Por todos lados se escucha con dolor la pérdida del camino, del sentido, pero sobre todo, la angustia de no saber dónde rascar para encontrar la esperanza. Los discursos no encienden. La promesa de un futuro mejor suena a dentista diciendo que el torno no duele nada. Las paredes no rezan venceremos. Pocos se animan a presagiar salidas por izquierda y si alguien se anima a declarar aquello de que “