A sus 31 años, Nicolás Sarmiento, arquero del seleccionado argentino, dice: "El Futsal es el deporte de mi vida. Ojalá que mis hijos lo disfruten igual que yo". Frase que denota un deseo generacional que encontrará fotos guardadas, postales logrando el campeonato del mundo en Colombia 2016 y el subcampeonato en Lituania 2021. O instantáneas siendo galardonado como el mejor arquero en dichos Mundiales. Porteño de nacimiento, comenzó a abrirse paso como arquero desde los 6 años en Platense. Luego su carrera se desarrolló en River, Intelli Orlandia de Brasil y el Real Betis. Actualmente es portero del Noia Portus Apostoli de España pero su enfoque está con la Selección: del 14 de septiembre al 6 de octubre se llevará a cabo el Mundial de Futsal en Uzbekistán.

El debut de la Argentina será frente a Ucrania este domingo 15 a las 12 (hora argentina) con transmisión de la TV Pública y DSports. Y cerrará el grupo C, ante Afganistán el miércoles 18 y Angola el sábado 21. A días del inicio de la Copa del Mundo, Sarmiento habló con Página/12 dejando a entrever su amor por el baby fútbol, su función como arquero y sus pensamientos sobre el deporte como fomentador social.

--¿Qué recordás de tus épocas jugando el baby fútbol?

--Era una época más simple. Los clubes marcan generaciones. Daba igual sí ganabas o perdías, lo único que importaba era verte con tus amigos, estar en el club y jugar al costado de la cancha antes de los partidos. En los partidos, lo diferente era que te ponías una pechera. Después nos quedábamos la tarde entera jugando en un cuadradito, armando arcos en el patio y pateando la pelota en el buffet contra la puerta. Eso es lo que identifica al atleta argentino: el pertenecer a un lugar. Nos caracterizamos por ser pasionales, arraigados, defensores de lo nuestro a morir y luego, en el caso del futsal, llevarlo a la cancha.

--¿Creés que de chiquito fuiste aprendiendo lo básico de ser arquero?

--Cambia con el correr de las generaciones y el desarrollo del deporte. Probablemente las oportunidades de crecimiento que tienen hoy los chicos sean mayores que las que teníamos nosotros. En cuanto a entrenamientos específicos de futsal, uno de los primeros fue Santiago Elías (exarquero del seleccionado argentino), que con todo el conocimiento que tuvo durante años fundó su escuela. Yo tuve la suerte de ser entrenado por él y luego entrenar, junto con él, a otros arqueros. Éramos autodidactas. Ahora hay más herramientas en las categorías de base. Cursos, formaciones online. No es necesario que te vayas al extranjero para que adquieras conocimiento. Hoy pasa por una cuestión de ganas y de voluntad.

--¿Es importante perder el miedo estando en la posición de arquero?

--Miedo no tenés que tener nunca porque podés comerte un gol, un pelotazo, una patada en la cabeza o en la mano. En fútbol 11 se ataja más. Nosotros en el futsal intentamos que la pelota nos pegue en algún lado. De chiquito te dicen que no gires la cara o no le tengas miedo a la pelota. Uno tal vez no lo percibe por la adrenalina y por la naturalización del juego, pero cuando termina el partido, ves que te aparecen golpes y moretones. Solemos ver varias veces los partidos para revisar cosas y ahí entendés de dónde vienen los dolores (risas). Uno literalmente está poniendo el cuerpo.

--¿Cómo ves la función del arquero a nivel individual y colectivo?

--A nivel táctico tiene una gran importancia. Somos los que le pasamos información y orden a las demás líneas y los que tenemos más margen para manejar los tiempos de juego. Acelerarlos o hacerlos un poco más lentos cuando el partido lo pide. Hoy con el avance del futsal se solicita que el arquero tenga un buen juego de pies, que pueda incorporarse ofensivamente y que sean los primeros que lancen contragolpes. Porque al final, desde el arco hasta mitad de cancha y de mitad de cancha de vuelta para atrás, terminamos corriendo bastante.

--¿Cada arquero tiene sus particularidades?

