Durante su discurso la semana pasada frente a los popes empresarios de la UIA, Javier Milei pronunció dieciséis veces la palabra Estado, siempre asociada a adjetivos como “elefantiásico” o “adicto”. Cada vez que puede, se vanagloria de sus esfuerzos por achicarlo –o reconoce que, en verdad, su deseo es destruirlo--. ¿Qué pregnancia real tiene ese discurso y hasta qué punto se hace eco de las percepciones actuales de la sociedad? Un informe reciente del Observatorio Pulsar, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), puso la lupa sobre ese debate, que también atraviesa al peronismo en la oposición. El estudio dejó una buena y una mala noticia para el Gobierno: si bien existe una mayoría que sigue percibiendo que “el Estado gasta demasiado”, ése porcentaje se viene reduciendo desde noviembre pasado, cuando tocó su pico en coincidencia con la segunda vuelta presidencial. Además, con el correr de los meses de la gestión libertaria, empezaron a aparecer límites claros: tres de cada cuatro argentinos rechazan fervientemente que el recorte se aplique en la educación, la salud, la cultura y la ciencia y tecnología, áreas clave por donde pasa la motosierra.

El informe de Pulsar se basa en las respuestas que aportaron 1.250 encuestados durante el mes de junio, respetando las proporciones de edad, género y nivel de estudios. Y concluye que el 64 por ciento está de acuerdo con que el Estado “gasta mucho”, aunque ese porcentaje era del 80 por ciento en 2023. La novedad no es sólo que el apoyo a la idea de achicar el gasto se viene reduciendo –un 16 por ciento en menos de un año–, sino que además “persiste un fuerte rechazo a recortes en sectores esenciales como salud y educación”, según las conclusiones del estudio.

Concretamente, el 91 por ciento de los consultados por Pulsar rechaza los recortes en educación y en salud; el 85 por ciento está en contra del ajuste en ciencia y tecnología y el 72 por ciento, en cultura.

“Si bien persiste un consenso mayoritario respecto de que el Estado gasta mucho y que es necesario recortar, aparecieron límites muy claros”, le dijo a Página/12 el politólogo Facundo Cruz, coordinador del estudio. “Hay áreas que no se pueden tocar, servicios que la población considera esenciales. En educación, salud, ciencia y hasta cultura, el rechazo al recorte no sólo es mayoritario y amplio, sino que es transversal a todos los sectores políticos, incluso de los simpatizantes de La Libertad Avanza”, aclaró. 

Entre los sectores apuntados por quienes sostienen que el Estado sí debe avanzar en el ajuste, aparecen "la política", los planes sociales y el empleo público, con índices por encima del 60 por ciento. Algo de eso se coló en la carta que Cristina Kirchner publicó la semana pasada. Al referirse de forma autocrítica a la gestión del Frente de Todos, advirtió que el peronismo "se desordenó" en parte "cuando no avanzó sobre el viejo modelo de Estado omnipresente que derivó en ineficiencia e ineficacia", lo que, dijo, "es observado por el resto de la sociedad con mirada crítica". 


Tarifazos… no tanto

Otra de las novedades del informe es la pérdida de consenso alrededor de la necesidad de reducir los subsidios a los servicios públicos. Si bien es un tema que parte aguas, el 55 por ciento dijo estar “poco” y “nada de acuerdo” con reducir el gasto en el área (en el conurbano ese número trepa hasta el 59 por ciento), frente al 44 por ciento que todavía apoya el ajuste. El dato es que, en este punto, la torta se dio vuelta desde la llegada de Milei al gobierno: en 2023, cuando ganó las elecciones, el tarifazo que hoy está implementando la administración libertaria contaba con un nivel mayor de acuerdo, de 7 puntos más.

La experiencia, al calor de la gestión, es una de las claves en el proceso de mutación de ánimos. “Cuando arrancan los recortes y los tarifazos empiezan a llegar, hay un cambio de percepción muy claro. Cuando te llega la boleta, empiezan las dudas, porque genera un problema económico. El problema clave para el Gobierno en este punto es cómo y dónde operativizar el recorte que todavía mantiene consenso”, apuntó Cruz.

Sin giro a la derecha

Para el estudio, los politógos y sociólogos de Pulsar también intentaron sacarle una foto al perfil ideológico de la sociedad. Algunos datos echan luz al respecto y ayudan a pensar los niveles de apoyo y/o rechazo del discurso libertario. Uno de ellos marcha que "el giro hacia el "privatismo" se consolida, con un 54% de los encuestados prefiriendo que el empleo sea generado por el sector privado" antes que en el sector público. Esta tendencia se refleja también, dicen, en una "mayor confianza" en las empresas privadas que en las públicas.

"El mensaje entre líneas es que el Estado se sobregiró. Aparece en las encuestas que el giro Pro-Estado post-2001 fue suficiente. Ahora hay que dejar que el sector privado empiece a jugar mas", reflexionó Cruz. 

Así y todo, los números desmienten el mentado giro a la derecha del electorado. “Lo que el informe demuestra en términos generales es que la sociedad argentina no ha virado a la derecha totalmente, como se suele decir. Hay un mix de posturas. Están los que piden una retracción del Estado en algunas áreas de la vida social y los que exigen que permanezca en otras”, concluyó el investigador.