La represión impuesta durante los últimos tres años a las mujeres afganas "es un control represivo sobre la mitad de la población de un país que no tiene parangón en el mundo actual", aseguró este lunes el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, al repasar la situación del régimen talibán en el último año.

Un nuevo informe de su oficina presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas recordó que en los últimos 12 meses se han aprobado medidas como la prohibición de acceso de las afganas a la educación superior, que provocó el comienzo del curso escolar el pasado mes de marzo sin la presencia de éstas en los centros educativos del país más allá del sexto grado de enseñanza.

El informe de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos también advierte el limitado acceso de las mujeres del país al mercado laboral, ya que el empleo de las mujeres en el último año se ha visto reducido, principalmente, a los sectores de la salud, la enseñanza primaria y la seguridad en espacios como aeropuertos y centros de detención.

Türk advirtió que esta represión se extiende, además, a la libertad de expresión y asociación de las mujeres, pues aquéllas que han protestado contra estas leyes o que han expresado una opinión diferente a las mismas se han enfrentado a castigos severos.

El informe concluye así que las autoridades no pueden continuar por este camino y deben adoptar medidas decisivas para cumplir con la legislación internacional en materia de derechos humanos.

En el debate mantenido en el Consejo, el relator de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Afganistán, Richard Bennett, aseguró que el fracaso internacional a la hora de abordar la cuestión afgana "perjudica enormemente a todas las víctimas y supervivientes", algo que se refleja en el recrudecimiento de las leyes que intentan controlar el comportamiento social en el país.

Una de estas medidas más recientes fue la denominada "ley de moralidad" promulgada por los talibanes el pasado agosto, que incluía restricciones inéditas como la prohibición de las voces o de los rostros de las mujeres en los espacios públicos.

Esta ley, según Bennett, marca una nueva etapa en la represión de los derechos humanos en el país, por lo que urgió a poner en marcha una estrategia internacional común y coordinada que permita dar a Afganistán una respuesta proporcional a la gravedad de su situación.