“En estos años de ley de identidad de género y “Ni Una Menos”, de posporno o matrimonio igualitario, estamos viviendo una transición democrática surcada por desafíos y cambios que acicatean la arquitectura sexual de nuestra sociedad. ¿Es posible desestabilizar ese sentido común sin escandalizar?”, se preguntan, a través de la cita de una idea de Pablo Semán, Eleonor Faur y Alejandro Grimson, en el libro “Mitomanías de los sexos. Las ideas del Siglo XX sobre el amor, el deseo y el poder que necesitamos desechar para vivir en el Siglo XXI”, de Siglo Veintiuno Editores.
La sociedad fue arrasada por la revolución sexual y la revolución de las mujeres, pero las mujeres tienen que esperar la iniciativa sexual de los varones y los varones siempre tener ganas de tener sexo, entre otros paradigmas estáticos como si se pudiera vivir -contemporáneamente- entre la rígida moral victoriana y una mesita de performance de posporno, entre Tinder y el vestido blanco y el anillo como rito de ingreso triunfal a una vida espléndida.
El libro recorre mitos sobre las diferencias entre los sexos, los machos, las minas, el sexo, el amor, la familia, el cuidado de los hijos, el trabajo, el poder, la violencia de género, homosexuales, travestis y transexuales y la igualdad y destierra prejuicios -todavía muy arraigados- como “algo habrán hecho”, “hay más gerentes varones porque están más capacitados”, “Busco mi media naranja”, “el hombre propone, la mujer dispone” o “las redes sociales reducen las relaciones cara a cara”.
El libro fue escrito conjuntamente por la socióloga Eleonor Faur, Profesora del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad de San Martín (UNSAM) y el antropólogo Alejandro Grimson, Investigador del CONICET y del IDAES, de la UNSAM. El esquema de cuatro manos y unisex saltea la idea de que una mujer representa todas las voces femeninas y un varón todas las masculinas sino que fluye en una escritura conjunta que busca, entre ellos y con autores/as e investigadores/as diversos, bucear por un camino -con atajos y retrocesos- del deseo y del género en un Siglo tan en construcción como en desconstrucción. “Hay una reacción violenta de varones machos contra el feminismo que genera el mito de las feminizasis”, subraya como una novedad reaccionaria Grimson que se define como un feminista imperfecto.
¿Qué es ser un feminista imperfecto?
-Alejandro Grimson: Que uno tiene las convicciones y busca maneras de construir mayor igualdad. Yo estoy casado hace mas de veintidós años y creo que mi pareja fue más igualitaria con el tiempo y que todavía tiene que transitar un camino. El amor en la pareja implica nuevos pactos de amor y si no reactualiza el pacto el amor perece. Por lo menos en estos veintidós años que son años vertiginosos que nos tocaron atravesar como pareja. Yo no veo igual las cosas. Se nos abrió mas la cabeza Estamos más atentos a los detalles cotidianas.
¿En qué interpelás a las mujeres?
-A. G.: El tipo de antropología que hago siempre está buscando promover la igualdad y y generar perturbación en los sectores subalternizados para que contribuyan a su propia condición. Por eso en el libro preguntó qué cosas de las mujeres pueden contribuir a la desigualdad.
¿Qué cambios positivos podrían hacer las mujeres?
A.G.: En la sociedad en la que vivimos los varones heterosexuales buscan mujeres más jóvenes que ellos y las mujeres heterosexuales buscan varones con más años que ellas. Mientras eso se mantenga las mujeres van viendo recortado su campo de vinculación y los hombres lo van viendo ampliado. ¿Qué pasa si las mujeres van mirando hacía abajo?
Es una propuesta jugosa…
-A.G: Vas a ver más parejas homosexuales en la calle que parejas heterosexuales donde la mujer le lleve diez años al tipo. Es una regla de sentido común que si las mujeres destruyeran contribuirían a deconstruir la desigualdad.
