Desde Lima

Nostálgicos y admiradores de la brutal y corrupta dictadura de Alberto Fujimori llegaron hasta el velatorio del fallecido dictador en el Ministerio de Cultura. El féretro fue colocado en un amplio salón del primer piso, acondicionado como capilla ardiente. Cerca al ataúd se habían colocado cuadros con fotos de un Fujimori de los tiempos de su presidencia. Por orden del gobierno, el cuerpo velado tenía una permanente escolta militar. La bandera peruana del ministerio, como la de otras instituciones públicas, estaba a media asta. El gobierno de Dina Boluarte, que tiene su propia carga de muertos por la represión y acusaciones de corrupción, declaró tres días de duelo nacional por la muerte del dictador que fue condenado por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Una decisión que ha indignado a muchos.

Boluarte presente

Boluarte llegó hasta el velatorio, se acercó al féretro y se unió en un fuerte y prolongado abrazo con Keiko Fujimori. Fue el abrazo de dos aliadas políticas, de dos mujeres que son el rostro del abuso del poder y la impunidad, que sostienen un gobierno con más de 90 por ciento de rechazo ciudadano y caminan de la mano en el proyecto de restauración autoritaria que se impone en el país. La escena transmitía afecto. Boluarte también abrazó a Kenji, el hijo menor de Fujimori. El jefe del gabinete ministerial, Gustavo Adrianzén, iba detrás de la presidenta abrazando a los hijos de Fujimori y saludando afectuosamente a los dirigentes del fujimorismo. Otros ministros también llegaron al velatorio.

El tren fantasma

Funcionarios de la dictadura de Fujimori reaparecieron para despedirse de su líder. Fue un desfile de los viejos rostros que marcaron una década nefasta en los años 90. Un peregrinaje de terror. “Ha sido un golpe muy duro para todos los fujimoristas”, dijo, llorando, la excongresista fujimorista Martha Chávez, uno de los rostros más siniestros de la dictadura, siempre en primera fila para avalar y aplaudir las violaciones a los derechos humanos y defender a los represores. Otra de la figuras principales de la dictadura, Luz Salgado, señaló que “ha muerto un gran hombre, formó un partido político para salvar a nuestro país de las garras del terrorismo y la hiperinflación. Cumplimos con errores”. Lo de “errores” lo repitieron varios cuando se les mencionaba los casos de asesinatos cometidos por la dictadura y la corrupción. A los fujimoristas de ayer se unieron los de hoy. Luis Galarreta, secretario general del partido fujimorista Fuerza Popular, aseguró que con la muerte de Fujimori “una leyenda va a empezar a nacer para nosotros”. Todos los fujimoristas repitieron como un mantra que Fujimori había “derrotado al terrorismo” y coincidieron en tratar de descalificar a sus críticos y a quienes denuncian sus crímenes diciendo que actúan “por odio”.

Dirigentes de otros partidos de derecha llegaron a rendirle homenaje al dictador. El Congreso, controlado por la alianza de agrupaciones de derecha y ultraderecha que integra el fujimorismo, suspendió sus actividades para que sus miembros concurran al velorio. Gremios empresariales, muy favorecidos con la política económica neoliberal del régimen fujimorista, se sumaron al cortejo de alabanzas a Fujimori.

Memoria

Desde los sectores democráticos que combaten al fujimorismo llamaron a no olvidar el nefasto legado dejado por el fallecido dictador. “Cuando muere un asesino no se celebra pero tampoco se honra. Que el fin de su vida nos evoque la memoria de sus inocentes víctimas. Ni olvido ni perdón”, señaló quien fuera jefa del gabinete ministerial del gobierno de Pedro Castillo, Mirtha Vásquez. Criticó que el gobierno le rinda homenaje “al que despreció a un pueblo matándolo, robándole descaradamente, a quien se burló hasta el final restregándonos su impunidad. No puede haber acto más vil que exaltar al tirano porque la muerte no purifica nada”. La congresista de izquierda Sigrid Bazán escribió en la red X: “Murió el dictador, asesino y corrupto de Alberto Fujimori. Se fue sin pedir perdón y en libertad gracias a un indulto ilegal. Su legado de corrupción, violaciones de derechos humanos y autoritarismo no se borran con su muerte”.

Simpatizantes

Centenares de simpatizantes fujimoristas hicieron cola en el Ministerio de Cultura para ingresar al velatorio. Algunos llevaban fotos del exdictador. Había rostros dolidos, pero también muchos curiosos. Juan Roberto Castillo fue uno de los primeros en llegar para ponerse en la fila a la espera de entrar a ver al presidente al que apoyó desde los años de la dictadura. “Fue el mejor presidente porque recuperó la economía acabando con la hiperinflación y derrotó el terrorismo”, le declaró a este diario, levantando la voz como para sonar más convincente. Muchos otros repitieron el mismo discurso. Unos negaban las acusaciones por violaciones a los derechos humanos y corrupción contra Fujimori a pesar de las contundentes pruebas que permitieron su condena, y otros justificaban esos delitos. “Los enemigos lo sentenciaron, no hubo ninguna corrupción, no mató a nadie. Los enemigos se han inventado eso. Los fiscales y jueces eran comunistas”, dijo Vilma Herrera, en estado de negación. En esa misma línea opinaron muchos otros. Francisco García, empleado en una empresa, avaló, como otros, los crímenes de la dictadura: “Cuando se ataca el terrorismo para eliminarlo siempre hay personas inocentes que caen, esa es la realidad. Y corrupción existe en todos los gobiernos”.

El velorio del exdictador se prolongará hasta el sábado, cuando se realizará el entierro.