El último informe Pre-Campaña proyectó una superficie para la siembra de soja de 19 millones de hectáreas, es decir 1,7 millones superior respecto a la campaña anterior (un 9,8 por ciento). El crecimiento se debe, en muchos casos, a que productores dejarán de sembrar maíz para menguar el impacto de la plaga de la chicharrita, que implicó fuertes pérdidas en la campaña previa. Esa decisión se toma en un contexto de precios internacionales bajos para la oleaginosa, que promedian los 284 dólares por tonelada en el mercado local para la pre-siembra de mayo 2025. Las cosechas récord en Norteamérica y Sudamérica anticipan precios bajos para el poroto verde.
El relevamiento de precampaña de soja correspondiente al ciclo 2024/25 comenzó en la primera semana de agosto y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) publicó su tradicional informe con el objetivo de determinar la intención de siembra. “En resumen, tras una campaña previa fuertemente afectada por la plaga de la chicharrita, que golpeó especialmente la producción de maíz en el norte de Argentina, muchos productores estarían optando por sembrar más soja en esas zonas. Sin embargo, esta decisión se toma en un contexto de precios internacionales bajos, lo que resulta en márgenes ajustados, particularmente cuando se incluyen los costos de alquiler”, concluye el informe.
En materia de precios, a inicios de 2024, el contrato de noviembre de la soja en Chicago promediaba los 452 dólares por tonelada pero a mediados de mes cayó a su nivel más bajo del año, alcanzando 344 dólares la tonelada. “Los precios se ubicaron en la última semana un 25 por ciento por debajo de los registros del año pasado y representan el valor más bajo desde septiembre de 2020”, explicaron. Repasando las operaciones en el MATba-Rofex para la posición mayo de 2025, “el precio se sitúa en 284 dólares por tonelada, lo que representa una caída del 15 por ciento en comparación con las cifras registradas en la campaña anterior y un 4 por ciento por debajo del promedio de las últimas cinco campañas”.
Por otro lado, el informe muestra un encarecimiento relativo del precio de los insumos usados en la actividad respecto del valor del grano, “especialmente en el caso de los fertilizantes y combustibles” mientras que, en contraste, “la relación para los herbicidas se ha mantenido estable”, sin grandes cambios respecto al ciclo anterior. “La relación entre el precio de la soja y el combustible ha sufrido un deterioro significativo del 46 por ciento, lo que implica que ahora se necesita un 46 por ciento más de soja para adquirir la misma cantidad de combustible”, detalla la BCBA y respecto de los fertilizantes la desmejora fue del 18 por ciento.
Igualmente un informe reciente de la consultora Economía y Energía indicó que si bien el precio de los combustibles (nafta y gasoil) continúa subiendo todos los meses, si se toma en cuenta la inflación, comenzó a abaratarse en términos reales: a precios constantes se ubicaron en junio un 20 por ciento en promedio por debajo de enero, mostró la consultora.
A nivel internacional, la caída en los precios de los granos se debe en parte a producciones récord de soja en Estados Unidos (donde se produce el 30 por ciento de la soja mundial) y se esperan 124,8 millones de toneladas para la campaña 2024/25, siguiendo al informe citado que utiliza bases de datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). En tanto, en Sudamérica –Argentina, Paraguay y Brasil, que juntos representan el 54 por ciento de la oferta global- proyectan una producción récord de 231,2 millones de toneladas impulsada principalmente por Brasil. Ese crecimiento en la oferta junto con una demanda que crecería a menor ritmo, ubicará la relación stock-consumo en 29 por ciento, el nivel más alto desde 1990/91, detalló la BCBA.
Respecto de la superficie destinada a la siembra de soja en Argentina, “alcanzaría las 19 millones de hectáreas, lo que representa una expansión interanual del área del 9,8 por ciento y un 13 por ciento en relación con el promedio de los últimos cinco años”, consignaron los especialistas. Esto ocurre producto de diversos factores, pero principalmente una mayor disponibilidad de tierras ante la menor intención de siembra de maíz, como consecuencia de las enfermedades que causó la “chicharrita” (Dalbulus maidis) como insecto vector, en especial en el norte de Argentina. Un menor requerimiento de inversión para la oleaginosa –a diferencia del maíz que requiere una alta inversión inicial- contribuye también a la expansión de la superficie de soja de primera, describieron.
En resumidas cuentas ocurrirá una segunda recuperación consecutiva del área de siembra de soja a nivel nacional aunque en un escenario de relativa desavenencia teniendo en cuenta los precios internacionales de los cultivos y el relativo encarecimiento de los insumos, como combustibles, alquileres y fertilizantes.