Amílcar Lopes da Costa Cabral nació el 12 de septiembre de 1924 en la ciudad de Bafatá, situada en Guinea-Bissau, que en aquel entonces se llamaba Guinea Portuguesa, un territorio colonial que también incluía a Cabo Verde, de donde procedían sus padres. En 1945, se trasladó a Portugal para cursar estudios de agronomía. Se graduó en el Instituto Superior de Agronomía en 1950, y, además, obtuvo un doctorado en antropología en la Universidad de Lisboa. Finalizados sus estudios en 1952, regresó a Guinea-Bissau, donde se desempeñó como ingeniero agrónomo al servicio del gobierno colonial, participando en la elaboración de un censo agrícola. Durante esta etapa, recorrió el país y reforzó su convicción de que la independencia era el único camino para liberarse del dominio colonial fascista portugués.

En 1956, tras un extenso proceso de reflexión y activismo, fundó el Partido Africano para la Independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde (PAIGC). La misión del partido era clara: unir a los pueblos guineano y caboverdiano en la lucha por la autodeterminación. El PAIGC pronto ganó una notable aceptación en todos los sectores de la sociedad, tanto urbanos como rurales. Las duras condiciones socioeconómicas impuestas por el régimen colonial, junto con el creciente movimiento de liberación que se expandía por la región, impulsaron al partido a convertirse en un agente clave del cambio. En pocos años, Cabral era visto como un líder revolucionario tanto en Guinea-Bissau y Cabo Verde como en otros rincones de África. Incluso fue uno de los fundadores de la Conferencia de Organizaciones Nacionalistas de las Colonias Portuguesas (CONCP) en 1961.

Gracias a las huelgas y movilizaciones masivas, sumadas a los esfuerzos diplomáticos de Cabral en el extranjero, en 1962 logró que las Naciones Unidas reconocieran la causa del PAIGC. El 5 de junio de ese año, participó en la 44ª sesión del Comité Especial sobre Territorios bajo Administración Portuguesa. El rápido apoyo internacional que recibió el movimiento se debió en gran parte a las atrocidades cometidas por las autoridades coloniales portuguesas, incluyendo el uso de napalm y la tortura sistemática de civiles.

En 1963, la resistencia armada liderada por el PAIGC había escalado a una guerra abierta contra la ocupación colonial. No obstante, Cabral siempre defendió que la lucha por la independencia no debía limitarse al ámbito militar, sino que debía incluir la educación, la cultura y la movilización popular. Esta perspectiva integral fue fundamental en la estrategia del movimiento independentista. Cabral desarrollo una teoría de la práctica, donde ponía en valor el ideario local en dialogo con lo que había aprendido en la universidad portuguesa. Sus textos en la década del 60 fueron la piedra fundamental para la consolidación de una teoría sobre la educación popular que se desarrolló posterioremente en latinoamérica, y que tiene su máximo exponente en Paulo Freire.

Entre otros destacados momentos donde ganó visibilidad internacional, el 1° de febrero de 1972, Cabral se dirigió al Consejo de Seguridad de la ONU, defendiendo el derecho de su pueblo a resistir mediante la lucha armada. En abril de ese mismo año, una misión especial de la ONU reconoció al PAIGC como el legítimo representante de Guinea-Bissau y Cabo Verde, lo que supuso un golpe contundente para el régimen fascista portugués, que se vio aislado internacionalmente.

El 20 de enero de 1973, a solo meses de que el PAIGC estuviera a punto de alcanzar la victoria y liberar ambos territorios, Amílcar Cabral fue asesinado por agentes del ejército portugués. Aunque no vivió para ver la tarea de la independencia completa, su liderazgo fue decisivo en uno de los movimientos revolucionarios más exitosos del continente. El 24 de septiembre de 1973, el PAIGC proclamó unilateralmente la independencia de Guinea-Bissau, y en 1974, tras la Revolución de los Claveles en Portugal, el país reconoció la derrota. Cabo Verde obtuvo su independencia formal el 5 de julio de 1975.En el centenario de su nacimiento, recordamos a Amílcar Cabral como un líder visionario que dedicó su vida a la lucha por la liberación y la dignidad del pueblo. Su compromiso con la unidad y su enfoque estratégico siguen siendo una fuente de inspiración para los movimientos anticoloniales de todo el mundo. A 100 años de su natalicio, perdura su legado como un símbolo de valentía y perseverancia en la búsqueda de la libertad.