-Los actos de colación son muy especiales. Mamás e hijas compartiendo el fin del curso, hijos y papás, cada caso es una historia digna de un libro – dice Jesica Holubicki, profesora titular y vicedirectora reemplazante en la Escuela de Enseñanza para Adultos “Nativas del Salado”, en la ciudad de Santo Tomé, tierras por donde pasara alguna vez Manuel Belgrano con su sueño de igualdad, independencia y revolución.

La Escuela de Enseñanza Media para Adultos (EEMPA) es parte de una geografía en la que siempre se encuentran postales de esperanzas reales, concretas, cotidianas. Quieren terminar la secundaria porque no pudieron hacerlo antes porque el tiempo era devorado por la necesidad de empatarle al fin de mes y no hubo forma de apostar al crecimiento que siempre se enanca en la educación.

Micaela tiene 27 años y todas las tardes noches tiene “al costado” a su hija Jesica que la hizo mamá a los quince. Ella, la nena de once años, la acompaña con su cuadernito, anota cosas que la sorprenden y hasta resuelve ciertos problemas que le dan las profes de lengua o matemáticas. 

“Siempre la veo con orgullo cuando en los actos me ve junto a la bandera y se pone contenta cuando descubre cosas nuevas. Venimos en bici, en moto, caminando, con lluvia, frío o calor. Ella está terminando sexto grado y de paso avanza en la secundaria junto a mi. Es una bendición terminar la secundaria con mi hija”, cuenta Micaela.

Antes funcionaba una “casita sin tiempo”, donde las hijas y los hijos de las mamás y los papás que iban a la EEMPA los dejaban. Por eso siempre vuelve, una y otra vez, la necesidad de una sala de cuidado para que la pibada pueda estar junto a sus madres y padres mientras estudian. A veces se presentaban problemas porque el machismo de algunos cortaba la escuela de las madres que no podían contar con su compañero para cuidar a los chicos mientras iban a “Nativas del Salado”. Hasta hubo discusiones de tono elevado con gente del Ministerio de Educación en diferentes administraciones provinciales pero lo cierto es que en esta escuela de amplias galerías y patios, hay bebés acunados en brazos de sus mamás y papás mientras escuchan una charla sobre historia argentina.

Rita tiene treinta y nueve años y va junto a su hija Milagros, de veintidós y ambas comparten el curso desde cuarto año y ahora están terminando el último. “Nos sentamos cerca del pizarrón porque tengo problemas de audición y ella al lado mío. Somos muy diferentes y sin embargo nos complementamos… Yo arranqué en segundo año y cuando pasé a tercero empezó mi otra hija de diecinueve años en quinto. Tuve esta maravillosa posibilidad que ellas pudieran ver que se puede terminar la secundaria juntas gracias a la EEMPA… Milagros tiene pensado estudiar ciencia forense y yo voy por el lado de las letras. Quiero ser escritora", cuenta Rita.

En este punto del mapa santafesino, más allá de los ajustes y las broncas, hijas e hijos junto a sus madres y padres comparten la empecinada lucha cotidiana de terminar la secundaria, una postal real y concreta de una esperanza que no espera si no que se alimenta todos los días a fuerza de amor, coraje y sueños invictos.

(Charla realizada el martes 10 de septiembre de 2024 en la Escuela de Enseñanza Media para Adultos 1218, “Nativas del Salado”, en Santo Tomé, con testimonios de Jesica Holubicki y Micaela Giménez, en la foto con el diputado provincial Del Frade, y Rita Carolina Juárez).