“Lo digo con crudeza por lo que estamos atravesando: que quede claro, yo no tengo empresas, los que tienen en juego su patrimonio, su capital y el futuro son los empresarios y los laburantes.” Axel Kicillof participó del IV Congreso Metalúrgico organizado por la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra) y, como él mismo planteó, no anduvo con eufemismos. Trazó un recorrido histórico para expresar que el modelo económico impulsado por Javier Milei tiene como objetivo la desindustrialización del país.
Sin decirlo textualmente, pero con un análisis comparativo de las consecuencias del plan económico y productivo del Gobierno nacional con otros momentos de la historia argentina y latinoamericana, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires dejó sobre la mesa un vaticinio: Vienen por ustedes. Ese ‘ustedes’ hizo referencia a los más de mil empresarios presentes. La versión ampliada del ‘ustedes’, es la industria nacional en su conjunto, un concepto que Kicillof validó positivamente en su más de cuarenta minutos de exposición.
En esta línea, y fiel a sus discursos desde diciembre hasta hoy, el gobernador marcó sus diferencias con Milei. Esta vez, lo hizo al resaltar que encabeza “un gobierno industrialista” en la Provincia. Recibió aplausos como respuesta. En contraposición, dijo que el modelo económico del Presidente apunta a “destruir” la industria nacional y retornar a un modelo de primarización de la economía.
"El error,
según esa perspectiva, es que haya industria argentina", apuntó.
También planteó su distanciamiento con las políticas nacionales al deshilachar una de las últimas frases del Presidente de la Nación que, semanas atrás, afirmó que “para proteger a la industria, se le robó al campo”. Para Kicillof, esa dicotomía carece de valor, es “una falsa antinomia”, y considera que no hay que elegir entre un camino de crecimiento vinculado al sector primario del agro o la industrialización.
Paradójicamente, quien coincidió con Kicillof unos minutos antes de que hablara el gobernador fue Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina. “Acá ningún sector excluye a otro, ni el campo es víctima de la industria, ni la industria es víctima del campo, acá tenemos que salir adelante todos”, fue la expresión del dirigente empresarial, aunque aclaró que “no era una respuesta a nadie”.
De todas maneras, no hubo un clima a favor del anarcocapitalismo que pregona Milei. Con una caída interanual del 12 por ciento en el sector metalúrgico, con despidos como el caso de Acenbrag en Bragado o la paralización de la producción en la planta de Ternium en San Nicolás, el titular de Adimra, Elio Del Re, sostuvo en su discurso de apertura que “hoy, las principales economías del mundo aplican políticas industriales activas".
La participación de Kicillof en el aniversario 120 de Adimra y la celebración del IV Congreso Metalúrgico, en su primera edición latinoamericana, bajo el lema "La Industria Metalúrgica: pilar del desarrollo y futuro de nuestra nación", fue parte de un colectivo de gobernadores invitados. También estuvieron Martín Llaryora de Córdoba, Maximiliano Pullaro de Santa Fé y Rogelio Frigerio de Entre Ríos.
Catástrofe industrial
“Estamos observando una catástrofe industrial que se está produciendo delante de nuestros ojos con el agravante de que nuestras autoridades nacionales más altas no piensan hacer nada al respecto ni les provoca preocupación”, sostuvo Kicillof. Y agregó: “A veces, parece que disfrutan viendo una caída de esta envergadura en la industria argentina”.
Desde un primer momento, el gobernador avisó que iba a ser crudo en su análisis. Y no lo hizo caprichosamente, lo ancló a la necesidad de resolver un interrogante que, a su juicio, plantea el actual rumbo macroeconómico de la Nación: “¿Qué hacemos ante esto?”.
En ese plan, enumeró el derrotero de la industria metalúrgica en lo que va del 2024. El derrumbe interanual en el rubro de autopartes fue del 7,3 por ciento, en equipos eléctricos del 13 por ciento, en la producción metalífera del 17 y de bienes de capital, es decir, la fabricación de maquinaria para la industria, de un 13 por ciento. No se quedó ahí, y subrayó la caída de un 17 por ciento en el sector de fundición y de un 15 en la elaboración de carrocerías y remolques.
