Hablemos de Spinetta. ¿A quién no le gusta hablar de Spinetta? Charlar y perderse en el mundo de Luis Alberto. En los discos, las canciones, los recitales, los detalles, los músicos. En las anécdotas intrascendentes, dignas de personajes de Capusotto, que se cuentan con fascinación de novato. Toda niño sensible del rock argentino sabrá de qué estamos hablando. Claudia Puyó forma parte de ese grupo de gente fanática, aunque ya no sea una niña. En este 2024 cumple cincuenta años sobre los escenarios. Sin embargo, su entusiasmo al recordar grabaciones y shows propios o ajenos, la conecta con el espíritu adolescente que se necesita para mantener viva la llama rockera que evita caer en el cinismo que todo lo desinfla. “Clint Eastwood dice que no hay que dejar entrar al viejo”, recuerda Claudia, que a los 65 todavía es capaz de reflejar a esa mujer que desde hace cuarenta años es comparada con Janis Joplin, la etiqueta fácil que buscó el periodismo para catalogarla. Una verdad a medias, porque Claudia se formó en Ramos Mejía sin tener mucha influencia directa de la cantante de “Cry Baby”.

Sentada en la mesa de un bar de Flores, a la vuelta de su departamento, Claudia ya conoce muy bien los escenarios del sold out masivo y antros con tarimas que apenas sobresalen del piso, y habla de algunas de las diferencias entre el under y el mainstream. “Para el que está arriba del escenario, el show de estadio es rarísimo. Es como no sentir casi nada, como estar en un mar de gente. Te lo digo por mis recuerdos de tocar con Fito en estadios. El día que toqué en el Bicentenario, que eran millones de personas adelante mío, yo no lo podía creer. Fue bastante emocionante para mí. Pero en los estadios hay mucha menos intimidad. Por eso es más difícil tocar en lugares chicos que en lugares grandes. Es mucho más fácil tocar en lugares grandes con una banda que la rompe. Porque estás con los músicos, no estás con la gente tan involucrada”, explica.

Claudia dice que un recital de estadios es más una rutina y no tanto una representación espontánea de la creatividad de los intérpretes. “Tiene que ser así, porque sería un descontrol si el tipo se queda zapando quince minutos. Eso no lo puede hacer en un estadio. Lo podés hacer, pero no. El único que logró tocar cinco horas y media y que nos quedáramos todos fue Luis Alberto con las Bandas Eternas. Después, no sé si alguien puede bancarse tanta data. Yo sí, porque amaba a Luis y pagué la entrada como cualquier hijo de vecino. Y fui con mis amigos, además. No quise ir al VIP, nada. Quise ir como un pibe más”, dice.


TENGO UNA CANCION PARA VOS

Aquella noche de fines de 2009, cuando Spinetta reunió a todas sus bandas y cantó casi todas las canciones que durante décadas le reclamaron a los gritos desde las plateas, Claudia estaba muy lejos del escenario como para pedir temas. Pero ya había tenido la chance de que Spinetta le ofreciera un recital exclusivo. Fue sobre una ruta, en 2004. “Cuando tocó Fito en el Teatro El Círculo”, precisa. “Creo que eran los veinte años de que había tocado en Rosario. De eso no me olvido más, porque pregunté ‘¿Dónde va Luis?’, ‘En un micro’, ‘Yo voy ahí’. A Fabi la fui a buscar de los pelos. Fui a buscarla en taxi porque no quería venir. Agarramos la guitarra y la llevamos arriba del micro para molestarlo a Luis, por supuesto. Me acuerdo que estábamos Goldín, Vadalá, Laurita Casarino, Fabi, Luis Alberto, yo, y no muchos más. Y lo hicimos cantar durante esas cuatro horas todas las canciones, pobre. Yo le decía mi canción predilecta es ‘Para ir’, y me cantaba ‘Para ir’. A él también le encantaba. Fabi le pedía una canción y la cantaba. Cantó todas las canciones que le pedimos, le quemamos el cerebro. Creo que debe haber sido uno de los viajes más lindos que tuve en toda mi vida. Que Luis te cantara todas las canciones de tus sueños. Él estaba re contento”.

Ese viaje a Rosario no fue la primera vez que Claudia tuvo la oportunidad de compartir un momento musical íntimo con Spinetta. Se habían conocido a mediados de los ochenta, cuando Claudia empezaba a grabar lo que sería Del Oeste, su primer disco, publicado en 1985. Para ese trabajo el Flaco aportó “Viento del lugar”, un tema por entonces inédito que Spinetta nunca grabó en estudio y recién incorporó a su discografía en 1998, cuando lo incluyó en el disco en vivo San Cristóforo, de Los Socios del Desierto.

