Victoria Villarruel no quería ser la cara de una doble derrota sin, antes, poder ofrecerle alguna victoria al gobierno nacional. Y esa victoria era la aprobación de la Boleta Única Papel: una iniciativa que había sido impulsada por la oposición durante el gobierno de Alberto Fernández y que, sin embargo, el gobierno había terminado por hacer propia. Hundidas las posibilidades de eliminar las PASO, la aprobación de la BUP era la única reforma electoral que podía aprobar antes de las legislativas de 2025. Y lo consiguió con 39 votos a favor y 30 en contra.
La BUP sostiene una modificación en el mecanismo de votación, reemplazando las boletas partidarias por una boleta única que muestra toda la oferta electoral. El texto aprobado, sin embargo, no es el mismo que se aprobó en Diputados motivo por el cual la reforma electoral no se convirtió en ley: el proyecto, ahora, girará a la Cámara baja, que definirá si acepta o no las modificaciones. El modelo aprobado en el Senado es la mendocino - en Diputados fue el cordobés -, que se caracteriza por tener a la izquierda, en vertical, las categorías nacionales (presidente, diputados, senadores) y arriba, en horizontal, los distintos frentes electorales. El voto se hace marcando los casilleros que corresponden para cada categoría.
Otro de los cambios introducidos fue la eliminación del casillero que permitía votar lista completa. Era un reclamo de Mónica Silva, de Juntos Somos Río Negro, sin cuyo voto el oficialismo no hubiese podido llegar a la mayoría. "Se sostenía que el tilde de lista completa podía perjudicar los intereses de los partidos provinciales cuando no tenían candidato a presidente que posibilitase el arrastre", explicó Edgardo Kueider, el ex Frente de Todos que se terminó convirtiendo en un aliado clave del gobierno.
La UCR, el PRO y el oficialismo aprovecharon para insistir en todos los beneficios que arrastraría la implementación de una boleta único, como el menor gasto económico o la simplicidad del sistema. Los argumentos más solidos eran, sin embargo, los de los antiguos opositores que habían impulsado la ley hace dos años: el oficialismo hacía discursos genéricos, más preocupado en estirar el debate y ganar tiempo para poder voltear algunos votos a favor del rechazo del DNU de Inteligencia.
"Facilita el momento de la votación. Facilita a los partidos chicos que no pueden imprimir dos o tres padrones por cada jurisdicción. Facilita todo el esquema de fiscales que hay que poner. Entorpece los partidos con sellos de goma que solo se presentan a las PASO para tener financiamiento de las boletas. Facilita el cuidado del medio ambiente", enumeró, por ejemplo, Guadalupe Tagliaferri (PRO).
"La verdad es un milagro que hayan llegado a ser senadores porque les robaron las boletas, les hicieron de todo. Lo que mata este proyecto es la evidencia empírica: ¿qué partido ganó la última elección? El que tenía menos fiscales, menos estructura y no podía llegar a todos los lugares ganó la elección", ironizó, tras unas horas de debate, el peronista Fernando Salino. Unión por la Patria sería la única bancada que votaría en contra de la BUP bajo el argumento de que no tenía sentido de que se modificara un sistema de votación que no arrastraba denuncias de fraude y que, en cambio, había habilitado la alternancia de gobierno.