La obra de teatro documental Imprenteros nace en 2018, y labró un recorrido que su directora Lorena Vega y hermanos, Sergio y Federico Vega, celebran cada año; toca ahora la oportunidad a Rosario y de disfrutar por partida doble: hoy a las 16, la Feria Internacional del Libro (Cultural Fontanarrosa, primer piso, sala Jorge Riestra) recibe a Lorena Vega y hermanos para la presentación del libro sobre su obra teatral, editado por DocumentA/Escénicas; luego, a las 21, Imprenteros se presenta en Teatro Municipal La Comedia (Mitre 958).
“Es una historia contada en primera persona, en el teatro a través del género documental, y en el libro de alguna manera también. El trabajo con los materiales propios nos habilitó una forma de relato ficcional, donde los hechos son reales, verídicos, y encontramos la forma poética de poder articularlos para que sea algo que pueda interesar, generar emoción e incluso humor. Parece que la obra representa mucho a la gente que la ve, porque se habla de una familia común y trabajadora, en este caso del conurbano bonaerense, pero que se puede reproducir en cualquier familia del extrarradio de alguna ciudad con un negocio familiar”, señala Lorena Vega a Rosario/12.
A través de material de archivo fotográfico y audiovisual, Imprenteros recrea la imprenta familiar donde los hermanos se criaron, un ámbito de trabajo que les fuera arrebatado. “Mis hermanos no son actores, pero quizás ahora podemos decir que sí, porque ya pasó mucho tiempo. La obra está cumpliendo 6 años y es en el marco de este festejo que hacemos este viaje a Rosario. Cada vez que fuimos cumpliendo años, en el mes de septiembre nos empezó a agarrar el berretín de festejar con eventos más extraordinarios. A esta altura y con tantas funciones encima, para mí los chicos ya son actores; previamente no tenían ninguna formación y relación con el teatro, más que ir a verme a mí o a nuestros amigos a las obras. Así como yo trabajo con documentos fotográficos y audiovisuales, también los documentos pueden ser personas, testigos directos de los hechos que dan su versión. Ahí es donde entran ellos”, continúa la actriz y directora.
-En una entrevista decías que la obra te permitió volver a ese mundo perdido.
-El teatro posibilita muchas cosas. En algún momento, para la presentación del libro hicimos una instalación donde expusimos los materiales de archivo, los que conservábamos de la imprenta familiar. En esa presentación estuvo Mariano Tenconi Blanco, con quien trabajo en Las Cautivas y La vida extraordinaria, y dijo algo en relación a que la ficción sirve para volver a ser chicos, para revivir a las personas que no queríamos que se fueran, para poder volver a pasar por algún lugar que ya no podemos visitar, para derribar paredes, para construir el mundo que necesitamos o queremos o añoramos. La ficción permite muchísimas cosas, entre ellas, quizás una relación con la memoria, con los recuerdos, con el mundo interno, con ese campo íntimo que es muy privado, muy solitario, pero que todos tenemos, y cuando se encuentra la manera de expresarlo y de compartirlo, tiende puentes entre la gente. Esa presentación de Tenconi Blanco está también en el documental que estrenamos en el Bafici (Imprenteros, 2024, dirigida por Lorena Vega y Gonzalo Javier Zapico), y que ahora está en salas en Buenos Aires.
-Las imprentas apelan también a una época pre-digital, a otro mundo, con ciertos aromas, texturas, sensaciones.
-Siempre me gustaron esas máquinas. Eran máquinas antiguas, y me hacen acordar mucho a Tiempos modernos, de Chaplin; me parecía que generaban un ritmo para bailar, había algo de danza en el movimiento. De chica miraba esas cosas y se me armaban historias en la cabeza. Cuando llegó el momento de encarar este trabajo y pensar un material vinculado con lo familiar, me parecía que ahí había unas imágenes muy inspiradoras. Después, el trabajo se amplió y apareció todo el campo sonoro, que también sabía que me podía inspirar. Era un lugar desde ya familiar y cercano, donde todo me parecía inspirador, para bailar o para la pintura, me parecía que en todos los rincones de ese taller había imágenes que podían ser un cuadro. Tal es así que cuando mi papá cumple 60 años, yo le pido a un amigo que retratemos el taller para regalarle esas fotos a mi papá. Pasó el tiempo, y ahora esas fotos son fundamentales para la puesta y para el relato.
-Esa época pasada, esa tradición familiar, seguramente sean aspectos que siguen atrayendo al público.
-Es una línea de relato que creo que convoca; para que un material se mantenga tantos años, y hay que incluir que tuvimos la pandemia y se suspendieron muchos meses de funciones, es porque el público está presente, porque si no, es insostenible. Son proyectos independientes, traccionados por el equipo. Para mí, una de las líneas narrativas tiene que ver con volver al territorio de infancia, con revisitar momentos de nuestra historia y de nuestro tiempo, que son signados por alguna cuestión, y con un tipo de trabajo que se va perdiendo, que va quedando en el tiempo, reemplazado por los avances tecnológicos y los nuevos paradigmas. Nos hace pensar mucho sobre cómo vivimos también, independientemente de la historia que se esté contando. Es una obra nostálgica, con mucho humor y mucha ironía, pero que tiene una mirada sobre el paso del tiempo, la pérdida, los cambios, los esfuerzos, los sufrimientos, y sobre cómo todas esas vicisitudes nos van constituyendo como sujetos. Es una entrega de nuestro corazón, es una pieza artística; hacer esta obra es como si fuésemos a tocar nuestra mejor canción.
Con dramaturgia y dirección de Lorena Vega, Imprenteros integra en su elenco a Lorena Vega, Sergio Vega, Federico Vega, Julieta Brito, Vanesa Maja, Juan Pablo Garaventa y Christian García.