“Tengo una canción para vos. No terminé la segunda parte de la letra, pero te la doy”, le dijo Spinetta a Claudia. En el 85, “Viento del lugar” era un tema que podría haber ido a parar a Privé. Es lo que sugiere la versión que el Flaco tocó en el recital que brindó en Barrancas de Belgrano en enero de ese año. Una versión a la que le faltaba la segunda parte. “Me dijo voy a terminarla y te la paso. Grabamos la base de la canción, esos sonidos horribles que ahora no los usaríamos ni locos pero en esa época estaban de moda. Pero faltaba la segunda parte de la letra, que Spinetta me la pasó por teléfono en Music Hall y yo la copié”, recuerda Claudia. “Y loca la humanidad en su jaula de cristal”, le dictaba Luis Alberto a Claudia, que anotaba todo y se imaginaba sonidos de ballenas al comienzo de la canción, un efecto que consiguió gracias a un vinilo prestado por la Fundación Vida Silvestre.

“Entonces me da la segunda parte, yo canto y si escuchás la canción te das cuenta de que el audio es diferente. Hay que prestar atención. Mi voz suena como más clara y más aguda que la otra parte. Es rara”, dice. “Viento del lugar” fue la primera de varias canciones de Spinetta que Claudia Puyó registró a lo largo de su carrera como solista. La última es “Fina ropa blanca”, joya total de Don Lucero que abre el segundo volumen de Cazadora de cielos, el disco doble que Claudia acaba de publicar de manera independiente.


FANTASMAS PRESENTES

Cazadora de cielos es el sexto disco solista de Claudia. Tiene 29 temas divididos en dos álbumes publicados de manera digital a mediados de este año. Fue realizado junto a su colaborador habitual, Ricardo “Gafas” Maril. Entre los invitados se destacan Fabián Gallardo, Guille Arrom, Jota Morelli, Chofi Faruolo, entre otros. El volumen uno está formado por canciones propias que por momentos se alejan del blues y el rock que suelen identificar a Claudia, que se muestra vulnerable frente a todos sus fantasmas. Son piezas íntimas que hablan de ex parejas, de amores y tragedias, de sus padres, a los que Claudia perdió hace poco tiempo y que pasaron la pandemia con ella a cargo. Un período difícil y doloroso que está presente en canciones como “Espejismo en la tormenta”. Claudia canaliza las angustias a través de este disco.

“Sí, la música es salvadora. Yo creo que no estaría en este mundo si no fuera por ella”, dice, con una frase hecha. Pero como sucede cuando canta, su voz revela más a medida que se la escucha.

“Yo fui una persona que cuidó a mucha gente. No me arrepiento para nada, eh. Volvería a hacerlo. Amigos, mi familia. Y el que deja mucho un pedazo de carne en un lugar, se hiere. Si sos sensible, un poco más. Por algún lado tiene que salir, y si no cantara, y no tocara aunque sea para mí, no importa si llega afuera o no, no podría vivir. Es mi manera de haber sobrevivido todos estos años, en toda mi vida. No es de ahora, eh. Siempre. Yo tuve una vida bastante trágica. No viene al caso, pero sí. Soy una sobreviviente de muchas cosas y me parece que la vida es maravillosa. Yo no soy una persona creyente como para creer que me voy a ganar algún reino de otro cielo que no sea éste. Para mí el cielo y el infierno están acá”, dice.

Para el segundo volumen, Cazadora de cielos cambia el tono. Claudia se hace cargo de un repertorio variado de rock nacional e internacional, y hasta se anima a una versión de “Oración del remanso”. Spinetta y Charly sobresalen en una lista de covers que esquiva bastante el lugar común, aunque cuando aborda el hit lo hace con oficio irresistible, como en “Chalamán”, de Los Abuelos de la Nada.

