"No comprendo todo lo que escucho, lo que veo, lo que leo. Prefiero callar" afirman unos subtítulos sobre fotografías de archivo del presidente Carlos Menem, que asume inmediatamente después en la siguiente escena, una vez que los subtítulos desaparecen, callando. Los que sí hablan son quienes forman parte del público expectante a la asunción, que vitorean al nuevo presidente llenos de la esperanza del prometedor recambio. La voz de los subtítulos, con el diario del lunes, afirma sobre una imagen del Río de La Plata: "me voy de un país que amenaza con desintegrarse". 

1990 fue el año en el que la investigadora, guionista, realizadora y productora Matilde Michanie se fue de la Argentina rumbo a Alemania, y volvió en 2003. Los sucesos económicos y políticos de ese período los vivió lejos, como una espectadora, como una extranjera, con el cuerpo en otro territorio pero la cabeza más cerca del hogar. Esa experiencia es la que se trata de emular en "Cabeza parlante Boca muda", un documental sobre el exilio, sobre la experiencia de irse, volver y regresar a un país que es otro, pero que es el mismo. En palabras de la directora, “migrar supone una redefinición de la propia identidad. Nuestra cabeza se transforma en una caja mágica que repite todo aquello que pensamos y sentimos hasta que logramos expresarnos para que los otros nos conozcan y nos entiendan”.

A pesar de su larga trayectoria, es el primer proyecto de la cineasta que tematiza una experiencia propia de manera tan íntima y directa, sin intermediarios. "Todo el proceso fue pensar cómo bajar un poco esa impronta personal y cómo poder darle un carácter más, entre comillas, universal, general, para que cualquiera pueda acceder a ese contenido", afirma. 

La década de los 90 es retratada en el documental desde la experiencia lejana, desde un cuerpo argentino que desde Europa sigue los indultos a genocidas, la convertibilidad y las numerosas privatizaciones de empresas públicas, algunas de las cuales fueron vaciadas y posteriormente devueltas al Estado, mediante material de archivo tanto de Argentina como de Alemania. Además, esas imágenes se tiñen por comentarios en off de la misma directora, imágenes reales de una Alemania atemporal y textos que intentan dar cuenta de las emociones y las percepciones de lo que sucedía y se vivía en ambos lugares.

La película utiliza tanto archivo como material nuevo.

"Lo que siempre tenía en la cabeza era cómo evocar la memoria de lo que vivimos y de lo que viví yo allá, de cómo ensamblar ese material, y de no hacer un material de archivo clásico, porque no es mi estilo, y cómo ensamblarlo con un universo emocional, personal, pero que a la vez pueda ser común para otro, para otro que haya vivido la experiencia de la migración y para aquel que no la haya vivido y haya permanecido acá durante esa década", sostiene Michanie. 

A pesar de la incorporación de la voz en off, la película nunca toma una postura didáctica, ni tampoco histórica, sino poética. Las imágenes de la Argentina de los noventa se intercalan con las de una Alemania prometedora, que todavía disfruta los resabios de la renovación de la Caída del muro de Berlín. 

La directora comenzó a trabajar el guión en 2019, aunque la idea estaba archivada mucho antes. Después vino la pandemia, y el rodaje solamente pudo completarse en 2022 y 2023. En todos esos años, la película fue cambiando de forma, y el estado argentino acompañó ese proceso de cambio, aunque manteniendo la cuestión cíclica que caracteriza el tiempo argentino. 

La película, su temporalidad y su reciente estreno traen consigo una particularidad: que el tiempo de hace treinta años parece estar repitiendose para ciertos argentinos hoy. Dado el tiempo que hace que la película está repensándose, se trata ni más ni menos de una casualidad que dispara preguntas sobre la relación entre el cine, el tiempo histórico y los espectadores. 

"Creo que es muy perturbador para la generación que sí vivió todo eso y pienso que puede serlo para quienes están interesados en la realidad, para una generación más próxima que no haya vivido los noventa. Pero si puede interesar un documental así en este momento la verdad que no lo sé, creo que somos un país que tenemos esa tendencia, escapamos de la realidad, no la queremos ver. Si la viéramos no estaríamos tan firmemente condenados a repetirla", afirma la directora de "Cabeza parlante Boca muda"

Pero en cualquier caso, continúa sin responderse la pregunta de cuál es el rol que podría ocupar el cine dentro del loop cíclico que vive la Argentina. ¿Despertar espectadores? ¿Sumirlos aún más en la distracción de una realidad paralela? 

"Yo creo que siempre uno intenta que cumpla un rol. En mi caso el rol deseado es contar historias, historias que puedan mover a pensar, a sentir, a dimensionar dónde uno está, para qué uno está. No sé si todas las personas lo ven, pero tampoco hace falta, que les llegue a algunas ya es suficiente. La intención no es cambiar o modificar la realidad, sino contar historias que inviten a pensar de otra manera, a reflexionar, a unir puntos distantes que te abran una nueva perspectiva, que te recuerden algo, que te despierten un sentimiento por vos mismo, por el otro", afirma. 

El documental tendrá funciones en el Cine Select de La Plata de jueves 12 al sábado 14 a las 20.30hs, del domingo 15 al martes 17 a las 18.30hs, y el miércoles 18 a las 16.30hs. La directora afirma que tiene muchas expectativas por el público de la Provincia de Buenos Aires. "Por ahí es una fantasía mía, pero me parece que el público de la provincia está en otra sintonía, política y en otra sintonía de cómo viven en la realidad. Me entusiasma pasarla ahí", concluye la directora.