S. Freud y M. Proust exploraron unos temas de manera muy similar: los sueños, el inconsciente, la memoria, la sexualidad, las relaciones familiares, además de ser de origen judío los dos. Compartieron el mismo contexto histórico y cabe destacar que el ambiente pseudo médico envuelve toda la obra de M. Proust ya que su padre y su hermano eran médicos y él asistía a las conversaciones sobre este tema, conocía los términos técnicos y los incluyó en su obra.

Tanto el trabajo de S. Freud como el de M. Proust empiezan con los sueños. S. Freud descubre el inconsciente en gran medida a través de la interpretación de los sueños y M. Proust comienza su gran obra con la escena de la espera del beso de la madre, por parte del narrador, para encontrar el sueño y las ensoñaciones que siguen en la primera parte de la noche. El tema de la memoria también es fundamental en la obra del autor.

La pregunta inicial es ¿de qué búsqueda se trata? Se planteó tres recorridos en ese camino de búsqueda que pueden servirnos de orientación en la lectura de la extensa obra de M. Proust: en primer lugar recuperar el tiempo perdido como dice el título de la obra, en segundo lugar encontrar figuras literarias que permitan decir lo que no se puede nombrar directamente y en tercer lugar encontrar el marco estilístico adecuado para encajar esta búsqueda, una búsqueda que es más bien perderse, abandonando cierto marco de referencias morales.

(Respecto de Recuperar el tiempo perdido), el narrador revive el tiempo de la infancia, es una prosa llena de detalles donde se refleja su extrema sensibilidad. Así como la figura paterna es prácticamente ausente en la obra, las mujeres están muy presentes en ella.

La vida que narra M. Proust es muy parecida a la suya, una vida sedentaria y con unos cuidados higiénicos muy extremos a causa del asma que sufría. El autor ronda la cuarentena cuando muere su madre, no ha publicado ningún texto destacado, se da cuenta de que el tiempo va pasando y debe ponerse a escribir. Para ello se encierra en un apartamento forrado de corcho para que no entre la luz ni el polvo junto a su criada Celeste.

El tiempo pasa y lo que busca el autor es fijar el tiempo y esto lo consigue el narrador a través de la memoria y de la sensación. En la primera parte aparece el famoso fragmento de la magdalena en el que el narrador rememora momentos de su infancia comiendo una magdalena. Es una epifanía, una memoria química muy potente, se trata de la espera de que la mente decodifique todo lo que está sintiendo al saborear el dulce y pequeño bollo con forma de concha.

 

*Socia de la sede de Valencia de la ELP. Fragmento de la Reseña de las Intervenciones sobre Marcel Proust en Valencia, ELP.