Fundado por Raquel Vivanco (quien lo presidió del 2015 al 2020), el Observatorio es una herramienta de visibilización y denuncias de las violencias machistas que afectan la libertad y la vida de las mujeres, trans, travestis, lesbianas y personas no binaries. Laura Oszust, una de sus directoras, dice: “Entendemos la violencia de género como una problemática social, cultural y política que se asienta y reproduce debido a la desigualdad estructural en la que vivimos. Y consideramos que dada la especificidad de esta problemática y que hay legislación nacional e internacional vigente que insta al Estado argentino a tomar medidas para erradicar las violencias y desigualdades, el Estado es responsable de las violencias que vivimos: un femicidio cada 35 horas”.

En esta coyuntura, ¿hay obstáculos en las tareas de relevamiento que realizan?

--Sí, porque nuestra fuente para realizarlo son los medios de comunicación y desde fines del año pasado observamos menos cobertura mediática de casos de violencia. En un contexto en que el gobierno nacional niega las violencias machistas, los femicidios no son noticia. Si los femicidios no son noticia, los transfemicidios y travesticidios menos. Este tema nos preocupa bastante y por eso en el informe de los 9 años de Ni Una Menos sumamos un apartado sobre la cobertura de noticias de violencias de género en el que consultamos a periodistas feministas sobre si hay menos noticias sobre este tema y nos respondieron que sí. Y ahí hay varias cuestiones: la agenda económica le gana a la de violencias (aunque estén íntimamente ligadas), como no hay políticas públicas de género para anunciar es más difícil que temas de género y diversidad sean noticia, y, por otro lado, los medios de comunicación feministas y populares están en riesgo de desaparecer por la coyuntura económica y el recorte de la pauta oficial. Ante este escenario proponemos seguir produciendo información para concientizar sobre el tema y denunciar que hay una decisión política de que nuestras vidas estén precarizadas y violentadas.

¿Qué reflexiones hacés sobre los recientes dichos del Ministro de Justicia Cuneo Libarona ante la Comisión de Mujeres y Diversidades: “se acabó el género”, “rechazamos la identidad de género”, “es un invento subjetivo”?

--Cuando Cúneo Libarona afirma que rechaza “la diversidad de identidades sexuales no alineadas a la biología” desconoce la Ley de Identidad de Género y cuando afirma que “la violencia no tiene género” niega la Ley de Protección Integral a las mujeres, la CEDAW y la Convención de Belém do Pará, que tiene jerarquía constitucional. Por eso desde nuestra organización hemos exigido su renuncia. No podemos tener un Ministro de Justicia que niegue leyes y avasalle derechos. Entendemos que Cúneo Libarona forma parte de un gobierno nacional que desde la campaña electoral afirma que nuestras muertes no existen y que nuestra lucha no importa, así que no nos sorprende. Sin embargo, así como afirman que dentro de la Ley todo, fuera de la Lay nada, sería consecuente con este lema que cumplan con las leyes donde se reconoce la especificidad de la violencia de género y la protección hacia mujeres y diversidades sexo genéricas.

¿Cómo se tramitan socialmente los femicidios con los que convivimos día a día?

--Cada femicidio es un mensaje hacia otras mujeres. Las violencias machistas en general y los femicidios en particular se dan para aleccionar a la víctima directa y al colectivo de mujeres con el fin de que no se corra del mandato, del estereotipo, de lo esperado. Es un recurso sumamente cruel que tiene el sistema patriarcal para marcarnos el límite. Además, no son solo los asesinatos los que disciplinan, sino también las condiciones en que ocurren. Cada vez que aparece una noticia de que una mujer fue asesinada luego de haber realizado una denuncia o que incluso tenía medidas de protección es un mensaje desalentador para aquella que está atravesando una situación de violencia. Si desde el Estado recortan programas económicos o líneas de atención porque la violencia no tiene género, le están diciendo a las víctimas que nadie las puede ayudar, que es su problema. Ahí es donde tenemos que estar las organizaciones, denunciando los recortes en políticas públicas y el avasallamiento de los derechos humanos, y construyendo lazos con otras mujeres. No estamos solas, nos tenemos.

¿Y cómo les impacta a ustedes que relevan esos datos y se enfrentan con esta realidad?

--Es una tarea muy ardua y dolorosa, implica leer todos los días cómo asesinaron a una de nosotras. En este sentido, es una tarea que es necesario hacerla colectivamente, poder hablar sobre las noticias que se van leyendo, compartir el sentir con otra y respetar los tiempos que cada una tiene para relevar, porque no es ni más ni menos que enfrentarte a las muertes.

¿Cómo reaccionan frente al desprestigio que quieren hacer de los feminismos?

--Es un desafío, pero la experiencia de los movimientos feministas desde las sufragistas, pasando por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y la Marea Verde nos dice que es posible volver a conquistar la arena pública y discursiva. Si bien era otro contexto, las Madres y Abuelas tuvieron que concientizar para disputar sentidos y construir consensos, quizás es momento de volver a esas bases y aprender de sus estrategias.

Últimos datos del Observatorio

Del 1 de enero al 31 de agosto de 2024 se registraron:

- 168 femicidios

- 1 femicidio cada 35 horas

- 198 intentos de femicidios directos y vinculados

- El 61% de los femicidios fue cometido por las parejas y ex parejas de las víctimas. El 75% de los femicidios fue cometido por alguien del círculo cercano de las víctimas.

- El 63% de los femicidios ocurrieron en la vivienda de la víctima

- 8 de los femicidas pertenecen a las fuerzas de seguridad o armadas

- El 18% de las víctimas habían realizado al menos una denuncia y el 10% tenían medidas de protección

Al menos 155 niñes perdieron a sus madres como consecuencia de la violencia machista.