“No hablemos más con eufemismos, de que hay una V, porque ese discurso siempre es igual, y el resultado es el mismo: antes se le dijo brotes verdes, luz al final del túnel o el segundo semestre, hoy se lo llama recuperación en V”, apuntó Kicillof en alusión a las expresiones utilizadas durante el gobierno de Mauricio Macri.
En este punto, el gobernador se tomó su tiempo para diferenciar el modelo Milei del modelo Macri. Para Kicillof, durante el macrismo, al menos no existía un discurso anti industria como el que se impone en la actualidad, aunque también la gestión Cambiemos haya llevado adelante un “industricidio”. Sostuvo que esa es práctica hoy está vigente y por eso llamó a los empresarios a pronunciarse ante situaciones como la que está sucediendo en Zárate con la paralización de la construcción del reactor nuclear Carem.
El gobernador convocó a tomar una postura ante el modelo que profetiza el Gobierno nacional, porque hoy la capacidad instalada de la industria “está a la mitad”. Por eso señaló que, más allá de que el Milei y su equipo tengan entre sus banderas traer inversiones del exterior a través de, por ejemplo, el Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones (RIGI), deben preocuparse por las inversiones que ya se encuentran radicadas “y que hicieron ustedes”. Sí, nuevamente el ‘ustedes’ hacia los empresarios.
Para graficar aquella premisa de que la víctima de este plan de gobierno es la industria nacional, Kicillof mencionó cuatro ejes que se repiten en otros momentos de la historia argentina, como cuando José Alfredo Martínez de Hoz lideró el Ministerio de Economía durante la dictadura, o la década de los años noventa.
El trágico cuarteto para la industria nacional al que Kicillof hizo referencia se compone de la apertura indiscriminada de importaciones, la dolarización de las tarifas y el combustible, la depresión de los salarios y la ausencia del crédito productivo.
Tal como contó este medio en otras ocasiones, las importaciones cuentan con menos regulaciones y sectores como la fabricación de muebles lo vienen padeciendo. El tarifazo, por su lado, aparece como moneda corriente en los modelos que el gobernador tomó como ejemplo y por eso hizo especial hincapié en la lógica del Gobierno nacional de pretender que, a pesar de que Argentina es un país que produce energía e hidrocarburos, los precios que pague el empresario argentino estén equiparados a los de un país importador de energía.
Respecto a los salarios, Kicillof catalogó de “miopes” a los empresarios que consideren la baja de los sueldos como una buena noticia para reducir los costos. La ecuación que expuso el gobernador es que, en promedio, la masa salarial asciende al 30 por ciento de la estructura de costos de una fábrica. La actual caída de un 20 por ciento en los salarios equivale, según el mandatario bonaerense, a sólo el 6 por ciento de los costos.
Luego de aclarar que, más allá de los cálculos, no comulga con esta premisa por una cuestión estrictamente ideológica, trazó la comparación negativa para el empresariado: ahorrarse un 6 por ciento en los costos quitando un 20 por ciento del poder adquisitivo tiene una consecuencia más dura: la brutal caída de la demanda y le consumo.
Sin embargo, todo este escenario tiene “ganadores”, dijo Kicillof y habló de los importadores y de los actores que se dedican al carry trade o bicicleta financiera. “Cuando la tasa de interés interna en pesos está por encima por lo que se espera de devaluación, te conviene traer dólares, ponerlos a obtener intereses en pesos, confiás en que no se va a devaluar, y te llevas una ganancia extraordinaria en dólares”, detalló el ex ministro de Economía durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
A este ataque de Milei a la industria nacional, Kicillof le sumó un factor extra: el fin de la inversión en infraestructura con la paralización de la obra pública. “En la provincia visito fábricas y me piden más rutas, más conectividad, más inversión pública y los mandaron hacerse el puente a ustedes solos”, indicó. “Muchas veces me preguntaban quién querría que Argentina se desindustrialice, bueno, ese es el discurso oficial”, sentenció Kicillof.