--Cada arquero tiene sus características y cada rol tiene su obligatoriedad. Necesitamos que los pivots (delanteros) sean jugadores que puedan aguantar la pelota, den una descarga de pase para salir de una presión o que tengan capacidad de definición. Sí hablamos de los alas (juegan por la banda), que den una variante en ataque. O que los últimos hombres sean buenos haciendo coberturas. La principal labor del arquero es atajar. Es cierto que con el nivel de exigencia que hay se recomienda que tengamos un mínimo juego de pies. No podés jugar sí no le podés dar un pase a un compañero de acá a 5 o 6 metros o si no sos capaz, desde un saque en velocidad, de poner en ventaja a un jugador en un contragolpe. Pero la principal virtud es atajar. Si no, jugarían jugadores sin arco. Que es lo que se hace al final de partido cuando necesitás revertir el resultado con la figura del arquero-jugador (se reemplaza el arquero por un jugador de campo). Pero eso es un recurso de última instancia.

--¿Cómo solventás la baja estatura?

--Hay varias escuelas de arqueros. En Europa es normal que sean más altos, achiquen espacios y que la pelota les rebote en algún lugar del cuerpo. En Sudamérica se usa un arquero más atajador, rápido y con mayor reflejo. Si bien no soy de los más bajitos de Sudamérica, sí lo soy de España. Entonces intento estar en un punto intermedio: entre una cosa y la otra. Siempre intenté formarme como arquero y ver lo que hacen los demás. Saco lo mejor que ellos tienen para aplicarlo a mi juego. Por ahí de los arqueros brasileños saco su plasticidad, y de los arqueros españoles su muy buena ubicación dentro de la cancha.

--¿Cuál fue el punto bisagra que desembocó en Argentina campeón y subcampeón del mundo?

--Con la llegada de Diego Giustozzi (campeón como entrenador en el Mundial de Colombia 2016). Lo sigo considerando un “loco”, trajo ideas diferentes de lo que se venía aplicando en la Selección desde el punto de vista táctico, físico y mental. Nos brindó un montón de herramientas que antes no teníamos. Nos creímos en condiciones de jugarle de igual a igual a los mejores. Pero detrás de eso hubo muchos años de entrenamiento y de partidos. Antes del Mundial 2016, habremos sido una de las selecciones que más amistosos jugó. Diego nos decía que necesitábamos rodar y llevar las ideas que él tenia en la pizarra o en el papel, a la cancha. El tiempo le dio la razón. Potenciamos nuestro costado defensivo. Siempre fue una característica nuestra. Pero la reformulamos y llevamos a otro nivel. De las mejores del mundo. Nos sentíamos muy cómodos defendiendo. No nos importaba no tener la pelota durante tres minutos. Estábamos preparados para no recibir goles.

--¿Hubo un cambio estructural en el futsal argentino?

--El cambio se dio a partir del Mundial 2016. Especialmente en la repercusión. Los chicos pensaban más en realizar baby fútbol. Nosotros habíamos amado la etapa del baby y queríamos que no sólo empiecen a jugar a los 12 años al futsal, sino que hagan el primer pistoletazo a los 6 años. Que empiecen a conocer las reglas, las canchas, las dimensiones y la técnica.

--Es una piedra angular el baby fútbol…

--Es algo nuestro. El fútbol es un igualador de oportunidades. Esa hora o dos horas, da igual el contexto del que se venga. Son ellos, una pelota y sus compañeros. Todos hemos pasado por grupos donde veías a chicos de distintas clases sociales y a la hora de jugar era todo lo mismo. Al final, para muchos es una salida. La vida sin el fútbol es más difícil. Te brinda un recurso más, donde en vez de pasar dos horas en un ambiente que no te favorece, están en uno sano y donde se te inculcan valores. Sabemos que la situación económica es difícil y crecer implica dinero, pero todos nos ponemos contentos cuando se inaugura una cancha, un polideportivo o una gran obra de refacción porque hay muchos chicos detrás que van a poder disfrutar de eso.

--¿En qué condiciones se encuentran para el Mundial de Uzbekistán?

--Hay un recambio generacional del último Mundial a este. Estamos contentos porque somos un bloque que viene trabajando hace tiempo y nos conocemos entre todos. El que no es compañero de equipo, fue rival. Ya sabemos qué esperar de cada uno, qué puede aportar y hasta dónde exigirnos. Tuvimos 8 semanas de preparación y somos una Selección que se siente más cómoda con tiempo de trabajo. Buscamos entrenar más que los mejores para competirle a cualquiera. Es nuestra filosofía.