Con un tanto de Darío Gómez, Paraguay batió 1-0 este martes a Brasil en un duelo disputado en el Defensores del Chaco, al cierre de la octava fecha de la Eliminatorias Sudamericanas, que por ahora dejó al combinado de Gustavo Alfaro en repechaje y quinto al Scratch, que no puede doblegar al DT argentino que hace poco le sacó un empate heroico en la última Copa América, cuando estaba al frente de Costa Rica. 

Brasil arrancó el juego con mayor vocación ofensiva, tenía la pelota y el control del juego ante el ordenado equipo paraguayo, que no se amilanaba ante el toqueteo visitante.

Y cuando no sucedía demasiado en el desarrollo, una aislada llegada de los guaraníes fue despejada de cabeza por Gabriel Magalhães, aunque el rebote lo tomó Darío Gómez, quien se hamacó una vez ante la marca de un rival y sacó un tremendo sablazo que superó la estirada de Alisson.

En desventaja, la Verdeamarela se fue con todo arriba y entre Endrick y Vinicius fabricaron una gran acción que terminó con el remate de Guilherme Arana que Júnior Alonso despejó casi en la línea.

Sobre la media hora, Paraguay logró frenar la andanada brasileña a partir del buen manejo de Miguel Almirón, el cerebro del equipo que llegó a habilitar a Pitta, aunque la definición de taco del único delantero local terminó siendo defectuosa. 

Sobre el final de la primera parte, quien metió otro lujo fue Lucas Paquetá, el más claro en Brasil, que la bajó con clase dentro del área, aunque su remate pudo ser desviado en un rival y evitó lo que hubiera sido un verdadero golazo.

De vuelta del vestuario, Dorival Jr metió cambios y el ingresado João Pedro dejó a Rodrygo frente al arco, pero éste la mandó muy arriba. En la réplica, Pitta metió un testazo de emboquillada que salió un poco alto y lo propio hizo luego João Pedro tras centro de Luiz Henrique. El duelo era de ida y vuelta: en una contra Gómez casi mete el segundo y luego Vinicius probó los buenos reflejos de Fernández.

Los minutos pasaban, la impotencia brasileña crecía al compás del "ole ole" que cantaban los simpatizantes locales y la consecuente victoria guaraní le permite a Alfaro soñar con la posibilidad de dirigir en un nuevo Mundial.