Tal como concluye la vida de Ofelia, el personaje vapuleado por su padre Polonio, su hermano Laertes y el príncipe Hamlet en la clásica tragedia homónima de William Shakespeare en la que se repite hasta el cansancio "Fragilidad, tu nombre es mujer", la obra comienza bajo el agua: Ofelia/Victoria emerge de las profundidades de un río/pileta rodeado de flores y le habla directo a la cámara/público para plantear los interrogantes que le quitan el sueño apacible: ¿Qué llevó a Ofelia a la tristeza, a la soledad, a la locura y la muerte? ¿Fue el maltrato enloquecedor de Hamlet, la heteronorma que manda con violencia sin medir consecuencias o las promesas del macho que arroja todas las piedras y luego huye sin remordimientos? 

Mediante un dispositivo teatral tecnológico y lúdico que combina ficción con realidad, teatro con performance, dramaturgia con espontaneidad e historias ajenas cruzadas con las propias junto a complicidades varias con la audiencia, la obra escrita, interpretada y dirigida por Victoria Mariconda apuesta a revisar el clásico shakespeariano para poner de manifiesto el rol existencial impuesto a Ofelia y, con ella, a toda su posteridad. 

Así, a través de la sátira, confesiones de ex parejas de la protagonista, canciones pop cantadas en vivo, cámaras web que acercan las vivencias y su historia personal sexoafectiva y profesional como actriz, Victoria recorre amores, desamores y reflexiones con el público para desmantelar el aparato patriarcal que opera sobre las mujeres disidentes, construido tanto en la ficción como en la cotidianidad más inmediata. De esta forma, Ofelia se reconoce en Victoria y Victoria en Ofelia y hay burlas, risas, reflexiones profundas y apuestas a todas las posibilidades de mutación que los cuerpos y las identidades transitan, quebrando todo límite preestablecido para permitirse ser o no ser Ofelia, ser Madonna, ser actriz, ser mujer, ser popstar, ser lo que se quiera ser, y esa es la cuestión.

Entre aguas reales y proyecciones de inmensos mares, Ofelia/Victoria se desliza de cuadro en cuadro, creando un concierto de imágenes e historias que conforman una galería de experiencias y sentimientos, como si transcurriera su devenir pasando por las profundidades para rápidamente emerger y romper con la inmovilidad de la hermosa Ofelia pintada por la estrella de la Hermandad Prerrafaelita John Everett Millais (y vaya historia elocuente que tiene la creación de esa pintura en relación a la violencia patriarcal, pero eso queda para otra nota), hasta convertirse en la Ofelia prendida fuego de la artista disidente y pintora surrealista argentina Leonor Fini, coqueteando también con una Ofelia surrealista, duplicada y ambigua en su sueño profundo bajo los trazos histriónicos e inquietantes de Salvador Dalí

Durante 50 minutos Victoria transita un collage ensamblado desde el drama hasta el absurdo, de la seriedad a la comedia, habilitando sutiles cambios de dirección que permiten abordar, tal como ocurre en la tragedia de Hamlet pero con varias vueltas de tuerca, un teatro dentro del teatro, una obra dentro de varias obras y una vida dentro y fuera de muchas vidas.

“Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”, decía algo parecido el existencialista Jean Paul Sartre. “Yo también soy Ofelia” propone mutar con lo que nos hicieron y buscar el impulso de hacer lo que deseamos con esas transformaciones. Victoria/Ofelia Ofelia/Victoria se sumerge metafórica y literalmente en un acto único de redención, liberación y catarsis que, a carcajadas, manda a la mierda a Hamlet y a todos sus herederos, para volver al agua pero no ya desde la desgracia, sino desde el lugar de un nuevo nacimiento. Casi como un útero construido por la propia historia, con las propias manos y por unx mismx a medida de las propias necesidades, con el objetivo de parirse y renacer todas las veces que hagan falta.

Funciones: miércoles a las 20 en Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556.