Una cuestión de familias
A lo largo de su exposición, Kicillof hizo una especial mención a "las familias". Fue en dos ocasiones. Una, para hablar de cómo se comportan las PyMEs en general y las bonaerenses en particular. Las describió como unidades de negocio donde todos se conocen y el empresario no lleva en sus espaldas la categoría de “dueño”, sino que hay una relación fluida con los trabajadores.
Después tomó el concepto para señalar otro universo. José Martínez de Hoz, los noventa, Mauricio Macri, Nicolás Caputo, Federico Sturzenegger, Santiago Bausili, junto a otros personajes de la historia son, para el gobernador, otra “familia”. “Como dijo Milei en campaña, con los mismos dirigentes no se podía hacer algo distinto, y aquí vemos en el Gobierno nacional a viejos conocidos”, indicó.
La analogía vino aparejada de un mensaje hacia el público industrial: “Ellos dicen que deberíamos habernos dedicado siempre a producir materia prima, ser granero del mundo, habernos especializado en un solo sector que es el primario agroexportador, agregar algo de minero o hidrocarburos”. En este sentido, Kicillof habló de que el próximo paso discursivo del Gobierno nacional es empezar a hablar de lo que en la jerga económica se denomina “ventajas comparativas”. En este caso, sólo producir materias primas sin valor agregado.
Para el gobernador, esto tiene dos errores. Al hablar sobre el modelo primarizador dijo que sólo basta con recorrer la realidad de muchos países latinoamericanos para observar el posible destino de Argentina en caso de seguir por esta vereda económica. “Es un modelo sin participación del Estado, en donde no se necesita de universidades ni del Conicet, donde una porción muy pequeña de la sociedad puede acceder a, por ejemplo, estudiar”, repasó el gobernador. “Martínez de Hoz decía que había que hacer esto, con un Estado sin capacidad reguladora, con la publicidad de la silla sobre la industria nacional, y diciendo que sobraban argentinos para ese modelo”, agregó.
El segundo obstáculo de llevar adelante la primarización, advirtió Kicillof, es que está a destiempo. “A contramano del discurso dominante a escala internacional, donde el propio Trump, admirado por Milei, plantea exactamente lo contrario al Presidente”, comparó.
“La industrialización está de moda en todos lados menos en la Argentina”, fue la conclusión del gobernador.
Además, trajo a la discusión lo que sería un tercer problema: “Con la primarización quedás preso del mercado internacional, donde si cae un precio se detona todo y perdés toda capacidad de desarrollo con estabilidad, te volvés vulnerable a commodities, algo que vimos en 2008”.
Con este marco, Kicillof puso en valor el perfil familiar de la pequeña y mediana empresa. En ese momento, una de sus frases se llevó casi una ovación: “La PyME lo último que hace es despedir”.
En este sentido, detalló que cuando recorre pequeñas fábricas en la provincia, la lógica familiar está presente sin hacer ningún estudio sociológico, porque se ve cómo el empleador se saluda con los empleados, “donde muchas veces el empleador es el padrino de muchos de los hijos de los trabajadores”, y es alguien que lleva adelante múltiples tareas para sostener su emprendimiento.
En relación a las PyMEs, Funes de Rioja les dedicó un pasaje de su discurso y pidió al Gobierno nacional que se trate una Ley PyME "no de dádiva, sino de reglas de juego que le permitan incorporar tecnología, le permitan crecer en el mercado y con política fiscal que no sea de extorsión ni empuje a las PyMEs a la informalidad y las lleve a la formalidad".
De cara al cierre de su presentación, dejó en claro que “no todo está bien en la situación industrial”. “Yo quiero discutir con el sector industrial argentino y bonaerense cómo hacemos para que haya más producción, más eficiencia, que exporte más, que acceda al crédito, que no se lo coma la competencia desleal, que dé más trabajo y qué se desarrolle, no quiero ver cómo destruirla”.