Claudia Puyó (Foto: Celeste Urreaga)

PRIMERA TOMA 

El disco se grabó a lo largo de varios años en distintos momentos y lugares. Se aprovecharon huecos de estudios grandes y cuando no quedó otra se salió del paso con un micrófono básico, de escenario, en el propio departamento de Claudia, a metros de las vías del Sarmiento, una cercanía que a veces obligaba a parar todo hasta que el tren se alejara. “Yo soy más animal musicalmente y me tiene que pasar algo con la canción. Capaz que la canción no está ni bien grabada, es primera toma. Pasa con más de un tema en el primer disco. ‘No me dejes sola’ es primera toma. ‘Como esperando el invierno’, lo mismo. Un par de canciones que grabé una vez y se acabó, quedó. Otro diría esto es un demo. Yo no lo pienso así. No es que no quiero elaborarlo más. A veces me pasa que cuando lo elaboro más, pierde algo”, dice.

Claudia inclina la cabeza apenas hacia atrás y se corre el pelo de la frente con las dos manos mientras mira hacia el techo. Mueve los rulos largos que conserva desde siempre e inmediatamente, con apenas un gesto, es capaz de evocar algunos de sus mejores momentos en vivo. Por un instante pareciera estar otra vez en el escenario de Vélez, en 1993, cantando una versión sensual de “Nada más preciado” junto a Fito Páez, mientras el viento que corre por la noche de Liniers le mueve los rulos como ahora ella misma hace en este café carente de mística, excepto por este segundo irrepetible.

Fito nunca volvió a tener una corista con la presencia y la voz de la Puyó. Fue un beneficio mutuo. El éxito de El amor después del amor en 1992 ayudó a Claudia a salir al menos momentáneamente de un momento trágico. Otro más en su vida. La angustia que grabó en “No me dejes sola” ya estaba dentro de ella cuando Fito la convocó para su banda. No es raro que treinta años después sólo haya necesitado una toma. “Es una canción que hice en el subte, en Madrid, hace muchos años, cuando tocaba en el metro. Se la hice a mi novio Ollie, que era adicto y me dejaba sola. Estaba muy enojada. Y en este momento, en la pandemia y todo eso, los fantasmas estaban todos. Todos. No dejaban de pasar fantasmas. Porque sentías la sensación de que vos también ibas a ser un fantasma en cualquier momento. Supongo que por eso la grabé”, cuenta.

El músico Ollie Halsall murió a fines de mayo de 1992, cuando Claudia todavía vivía en España y El amor después del amor estaba a punto de editarse. El disco de Fito y La Rueda Mágica Tour la rescataron en el momento justo. Ese éxito le permitió a Claudia grabar su segundo disco, Cuando te vi partir, de 1994, su trabajo más recordado, ganador de un Premio ACE y editado hasta en Estados Unidos. Desde entonces, Claudia se volvió una artista independiente y se aferró a un camino en el que la libertad artística muchas veces la obliga a coquetear con la incertidumbre. Pero esa decisión le permitió heredar un traje de rock nacional vieja escuela que no cualquiera se puede calzar y que Claudia defiende de manera explícita. “En este país no se valora a los músicos culturalmente. Músicos que han sido muy grosos y no se les ha dado el valor que tenían que tener. O el lugar de respeto que se merecen. En el lugar de la cultura, no en el lugar de darte un premio por tu trayectoria. Guardar el legado como un tesoro”, dice.

En los últimos años, Claudia trabajó para rescatar ese legado. Fue una de las personas que impulsó el proyecto de la Casa de la Música, que hoy está encaminado y que a mediano plazo contará con un inmueble en el que músicos en situaciones vulnerables puedan ser asistidos. El lugar funcionará donde hoy está la Comisaría de la Mujer de Avellaneda, allí donde el humo y el hollín están por todos lados.

> Todos los músicos de Cazadora de cielos

Cazadora de invitados

El nuevo disco de Puyó cuenta con una larga lista de invitados, que no quiere dejar de mencionar. “Encima que lo hicieron desinteresadamente, lo menos que puedo hacer es ponerlos en todos lados. Algo que muchos músicos no hacen conmigo, ¿no?”, dice. Del disco participan Ricardo “Gafas” Maril, Oscar Kamienomosky, Maxi Kamienomosky, Sebastian Holzmeister, Channy Falcon, Eve Kreff, Melina Pacios, Flor Croci, Fabián Gallardo, Alambre González, Daniel Colombres, Jota Morelli, Guillermo Arrom, Chofi Faruolo, Sergio Dreiman, Polaco Riedel, Dardo Ruiz Díaz, Cufa Roll, Rodrigo Oberti, Gustavo Barredo, Juan Pico Núñez, Anibal Forcada, Gringui Herrera, Alejandro Olejnik, Diego Capusotto, José Argel, Facundo López Burgos, Daniel Sueldo y Guillermo Trappani.