Un mito que fue creciendo a partir de Ni Una Menos es que las mujeres y las madres son las principales culpables del machismo
-A.G: Las desigualdades son culpas de los poderosos. La política incorrecta es si los subalternizados tienen otras cosas que podrían hacer para erosionar las desigualdades. No solo como dominan los poderosos y resisten los débiles sino si hay hegemonía y concesiones hechas a los débiles para que mantener el poder hegemónico. El machismo no es culpa de las mujeres pero sí vale la pena que las mujeres se hagan preguntas a ver si pueden hacer todavía mas, aunque están haciendo infinito.
Eleonor Faur también se para a analizar un mundo complejo de malabares domésticos y, también, de deseos sexuales y amorosos, contradictorios, pujantes y revoltosos. “Estamos claramente en una época de transición, con marchas y contramarchas. No es que logras tu ciudadanía social, política y económica y te llega una apropiación de tu deseo sin ningún prejuicio sobre tu sexualidad. Las personas somos bastante mas vulnerables en este aspecto porque están en juego nuestros cuerpos, emociones, la confianza en una cada vez que te vinculas con un hombre sea una relación ocasional o una pareja”, dimensiona.
¿Cómo se choca la autonomía femenina profesional y política con el deseo que parece pedirles a las mujeres posturas de espera, quietud o dependencia?
-Eleonor Faur: Hay una cantidad de niveles en la autonomía femenina, pero no va de suyo que todo converja. Sobre la sexualidad femenina los mandatos han sido muy severos. Para los varones se elogiaba que salieran pronto a tener relaciones sexuales y se estimulaba que debutaran con prostitutas. En cambio a las mujeres esa energía se les reprimía. Cuando a una mujer le gusta el sexo es una puta y cunado no le gusta es una frígida. Las primeras que tenemos que confiar en el deseo somos nosotras mismas. No es que porque las mujeres expresen su deseo los hombres se van a morir del susto frente a nuestro torbellino.
-A.G: En algunos países hay muchos problemas con la ablación de clítoris y uno de los problemas es que a las mujeres que no fueron mutiladas no las consideran deseables. Es un extremo. En general es todo más negociable como pintarte más o menos o levantar más el tono o menos. Tenes más plasticidad. ¿Pero, a las mujeres que se empoderan, aunque sean florecientes de femineidad, los hombres que viven adentro de las mitomanias machistas, no las ven más masculinas, menos eróticas y, por lo tanto, menos deseables? Tenemos una paradoja con la mujer que sale de la tradición que, para la mirada hegemónica, tiende a ser deserotizante. Eso plantea un dilema brutal. ¿Cómo logras ir sorteando eso para construir las relaciones y la sexualidad que quieras tener? En la investigación de nuestro libro pudimos verificar el aumento del consumo de prostitución de parte de jóvenes de sectores altos y en pareja con mujeres que consideran bellísimas, maravillosas y fantásticas, pero que no les permiten llevar adelante su fantasía machista plena y, por eso, buscan cumplir esa fantasía en otro lugar. Es otro tipo de consumo de prostitución y habla de cómo lidian, por lo menos, algunos hombres que no quieren renunciar a sus parejas y tampoco a sus fantasías de dominación.
Una idea que intenta desalentar un feminismo gozoso es que se puede luchar por ideales, pero que el deseo es nazi y no contemplativo con diversidades femeninas
-A. G: No, el deseo es histórico y cultural
-E.F: El deseo es una construcción permanente que, todo el tiempo, se va entretejiendo y es una transformación continua.
¿Cómo se puede democratizar el deseo frente al que no se puede hacer marchas ni pedir cupos o paridad?
-A.G: Hay que abrir la forma de imaginación para reconducir el deseo. Necesitamos imperiosamente reconducir el deseo porque hay demasiados varones que no saben que hay otras felicidades. Es cierto: el machismo inexorablemente implica una cantidad de privilegios a los cuales nadie renuncia voluntariamente pero al mismo tiempo implica un montón de coacciones y limitaciones que los varones pueden tener. No se puede comparar porque a las mujeres las matan y las violan, pero, al mismo tiempo, los varones mientras viven encerrados en su mitomania machista dejan de vivir otras vidas que podrían vivir y necesitamos decir que esas otras vidas son deseables y son extraordinarias.
La investigadora Catalina Wainerman afirma que los varones se transformaron más como padres que como parejas. ¿Lo ven así?
