Una invitación a jugar. Con ese objetivo, las actrices Laura Azcurra y Valeria Stilman se ponen al frente de Tita & Rodhesia, una propuesta teatral que reúne en escena diversas miradas sobre el mundo de las mujeres y que pone en tensión las visiones más hegemónicas con otras más deconstruidas. Humor y reflexión se combinan en esta puesta que podrá verse desde este sábado en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037), todos los sábados a las 21. Las entradas se adquieren en Alternativa Teatral.

Tita y Rodhesia son dos mujeres porteñas y arrabaleras, pero algo las diferencia. Tita (Azcurra) es más moderna y Rodhesia (Stilman) más “chapada a la antigua”. Acompañadas en el escenario por la música en vivo de Juan Pablo Martini (piano), Alex Musatov (violín y loopera) y Nicolás Kornblihtt (bandoneón), las intérpretes invitan al público a compartir consignas para nutrir la historia e improvisar en vivo.

El proyecto se gestó antes de la pandemia. Azcurra y Stilman ya venían trabajando juntas en el arte de la improvisación luego de conocerse en el Grupo Impronta hace más de veinte años. Allí nació la amistad y la exploración de materiales con los cuales poner a prueba la técnica. Y fue en 2016, participando de una competencia de improvisación para la cual había que formar duplas, que dieron vida a sus personajes. “Hay muchos grupos de improvisación que están liderados por varones, y nuestro deseo surgió de compartir una improvisación con cierta perspectiva de género”, comenta Azcurra.

La obra viene de hacer una extensa gira por distintos departamentos de Uruguay -Colonia, Paysandú, San José, Tacuarembó y Treinta y Tres- en el marco del 8º Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE) que se celebra en aquel país. “Fue muy emocionante llevar la obra a lugares donde en general no hay mucho teatro. Uruguay es un país hermano y tenemos muchas ganas de volver”, apunta Stilman. Otro de los grandes objetivos de Tita & Rodhesia es llevar la puesta a distintos rincones. “Tenemos la misión de descentralizar el teatro”, aseguran las actrices.

- La obra tiene una dinámica que invita al público a participar y a ser parte de la historia. ¿De qué manera reaccionan frente a esta propuesta siendo que en la mayoría de los espectáculos el rol del público suele ser pasivo?

Valeria Stilman: - La audiencia reacciona muy bien al momento de aportar consignas al espectáculo. No es algo obligatorio, sino que aporta quien tiene ganas. Nuestro abordaje hacia el público no es algo incisivo, sino que es una invitación a que colaboren en esta suerte de cocreación. Cuando la gente participa, yo percibo una gran liberación y una alegría de poder ser parte del hecho teatral. Y cuando las consignas que sugieren se llevan a escena, notamos que hay en la platea una reacción de satisfacción. Eso permite que el juego se dé de una manera muy placentera y dinámica. Cuando viene a vernos gente que nunca antes había ido al teatro, en chiste les digo que cuando vayan a ver otras obras no digan lo que tienen que hacer los actores (risas).

Laura Azcurra: - Nosotras le preguntamos al público cómo son las características de algunos personajes que vamos a interpretar o qué vínculo tienen. La gente participa desde sus butacas, pega gritos y se divierte con el absurdo que muchas veces aparece en las consignas. Y cuando termina la función, se acercan a conversar quienes participaron y también aquellos que se arrepienten de no haber intervenido. La idea que tenemos con esta obra es que haya una interacción amorosa con el público. Nosotras siempre aceptamos las propuestas que vienen de la platea. Porque la esencia de la improvisación es aceptar la propuesta del otro.

- La obra pone en escena distintas visiones acerca del mundo de las mujeres. ¿Cómo creen que dialoga esta puesta en un contexto en el cual los feminismos son cuestionados desde el poder?

L.A.: - Es necesario recordar, una y otra vez, el universo de las mujeres, lo distintas que somos las personas, y la posibilidad de elegir que tenemos a cada instante, que es algo que traen los nuevos tiempos. Creo que desde ahí la obra sigue siendo un recordatorio y un espejo para pensarnos. Pero la posibilidad de que la temática de género esté en el escenario no es sólo para vernos reflejados en determinadas situaciones sino también para reírnos de lo grotescos que podemos ser por momentos. Pero no hay una bajada de línea en la obra, porque en el camino de la deconstrucción estamos todes. Y la mejor forma para hacerlo es con humor, y riéndonos. La idea es jugar un poco, descomprimir y recordar cómo algunas acciones del pasado estaban naturalizadas y hoy ya tenemos otra visión. En tiempos en que hay un retroceso cultural en la lucha por la igualdad, es importante seguir sembrando.

V.S.: - La gente recibe este espectáculo como un respiro, porque desde el poder se baja la idea de que el feminismo y la deconstrucción se terminaron y que todo pasa por la defensa de la heteronorma y la familia tipo. Y la realidad es que todes seguimos pensando de diferentes maneras y entonces se hace necesario que estén estos espacios. Nosotras como actrices, y como argentinas, nos sentimos muy desilusionadas con este contexto, pero justamente por eso creemos que, más que nunca, hay que seguir conversando y llevando preguntas a todos lados a través de la cultura, en un lugar como es el escenario donde el poder lo tenemos nosotras y lo utilizamos de una manera justa. Porque dentro de nuestras ideas, siempre hay lugar a que todo se puede cuestionar y se puede debatir y transformar en otra cosa. En este momento de tanto binarismo, el diálogo y el vínculo entre dos verdades son necesarios.

- En este contexto en el cual avanzan, precisamente, el ataque a las políticas culturales y a los derechos de las mujeres y las diversidades, ¿cuál creen que es la importancia que asume el teatro?

V.S.: - La historia es cíclica. Esto ya nos ha pasado muchas veces. Pasan los gobiernos y quedan los artistas. Nosotras militamos desde el arte. Y en ese marco, el teatro pasa a ser un lugar donde se pueden escuchar otras voces y ver cosas diferentes de las que se ven en los medios. Es un lugar para conmoverse, para descargar, para sacarse la rabia y, sobre todo, para salir de la pantalla.

L.A.: - El teatro siempre es reflejo de los que somos y de lo que hacemos. Y cuando además aparece el condimento de la improvisación, también está el inconsciente a flor de piel. Y ahí es donde siento que esta actividad cumple su rol ancestral, porque en nuestra interpretación aparecen acciones y palabras que forman parte de un inconsciente colectivo. Y muchas veces se filtran en las funciones cuestiones de la coyuntura. El teatro es un espacio de creación para soñar, para pensar nuevas formas de acción y para alivianar lo doloroso que puede ser el presente. El arte es refugio, y por eso, desde la cultura, tenemos que resistir todos los embates.