La mochila llena, el pupitre apretado y las mismas ganas de siempre de ir al recreo. El cuerpo se tensa y el culo se frunce cada vez que llega esa llamada: "A dirección". Nunca son suficientes los santos para rezarles. Pero esta vez fue distinta: lejos del reproche o del sermoneo por macanas, los jóvenes estudiantes estaban ahí para cumplir con una responsabilidad mayor. Como Shinji Ikari en Neon Génesis Evangelion, los pibes deberán pilotear el robot.
"Pensamos que nos habíamos mandado alguna", arranca Lucas Nehuen Savanco Trento, de 16 años. Pero no sólo no se habían mandado ninguna, sino que estaban siendo convocados para participar del Mundial de Robótica. "Es una oportunidad impresionante, no le podés decir que no", continúa Lucas, que del 26 al 29 de septiembre será uno de los participantes del First Global Challenge, un evento internacional que busca formar a los líderes del futuro a través de su trabajo en tecnología.
Hace semanas que este grupo de alumnos está trabajando intensamente en la construcción de un robot. Este año, los competidores deberán desarrollar uno que funcione para "levantar unas pelotas" y poder "dejarlas en unas torres". De fondo, First Global Challenge fomenta el trabajo en equipo y pretende visibilizar problemáticas referidas a las comunidades sustentables.
A caballo de esa pretensión, los pibes del team puntano no sólo fueron escogidos por sus conocimientos en robótica sino también en base a diversos talentos en liderazgo, destreza física, idiomas y conocimientos específicos en programación. "La característica que comparten es que ya compitieron en otras disciplinas y saben asumir compromisos", justifica Facundo Matías Mugetti, uno de los coordinadores del equipo nacional. Tanto él como Martín Lucas Fernández Macri, el otro mentor, vienen trabajando con Educabot, una empresa de tecnología educativa que aquí se yergue como patrocinador y principal promotor de la iniciativa.
¿Y qué otros skills tuvieron en cuenta para configurar este team? "Habilidades blandas que nos son específicas de la robótica. Buscamos que sepan trabajar bajo presión y otras habilidades que no son las más comunes entre los chicos que programan", se explaya Fernández Macri.
Desde la organización les envían a todos los participantes del planeta su kit oficial, con las mismas piezas de aluminio y plástico, agarres, ruedas, bombas y motorcitos. "Tiramos ideas hasta que vimos qué cosas podían funcionar. Todo eso hasta lograr una figura coherente: un robot de tipo montacargas", suma César Alejandro Estrada Dubor (17 años).
Entretanto, la capitana Jana Mednis Viapina (17 años) explica algunas dinámicas de la competencia: "El juego se hace por alianzas. Los partidos duran pocos minutos, y el objetivo es almacenar unas pelotas. Nuestro robot está pensado para llevar cuatro pelotas a la vez. La competencia busca fomentar el empleo de tecnologías para la resolución de problemas".
Van cuatro semanas de trabajo y estos NERV oriundos de San Luis ya tienen su robot casi listo: "Está en un 95%", Martín dixit. "Venimos trabajando unas 12 horas diarias e incluso los fines de semana", completa la capitana. Y mientras practican movimientos combinados, los pibes saben que también se juega un factor humano y otro montón, uno de suerte. "La idea es terminarlo lo antes posible para poder practicar", dice Simón Agustín Mocayar Tonn (16 años), el copiloto.
Y lejos de la tensión, los pibes andan bastante chillax: no compran con el miedo y descansan en el talento, la práctica y -obvio- en el poder de su bicho metálico. Por ahí, Lucas, el Shinji Ikari, el piloto de este EVA-01 configurado a humita, locro y aluminio, aliviana el asunto: "Voy manejando la presión. Obvio que la siento, porque soy el que va a estar ahí controlando el robot. Mi copiloto me va a ayudar en todo momento y entre todos vamos a ir remando la competencia. La presión se afloja sabiendo que no sos el que tiene que hacer todo". Se lo oye firme.
