macrismo, que al menos no profesaba tanta crueldad”.

Pone otro ejemplo. Dice que su primo está estudiando en La Plata, pero no tiene en claro cuánto podrá sostenerse. “El año pasado, lo que valía el pasaje del tren hasta Constitución y de ahí a La Plata yendo dos veces por mes equivalía a la mitad de lo que te salía ir una vez en colectivo, pero hoy esos valores se empalmaron”, relata Lucía.

No es la única que se muestra preocupada por los casos de deserción. Sol Alconada, presidenta de la Federación Universitaria de La Plata (FULP), apunta a este medio que desde que comenzó el 2024 se observaron “cosas que llamaron la atención”. Explica que, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, los planes de estudio de la mayoría de las carreras plantean una cursada de tres materias por cuatrimestre.

“Como las expectativas eran tan malas cuando arrancó el año, con mensajes desde Nación que trataba de enemigas a las universidades, los pibes y pibas se anotaban en cinco materias porque la lectura que hacían era 'me apuro a recibirme antes de que la Universidad cierre’”, recuerda Alconada.

Y esta visión tiene diversidad política. La lectura sobre las dificultades de los jóvenes para continuar con sus estudios no es patrimonio del peronismo. En una reciente entrevista, Bárbara Pavoni, presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho en la UNLP y militante radical de Franja Morada, asegura que “nunca pasó lo que se está viviendo este año”.

“A lo largo de 2023 entregamos 2500 libros y en lo que va de 2024 llevamos entregados 4 mil, a lo que se suman consultas por el boleto estudiantil y diferentes becas para continuar estudiando”, remarca.

Pública

“Si sos del interior, que la universidad sea pública lo es todo”, dice Lucía desde Dolores. Partió de La Plata cuando le explotaron los costos de vida y se le abrió una puerta laboral en su ciudad natal. Trabaja de administrativa en un juzgado, pero “piensa en volver”.

Hoy vive con sus padres. “Mamá es docente con dos cargos y papá trabaja en el servicio penitencio”, cuenta. Sostiene, más aún desde su historia de vida, que para un estudiante del interior que va a La Plata, “los padres deben mantener otra cosa por lo difícil que es conseguir trabajo”.

“Yo conocía la situación económica en mi casa, mis padres me decían que iban a hacer todo lo posible para que yo estudie, pero yo no iba a hacer que mi mamá trabaje 12 horas por día”, resalta Lucía. Cuenta que con su nuevo empleo no puede sostener por su cuenta como irse a vivir sola, pero, al menos, “descomprime la economía familiar”.

Por eso subraya la importancia de que la universidad no sea arancelada. Y lo pone sobre la mesa ante los constantes intentos del Gobierno nacional por asfixiar financieramente al sistema universitario, científico y tecnológico argentino. Sin ir más lejos, días atrás el propio presidente Milei habló de “los supuestos científicos e intelectuales que creen que tener una titulación académica los vuelve seres superiores, y por ende todos debemos subsidiarles la vocación”.

Alconada de la FULP está parada en el mismo lugar que Lucía. Asegura que no hay estadísticas al respecto, pero advierte que es “claro” como bajó el porcentaje de estudiantes que provienen de otras provincias. Además, asegura, cada vez son más los estudiantes del conurbano que no pagan un alquiler en La Plata y viajan todos los días. “Aumenta el súper, a mí me vino 80 mil pesos de gas y ahora el boleto integrado no te cubre todos los viajes”, señala.

“Notamos algo llamativo, más aún post pandemia, y es que la distancia entre quienes se anotan y quienes realmente ingresan fue muy alto, y lo asociamos a que en diciembre estalló todo y familias pidieron que empiecen a trabajar, porque se anotan para arrancar un montón y arrancan muchos menos”, sostiene Alconada.

Otro perfil

Para Alconada, lo que sí se puede dimensionar es una “transformación” en el perfil de los estudiantes. Afirma que cada universidad o facultad tiene sus propias características, pero que en La Plata se uniformó un criterio: todos los estudiantes trabajan. Tiempo atrás, asegura, recién en tercer año se trabajaba o buscaba un empleo, pero hoy en día desde primer año los alumnos persiguen alguna oportunidad laboral porque las familias no alcanzan a sostener dos casas.

“Son trabajos de mozo o el rubro gastronómico, donde los pibes se acuestan a las 2 de la mañana”, relata la titular de la FULP. “Para muchos son pavadas, pero son cosas que afectan la trayectoria estudiantil, donde cuesta ponerle la misma energía a estudiar para ser médico y eso define también la calidad de profesionales que egresan”, pone sobre la mesa Alconoda.

Para tomar dimensión, la FULP es, según la definición de su presidenta, el gremio que representa a los 120 mil estudiantes de la UNLP, más allá de que no sean todos los que los votaron. “Nuestro objetivo, básicamente, es organizar, defender y pelear por las distintas demandas que garantizan el derecho a la educación superior”, indica la dirigente.

Con este contexto, con un Gobierno nacional profundamente enemistado con el sistema universitario, Alconada remarca que el rol que les depara es el de “organizarse y convocar a los estudiantes a defender la educación pública”. Por eso, asegura, se viene tejiendo la movilización futura. Se refiere a la marcha contra el posible veto presidencial a la sanción de la ley presupuesto universitario que, hasta el momento, cuenta con media sanción y amplio apoyo del radicalismo.

“Somos parte, desde principios de año, junto a gremios como ADULP de los docentes y ATULP de los auxiliares, de un frente para discutir mejor la estrategia posible y generar impacto para que el Gobierno y la sociedad respondan como lo hicieron después del 24-4”, remarca Alconada. Desde su mirada, la gestión de Milei “viene sacando muy barato” lo que hace, como el conflicto universitario y la retención de comida en los galpones del ex Ministerio de Desarrollo Social.

En este sentido, y con la necesidad de priorizar una “universidad que construya herramientas”, Alconada describe algunos de los proyectos que se viene desarrollando desde la FULP. “Tenemos el proyecto de crear una ciudad universitaria a partir de casas construidas por la impresora 3D que tenemos en la Universidad”, apunta. Se trata de, según reflexiona, un impacto en el mercado inmobiliario para torcer la vara de los precios que se cobran al estudiantado.

 

También, explica, hay mesas de trabajo con la Municipalidad de La Plata “como no pasó 20 años”. “Buscamos generar una inserción laboral porque laburo no se consigue laburo y porque las becas son un importe minoritario”, detalla Alconada.