-E.F: Las mujeres que menos trabajo domestico realizan son las que viven solas y los varones que mas trabajos domésticos realizan son los solos. Si es joven y vive solo hace mas. Pero eso no continúa en pareja. Y sí es cierto que, en todo el espacio donde no es trabajo remunerado, si pueden escoger un momento prefieren la interacción con los hijos, pero no comprarle cartuchera para el colegio, sino lo más lúdico y educativo y que los saque al espacio público.
Hay un descubrimiento muy saludable de otros vínculos posibles en la paternidad. Pero todavía no cambio la cantidad de energía que disponemos hombres y mujeres para el trabajo doméstico.
-A.G: Mis hijos se encargan de la comida una vez por semana, ponen la mesa y lavan los platos. Me parece que eso yo no lo hacía cuando tenía 15 o 18 años. No me encargaba de algo familiar y ojala que estos pibes cuando tengan pareja sean distintos. Yo me imagino que sí. Hace cien años que vienen cambiando las cosas. Si bien (Donald) Trump parece revertir (esta tendencia) creo que Trump no se hubiera encontrado con un movimiento organizado de mujeres un siglo atrás. La misoginia va a tener reacciones que no hubiera tenido hace cien años. Tengo un cierto optimismo, aunque el optimismo solo se puede basar en que todo lo que falta que es mucho.
¿Qué pasa con los nuevos mitos?
-E.F: El nuevo mito es que el acoso sexual es para joder a los hombres.
Un mito violento que circuló frente a las denuncias de víctimas de violencia en redes sociales es que una mujer indeseable no tiene legitimidad para denunciar violencia sexual
- E.F: Se viola a las mujeres por motivos de los más diversos y no tiene que ver si son lindas o no. Hay policías violando a chicas indigentes o el cuerpo de las mujeres es una forma de botín de guerra. Ninguna tiene que ver con la cuestión estética. Si uno señala “Sos tan linda que no pude evitar violarte” sería lo mismo. En la violencia una de las cosas que parecen más absurdas y que ahora se empieza a desterrar es que se trata de un acto irracional.
-A.G: Hay un planeta más sutil que la violencia que es la capacidad de algunos hombres de disfrutar sin que haya placer en el otro o la otra. El ejemplo de Ámsterdam de varones haciendo fila comprando quince minutos y acabando en tres minutos. No se cuantos hombres produjeron un acoso o una violación, pero esas situaciones son la consecuencia exacerbada de un modelo mucho más expandido que son personas que pueden tener placer cuando el otro no tiene placer
¿Qué pasa con los mitos sobre la belleza y la carrera por ser jóvenes, flacas y turgentes?
-A.G: Existe el mandato hegemónico que todas las mujeres deberían operarse y hacer fila en el cirujano plástico y después que ninguna mujer debería operarse. Nosotros decimos que debería desarmarse esa coacción. Toda mujer debería ser libre y poder salir de las coacciones culturales incluyendo las de izquierda.
¿El viagra es una salvación o una nueva presión de erección permanente para los varones?
-A.G: El viagra produce un tipo de tamaño y de dureza que no es en absoluto habitual en la historia de los varones que tienen una erección no química y eso plantea una tensión, sobre todo, con mujeres de la misma edad de esos varones que tienen otras características, sensibilidades y lubricaciones. Hacer una critica de todos los químicos es dar una receta de lo políticamente correcto. No creemos en eso, sino en la libertad. Viva que se disfrute el viagra con consenso y comprensión de lo que le sucede a los dos. Hay no solo un señor que consume viagra sino que hay una mujer que está del otro lado que le pasan cosas que en la mitología del viagra no figuran.
¿También las jóvenes están presionadas por el mito de tener que vivir una sexualidad libre y muy experimentada?
-E.F: Una chica no tiene porque ser formateada ni por el posporno ni por la posmodernidad. No hay nada obligatorio. Cada una puede vivir su vida de acuerdo a su deseo -que es oscilante- y a su sensibilidad. Hay que ampliar libertades no como una garantía de felicidad, sino para estar más cerca de lo que se necesita vivir.