Año a año, los desafíos del First Global Challenge van cambiando y, obviamente, durante esta ventana hasta la competencia, los pibes estuvieron stalkeando a todo el mundo, mirando videos, chusmeando streams del palo. "Los chicos están en contacto con equipos de otros países. Son todos muy cuidadosos y no muestran sus diseños en las redes. Por lo que vemos, estamos bastante bien", devela Martín.
El año pasado Argentina obtuvo el segundo puesto de este Mundial de Robótica, por lo que nuestros jóvenes asoman como posibles favoritos. Claro, de cualquier manera, allá deberán medirse contra equipos de Kazajistán, China, Rusia, Estados Unidos, entre otros. "Pero las expectativas son altas", lanza Micaela Unamuno, Gerente de Operaciones de Educabot. ¿Y el primer puesto del 2023? "Fue para Venezuela… en esta competencia te puede sorprender cualquier país", despeja Jana.
Y sobre el cuello de sus mentores, algunas cucardas internacionales y un tendal de competencias de robótica alrededor del planeta. Participaron en reiteradas oportunidades de la Robocup, la competencia de robots más importante del planeta, en la que hasta la NASA manda a sus androides. Y hasta metieron podios y todo. "Ahí es como la Fórmula 1: gana el que tiene más plata", explica Martín. Y de todo este trajín, una enseñanza: "La robótica tiene que ser transversal a todas las materias. Es lo que viene. Es una herramienta y un incentivo", afirma Facundo.
Por estos días, con la cuenta regresiva sobre sus marotes, los pibes todavía no lo pueden creer. Mientras cursan materias del secundario, tendrán la oportunidad de viajar a Atenas, Grecia, para representar a la celeste y blanca. "Estar 12 horas te quema", se sincera la capitana. "Pero nos veo muy capaces, no sólo por lo técnico, sino por lo que somos en equipo". Así hablan a los que no les pesa la camiseta.
¿Y mañana? ¿Qué va a ser de todos estos pibes? Claro, es la pregunta que se hacen todos porque ya se les aparece en el horizonte cercano el fin de la etapa escolar. No falta nada, ¿y después? ¿Seguirán vinculados a la robótica? ¿Este Mundial les cambiará la vida? ¿Qué harán luego, cuando la vida adulta los encuentre agarrando la pala y asumiendo nuevas responsabilidades del cosmos adulto?
Uno que toma el bastón rápido es Lucas, quien asegura que seguirá vinculado a la robótica, aunque probablemente estudie arquitectura en la universidad. Uno que se desmarca es César, que no, no continuará con la ciencia ni con la robótica, pero probablemente se mantenga en el mundillo como un pasatiempo mientras cursa la carrera militar en Buenos Aires. A la sazón, Jana sí, ella se mantendrá vinculada con la tecnología ya que planea estudiar ingeniería industrial. Y Simón, que estudiará lo mismo que la capitana, verá "si algún día" se vuelve a cruzar con la robótica.
Por delante el Mundial de Robótica, representar al país, destacarse entre los pibes de San Luis, cebar a otra camada de guachines para vincularse con esta disciplina. Pero hoy, ahora mismo, siguen siendo pibes, por eso Simón entrena handball y juega (bastante bien) a Counter-Strike y Valorant; Jana se junta con amigos, le da fuerte a tooodos los juegos de mesa que se cruza (Buraco, dados, Truco, da igual) y quema sus horas leyendo; César estudia, arma impresoras y está restaurando un auto junto a su familia; y Lucas vicia duro Dungeons & Dragons para "disparar la imaginación". Junto a ellos también estará Sol Martínez Bugtrupo (17 años).
Al mismo tiempo, sus mentores se ceban con la robótica, se confiesan fanáticos de La Guerra de las Galaxias e intentan contagiar desde la ciencia ficción para que los pibes tengan una salida, algunos yeites y un gancho profesional 100% anclado en el presente. Ese que hoy embolsa tecno-dilemas que laten entre la IA, la automatización industrial, los robots que sacarán trabajos y los que no se lo sacarán a nadie. Centennials, súbanse al EVA o los millennials deberán hacerlo de nuevo.